Leer a Foucault es una forma
interesante de despellejar la realidad de todas sus envolturas y construcciones
mentales que cualquier sociedad le crea a lo largo de la historia. La nuestra,
como discurso histórico, no está exenta de ello. En su libro Las palabras y las
cosas, Foucault presenta muchas teorías, ideas y referencias que nos
permitirían entender mejor lo que sucediendo en estos días en nuestro país.
Palabras más o palabras menos, los peruanos estamos viendo cómo grupos de
poderes económicos o políticos tratan de justificar hechos y acciones que han
merecido la censura y repudio del conjunto de la sociedad peruana. Veamos.
Varios capítulos de la primera
parte del mencionado libro tienen ideas que nos permiten entender el accionar
de los individuos de cualquier sociedad para crear una realidad. Tomemos dos
ejemplos: el valor de la palabra se valida cuando hay una acción que la valide.
Usa como modelo al Quijote, quien realiza numerosos actos “heroicos” con el fin
de lograr su sueño de ser caballero. En su insania distorsiona muchas cosas al
querer validar una palabra con una acción. Extrapolando, en la última semana,
no han sido precisamente personajes quijotescos quienes han forzado algunas palabras
para acercarlas a la realidad que nos quieren hacer entender al caballazo.
Palabras como “leche” y “género” han adquirido ciertos valores antojadizos, los
cuales reciben una carga semántica sesgada por criterios económicos, políticos
o religiosos. Han estado tratando de persuadir a la opinión pública peruana,
luego de haberse descubierto los oscuros móviles de un grupo económico que ha
venido actuando por lustros contra la fe y la salud públicas; y móviles
religiosos (o quizá otras motivaciones oscuras) de algunos políticos del
Congreso que pretendían modificar, con mano benevolente, sanciones impuestas a
los delincuentes por acto de violación.
Ahora veamos el segundo
ejemplo referido al valor. La construcción de este es un proceso complicado y
es externo al objeto en sí. Lo van construyendo los interesados al otorgar al
referido objeto características que no le son propias. Se construyen
justificaciones y argumentos, algunos de los cuales no pertenecen a la
constitución de este. La sofisticación de las estructuras de valor ha ido
incrementado con el tiempo; se han vuelto más sutiles. El límite entre la
verdad y la falsedad se rompe para justificar un fin, así no sea el correcto
para los demás. Es toda una discusión ética que involucra a la gente de comunicaciones,
publicidad y marketing, así como a los políticos. Cuestionable. Lo alarmante es
la actitud tomada por los protagonistas de los escándalos recientes; como la
insania del Quijote, creen haber actuado correctamente. Recurriendo a la
validez divina o a la fragilidad de la memoria colectiva de los peruanos, están
prestos a volver a actuar impunemente ante la vista y paciencia de todos
nosotros.
¿Lo permitiremos?