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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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lunes, 4 de agosto de 2008

VISITA A PIURA (2)


La visita a Piura fue con toda una buena búsqueda cultural y gastronómica. La llegada a una ciudad costera de nuestro país es siempre decepcionante, un espectro que abarca desde lo social hasta lo estético. La entrada a nuestras ciudades son lugares donde por razones obvias se asientan los cinturones de pobreza socioeconómica; y estos crecen sin ningún orden urbano, con un sentido de precariedad que alimenta nuestra sensación de soledad como viajero: estamos entrando al espacio del qué pasará. Como peruanos que somos, domeñamos esos códigos urbanos, pero, viéndolo bien, es una muestra de nuestro actuar cotidiano, centrado en la improvisación y en hacer las cosas a medias (como recordando en paráfrasis visuales arquitectónicas, la frase del expresidente Prado Ugarteche: "en el Perú hay dos tipos de problemas: los que arreglan solos y los que nunca se arreglan") Y esa es la sensación de cualquier ciudad de nuestro país: todo está a medio hacer, no hay cosas concluidas. Quizá en viajes por la selva, con la feraz vegetación (eso percibí en Iquitos); o en la sierra, con los apus tutelares, esta sensación se diluya un poco, puesto que el contexto geográfico hace, en cierta manera, más "tolerable" esa vesánica costumbre de lo medio hacer; pero es en la costa, la zona en que se desnuda con mayor facilidad esa muestra de lo medio pelo de nuestra ciudad, forma de pensar y vida además.

Piura no escapa a ese molde costeño. La ciudad antigua, la de calles estrechas, la de veredas altas, la de plazas simpáticas está sucumbiendo a la acción de la "modernidad", gran eufemismo que permite a cualquier individuo tomar acciones sobre diversos espacios arquitectónicos y demolerlo; peor aún, dejan caer las casas por la acción del tiempo y la desidia de todos (los peruanos debemos competir en el Guiness de actitudes, quizá ganemos en ese rubro). La última vez que estuve por Piura, ya más de 3 años, vi casas en deterioro; mi reciente visita me ha mostrado una ciudad que tiene la mayor parte de sus manzanas centrales derruida o en el piso. De seguir así, la Piura que conocí hasta los 4 años y la que fui recondando en los frecuentes viajes que hice desde 1993, no será nada más que imágenes de una ciudad que quedará en las fotos antiguas o en las páginas de la extraordinaria novela LA CASA VERDE de MVLL. Barrios como la Mangachería o la Gallinacería serán nombres evocados ahí, en la novela. Piura me da pena, cae sin piedad ni orden y su centro viejo ha sido objeto de toda la rapiña posible. En fin.

domingo, 3 de agosto de 2008

VISITA A PIURA


El mes pasado, el 19 y 20 estuve por Piura, ciudad en la que nací pero con la cual mi relación es un poco tortuosa (sobre todo por el clima. Antes iba con cierta frecuencia y he tenido la suerte de haber ido no sólo a las playas (bonitas, pero que no disfruto mucho por el barullo que se han convertido los balnearios, sobre todo Máncora y Colán), sino de haber ido a la sierra en dos oportunidades: CANCHAQUE y HUANCABAMBA. En este último lugar estuve en las HUARINGAS, lugar fascinante y bastante agreste aún en cuanto a su acceso (creo que ahí radica su encanto). El viaje último a Piura me ha servido para descubrir dos lugares interesantes: el museo de CULTURA FRÍAS y NARIHUALÁ. El pequeño museo contiene una de las bellas miniaturas de la cultura Frías, la cual se desarrolló cerca de la población de Chulucanas. El problema es que el museo tiene escasa seguridad y la pequeña (pero valiosa) colección de piezas de oro y plata es una tentación para ladrones por pedidos, los cuales abundan en nuestro país y trabajan para los grandes comercializadores de obras de arte. Seguiremos más tarde con más observaciones.