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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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sábado, 26 de agosto de 2023

MONTEVIDEO, UNA VISITA AL PASADO (CRÓNICA DE VIAJE)




25 de julio. Martes. Mientras en Trujillo organizaba mi viaje, surgió la idea de dar un salto a Montevideo. Un salto también al pasado. Una de las razones que me movió a hacer esta rápida visita era encontrarme con esos momentos de mi adolescencia, cuando en Arequipa escribía cartas a filatélicos interesados en intercambiar estampillas. Así conocí a Gustavo Ruibal, calle Dublín 1969. Hasta ahora recuerdo su dirección. Gustavo era un filatélico que tenía casi mi edad; me escribía con largos intervalos y sus cartas fueron siempre un intercambio de ideas sobre su país, su política, su vida cultural. Cuando nos mudamos a Trujillo, pasó lo de siempre: perdí sus cartas, pero nos seguimos carteando. En Trujillo mi padre había alquilado una casilla postal en la cual depositaban las cartas enviadas para la empresa de mi padre y para nosotros. Siempre iba por el Correo para darme una vuelta por las casillas. Cierta vez, me mandó un marcador de libro que su hermana había hecho y, lastimosamente, se me extravió; le pedí uno nuevo y gustosos, tanto él como su hermana, me enviaron uno nuevo que aún conservo. Pero un día llegó una carta con una letra parecida a la de Gustavo; abrí la carta y la comencé a leer con extrañeza. En las primeras líneas se presentó Graciela, la hermana de Gustavo; ella me informó la triste noticia de que Gustavo había fallecido por leucemia; quedé muy impactado, tanto así que no recuerdo si le escribí. Desde ese entonces, en 1975, tuve la idea de algún visitar Montevideo, la ciudad de Gustavo, y tratar de conocer a su familia. Hice, incluso, una visita por Google Maps a la calle y casa en la que vivía su familia. Pero, ¿habría cambiado de propietario tras 48 años? ¿sería la misma casa? ¿su hermana Graciela viviría? Muchas preguntas surgieron en mí cuando compraba el pasaje por Buquebus de ida y vuelta. Iba por prácticamente día y medio a Montevideo. Había pedido en el hotel que me llamasen temprano y ordenasen un taxi para ir con tranquilidad a Puerto Madero, donde se halla la terminal. Puerto Madero ha tenido una transformación notable, según leía, y se ha vuelto también en un espacio de arte y cultura (https://buenosaires.gob.ar/laciudad/barrios/puerto-madero). Hay tanto por conocer que obligan a tener que retornar (https://tn.com.ar/sociedad/2021/01/06/puerto-madero-27-lugares-imperdibles-para-visitar-al-aire-libre/). Pero, obviamente a las 6:30 de la mañana era bastante difícil ver algo para deleitar la vista. Pasé mi maleta para comenzar a embarcar: pasamos el control de pasaportes (ahora Argentina no pone sello en el pasaporte) para salir de Argentina y entrar a Uruguay. El viaje en el ferry de Buquebus fue tranquilo y muy cómodo, el nombre de este era Francisco (imagino por el papa argentino) (https://vadebarcos.net/2014/03/03/ferry-alta-velocidad-ropax-francisco-buquebus/). Me hacía mis viajes en ferry en Dinamarca, cuando estuve becado entre los años 1994 y 95, comunicación vital entre las numerosas islas de ese país. Yo vivía en una, Bornholm, que quedaba a 7 horas en ferry de Copenhague. En el viaje, quería ver hacia el exterior, pero se veía poco el estuario del río de La Plata, prácticamente un océano de agua dulce (https://www.fundacionaquae.org/wiki/rio-de-la-plata/). El calor del interior creaba un paño de humedad con el frío del exterior (unos 9 a 10 grados). Llegamos un poco más de 3 horas y media a Montevideo. Por no conocer las reglas del juego, no había cambiado moneda a pesos uruguayos, moneda más estable que el peso argentino. 

Al descender, pedí información al respecto. Podía cambiar dinero en una tienda en la Rambla 25 de Agosto, frente al terminal. Estaba en Montevideo, una ciudad más pequeña que Bs. As. Era otra atmósfera y la gente caminaba con menos presión que en la urbe bonaerense. Puse el Google Maps y caí en la cuenta de que no estaba lejos de mi hotel: Hotel Palacio (https://hotelpalacio.com.uy/). Caminaba por las tranquilas calles del Mercado del Puerto, sitio al cual me hubiera gustado regresar para almorzar en alguno de sus restaurantes (https://montevideo.gub.uy/areas-tematicas/cultura-y-tiempo-libre/ferias-y-mercados/mercado-del-puerto). No se pueden hacer todas las cosas que uno desea. Quería dejar mi maleta y ver el Montevideo viejo. Y lo iba a hacer. Crucé diversas calles en las cuales también podías ver algunos buenos palacetes de las épocas de la migración. Al llegar a mi hotel, aún mi habitación estaba ocupada. Dejé mi maleta, pregunté en Recepción sobre la calle Dublín y el señor me respondió amablemente que él vivía en esa calle. En una ciudad de casi dos millones de personas y veo esta coincidencia. Me dio un mapa para poder ubicarme y salí para ir a ver la ciudad, su historia. Había atravesado plazas y calles por las cuales regresaría al día siguiente en mi corta estancia. Ahora quería ir al corazón de Montevideo y este estaba cerquísima. Bastaba salir y doblar por la calle peatonal Sarandí, caminar hacia la Puerta de la Ciudad y encontrarse con la Plaza de la Independencia. En el camino, me encontré con una librería: Librería Puro Verso (http://libreriapuroverso.com/lpv/inicio). 


Como Buenos Aires, esta librería tiene una cafetería en la segunda planta (o primer piso, cuidado con la nomenclatura que es diferente a la nuestra) y unos bellos vitrales. Viajar y comprar libros puede ser una pesadilla al final por el peso que uno tiene que cargar. Me limité a comprar un libro de historia uruguaya, de la dictadura de los 60 y 70, El Uruguay inventado de Aldo Marchesi (http://estuarioeditora.com/libros/el-uruguay-inventado/) (https://www.sarandi690.com.uy/2023/08/07/aldo-marchesi-el-uruguay-inventado/). Además, compré un CD de Soledad Bravo que rinde homenaje a uno de los músicos más populares uruguayos: Alfredo Zitarrosa (https://music.apple.com/es/album/homenaje-a-alfredo-zitarrosa/287920199). Ya estaba saliendo y, de pronto, recordé sobre filmes uruguayos de calidad como Whisky (https://www.youtube.com/watch?v=MnHhPESkGcc), pero ya no estaba disponible (https://www.guruguay.com/es/5-pel%C3%ADculas-uruguayas/). Pero había otras dos que adquirí: el filme de ficción La cáscara de Carlos Ameglio (https://www.youtube.com/watch?v=LU46ndI3s4I) (2007) y el documental D.F. (Destino Final) de Mateo Gutiérrez (https://www.youtube.com/watch?v=9LxjHLtcx6s) (2008). Uno de los objetivos de mis viajes es, también, buscar filmes que no veremos en circuitos comerciales u otros medios. Pero, ahora todo depende de plataformas virtuales, muchas de las cuales no tienen mucho que ofrecer, salvo lo más comercial. Ni modo. Salí de la librería, luego de haber tomado fotos muy simpáticas del lugar; al salir vi la imagen icónica de Montevideo: la Plaza de la Independencia con el monumento de José Gervasio Artigas y el gran edificio palacio Salvo.


 Al llegar a la plaza, me dirigí hacia el Palacio Estévez, que ahora es Museo de la Casa de Gobierno. Era el museo ideal, pues condensa la historia uruguaya (https://municipiob.montevideo.gub.uy/node/232): la historia política de Uruguay está entre sus muros y hay un buen trabajo museográfico. Hay ropa, documentos, monedas, estampillas, filmes, panoplias, armas del siglo XIX, además de una buena colección de estatuas y pinturas. El acceso es gratuito, pero no puedes tomar fotos. La casa es muy interesante y un tiempo fue el palacio de gobierno del Uruguay. Casi al terminar hay una recopilación de documentales de los momentos más interesantes del pueblo uruguayo: visitas importantes, el auge de Punta del Este, el primer mundial de fútbol (https://www.youtube.com/watch?v=wN21I_F7MN0), escenas del famoso Maracanazo (https://www.youtube.com/watch?v=8baztTZxkQo), el auge industrial, el hundimiento del acorazado de bolsillo Graf Spree (https://www.dw.com/es/acorazado-graf-spee-historia-de-un-reflote/a-5029910). Historia pura. 




Al salir del lugar, pregunté por otros museos a los encargados del lugar y muy amablemente me dieron una serie de sitios por visitar. Buenos consejos que me ayudarían a recorrer en el perímetro del casco antiguo. Seguí por la Av. Bs As para encontrarme con el Teatro Solís (https://montevideo.gub.uy/areas-tematicas/cultura-y-tiempo-libre/teatros-y-centros-culturales/teatro-solis); me hubiera gustado ingresar, pero la Sinfónica estaba en ensayo y no me había enterado, sino hasta la noche, que había un festival de documentales en una de sus salas (https://www.teatrosolis.org.uy/home). Retorné a la peatonal Sarandí y me enfilé hacia la Plaza de la Constitución en la que estaba la Catedral. 





La Plaza Matriz o de la Constitución es bastante sencilla y cuenta con una bonita pileta central. Es una plaza cargada de historia (https://www.ecured.cu/Plaza_Constituci%C3%B3n_en_Montevideo_(Uruguay)). La Catedral estaba abierta y aproveché para visitarla. Es también un monumento histórico que tuvo un siglo XIX muy movido y una dictadura a la cual llamaron “dictablanda” (https://catedralmontevideo.com.uy/web2/index.php/historia). Montevideo es una ciudad que tiene poco vestigio colonial, fue una suerte de muro de contención contra las pretensiones portuguesas desde el Brasil y también fue atacada por los ingleses (http://www.viajeauruguay.com/montevideo/historia-de-montevideo.php). Pero había que recargar las baterías: era hora de almorzar. Pensaba en ir a la zona del puerto y, como fui ya para instalarme en mi cuarto en el hotel, la señora me sugirió un restaurante muy cerca al hotel: el Dueto (https://www.tripadvisor.es/Restaurant_Review-g294323-d1456673-Reviews-Dueto_Cocina_Urbana-Montevideo_Montevideo_Department.html). Sabía que iba a comer poco pescado en esta visita a Baires y Montevideo. El menú estuvo muy bueno y por primera vez comí lubina, un pez del Atlántico (https://www.abc.es/bienestar/alimentacion/abci-lubina-202103031355_noticia.html) (https://www.directoalpaladar.com/recetas-de-pescados-y-mariscos/temporada-lubina-cinco-recetas-imprescindibles-para-seguir-disfrutando-este-saludable-pescado-no-solo-navidad). Un buen almuerzo. Tan bueno que volvería al día siguiente. Como lo acompañé con vino blanco, pregunté por buenos vinos uruguayos. Los tips me servirían más tarde. Había dejado mi celular cargando en el hotel; viajar es todo un problema por los enchufes; había olvidado de traer un adaptador y en Baires me encontré que los enchufes eran con cuchillas oblicuas y en Montevideo, redondas. Uno de los apuros la primera noche no era sólo para cenar, sino para comprar un adaptador muy barato (1 dólar), lo llevé a Montevideo y no lo iba a usar. Gentilmente las personas del hotel me prestaron un adaptador para poder cargar mi celular y luego las baterías de mis cámaras. Just in case. Había recibido información de una galería museo de uno de los principales pintores uruguayos: Joaquín Torres García (https://mymodernmet.com/es/joaquin-torres-garcia/). 



El museo no estaba nada lejos; estaba prácticamente al costado en la que había estado más temprano. El museo está muy buen distribuido y presenta una gran colección de este pintor que por primera vez conocía. Tres pisos de su obra y en el último piso es el espacio de exposiciones itinerantes: https://www.torresgarcia.org.uy/exposiciones.php. Me hubiera gustado comprar un libro o catálogo del museo o del autor, pero la vendedora estaba apurada y, disculpándose, me dijo que estaba por cerrar. Era 5 pm (aún estaba con dos horas de atraso). Además, como era invierno, la ciudad oscurecía rápidamente. Pero había otro museo cercano, el que acogía una gran colección de José Gurvich, pintor de origen lituano judío, cuya familia se afincó en Montevideo el siglo pasado. Tanto Uruguay y, sobre todo, Buenos Aires son ciudades que acogen grandes comunidades judías (https://cciu.org.uy/los-judios-en-la-ciudad-de-montevideo/). Incluso una de las mejores películas de comedia negra uruguayas, Whisky, está inspirada en la historia de dos hermanos judíos, uno de los cuales aparenta una vida de casado, solterón él (https://www.youtube.com/watch?v=rNbNqBVBsHA). Caminé por la peatonal Sarandí sólo tres cuadras. La obra de este pintor tiene gran difusión (https://www.ecured.cu/Jos%C3%A9_Gurvich). Gurvich fue alumno de Torres García y compartía taller con su maestro hasta buscar su propia opción. Había, también, una exposición itinerante de Lincoln Presno (https://www.museogurvich.org/museo/noticias-2018/858-lincoln-presno-las-decadas-abstractas-1970-1985). 




Esta estaba ubicada en la planta superior, por la cual empecé. Una hora de buen recorrido. Al salir compré un libro catálogo y por azar en mi caminar me encuentro con una bodega o tienda de alimentos muy bien surtida, El Naranjo, en la que entré para hacer las compras que debía llevar de Uruguay: vino y dulces. En el restaurante Dúo me recomendaron algunos y a los vendedores les pedí algunos consejos. Había venido con una maleta vacía de Baires e iba a regresar con buen peso. Compré dos vinos rojos, uno mezclado (blended) Tannat/Merlot y otro Cabernet Sauvignon Traversa; y uno blanco, Sauvignon (https://grupotraversa.com.uy/). El blended ya cayó en nuestros paladares durante la visita de Carmen y César tras la visita a Cajamarca. Los otros esperan los buenos momentos. También me traje el chimichurri tradicional y picante marca Mande Patrón (https://www.elpais.com.uy/negocios/mande-patron-el-aderezo-gourmet-que-conquista-mas-alla-de-la-parrilla). Ya han sido probados ambos con buenos resultados. Y, además, en países ganaderos por excelencia como Argentina y Uruguay, no podían faltar los dulces de leche. Por lo que pedí a la vendedora que se sugiera uno de calidad y me propuso uno: Narbona de casi un kilo. Ahora sí mi maleta estaba bien cargada: tres botellas, 1 envase de vidrio con dulce de leche de casi un kilo y dos frascos pequeños de chimichurri de 150 gr. Cada uno; más dos libros, un CD y dos DVD. Por la mañana, durante la espera en el ferry, como no había tomado desayuno, había comprado algunos sánguches y me quedó uno para la noche; esa fue mi cena. Decidí a hacer una buena caminata para ver Montevideo de noche, así que la emprendí por la Av. 18 de Julio. Pensé hacer una larga caminata, pero me encontré con un ambiente cultural interesante: la Sala Zitarrosa (https://salazitarrosa.montevideo.gub.uy/). En Montevideo había un festival de documentales en su décimo quinta versión (https://www.docmontevideo.com/).



 Pregunté si podía entrar y me comentaron que era sólo con invitación, cuando apareció una chica-ángel que me indicó que sí había entradas a la venta y que la presentación estaba por empezar. El documental: El retrato de mi padre de Juan Ignacio Fernández Hoppe, quien estuvo presente en la presentación hablando sobre la realización del mismo. Tras su presentación y la de su equipo de rodaje, se hizo la proyección en una sala a medio llenar. Salimos casi a las 11 de la noche y decidí retornar al hotel. Estaba postergando la visita a Gustavo Ruibal…