Miércoles 30 de
enero. Día de descanso. Carmen tenía que dejar todo listo, pues al día
siguiente nos íbamos a Sevilla, gracias a una invitación de ella. Ese día nos
fuimos a visitar a su madre por la tarde y luego nos dirigimos con Elisa a
Valladolid a hacer un interesante juego de pensar y armar la respuesta a través
de cabos sueltos que se van dejando en el camino. Muy divertido, estuvimos a un
pelo de resolverlo; el problema es que te dan un tiempo limitado para hacerlo y
entra las angustias y los nervios. Ese día fue muy simpático. Por la mañana
estuve preparando la maleta y las demás cosas, pues nos íbamos con todo a
Sevilla.
Jueves 31, día de
Sevilla. Nos fuimos en el AVE. Primero partimos desde Palencia hasta Madrid;
luego de Madrid a Sevilla. Elisa nos llevó a la estación un poco antes de la
partida. Salimos en el de 9:16 y el trayecto es de una hora y 26 minutos.
Atravesamos Valladolid y pasamos cerca de Segovia. Llegamos primero a la
estación de Chamartín y de ahí nos dirigimos a Atocha de donde saldríamos para
Sevilla; ya era un poco más de la 10 y media. Tomamos un buen café con un
pastel; antes me había premunido de un buen mapa. Salimos es un turno un poco
antes del mediodía. Así no íbamos a estar con apuros y tener contratiempos. Nos
íbamos a Sevilla.
Cuando llegué a
España, Carmen me había propuesto una visita selecta que iba a rematar en
Madrid con la visita de dos esplendorosos museos. Pero Sevilla fue un
esplendoroso regalo que Carmen tenía bajo la manga. La propuesta fue perfecta.
Recién llegados a
esta ciudad, se ve otro ambiente. Es como si estuviera siempre de fiesta, la
palabra que hemos heredado los hispanoamericanos de este espíritu andaluz, el
cual es mezcla de tantas razas y culturas. Pero los problemas están ahí. Llegamos
a la terminal Santa Justa, tantas veces leída por mí cuando realizabas los
viajes por Europa por tren en 1994-1995. Así como la estación de tren Santa Apolonia
de Lisboa, Santa Justa era otra que resonaba en mi memoria. Llegamos a esta
estación grande, moderna, remodelada tras la feria de 1992. No bien tomamos un
taxi, el conductor nos dio unos papeles por la huelga que se estaba extiendo
entre todos los taxistas de España en protesta contra la empresa UBER. En su
hablar andaluz nos explicaba las trampas desleales que esta compañía fomenta
entre los conductores para que, a la larga, destruya el gremio de choferes de
taxi. Nos entregó propaganda y nos explicó, camino al hotel donde iríamos a
estar, todas las maniobras sucias que promovían para quebrar el trabajo
agremiado de estos hombres. Las protestas se volvieron violentas en algunas
ciudades. Dejaba los chalecos amarillos en Francia y salió esto. Alcanzo este
video en el que explica la situación de manera lo más neutra posible: https://www.youtube.com/watch?v=S2RO56zDqi4. En Perú no teníamos datos de esto y me sorprendió bastante
Nos despedimos de nuestro chofer una vez que llegamos a nuestro hotel: Alcázar.
Carmen me comentaba que cuando iba a esta ciudad, usaba este para hospedarse. Es
un hotel antiguo y que conserva un patrimonio interesante que han reunido en un
pequeño libro que regalan a sus clientes. Tiene una buena colección de tapices
y mapas antiguos, algunos de los cuales lucen en la oficina de admisión. No
bien nos acomodamos en nuestras respectivas habitaciones y, al encender el
televisor, aparece la noticia de UBER y el conflicto del cual nos había hablado
el taxista. Tema candente.
Luego de un breve
reposo y un buen duchazo, salimos para cenar. Mandé un mensaje a un amigo de
Trujillo, peruano él, que regresó a Sevilla donde vivía antes de ir a Trujillo
a ver si se podía convertir a la ciudad en un patrimonio mundial más. Quedamos
para el día siguiente. Salimos con Carmen para ir a recorrer el centro viejo.
Nos fuimos en dirección de la calle Nicolás Antonio. Nos internamos por
diversas calles en ese entramado que es el centro viejo de Sevilla. Pasamos por
restaurantes, iglesias, centros de baile flamenco hasta llegar por la calle Don
Remondo a distinguir la Giralda. Una de esas iglesias fue la de la Santa Cruz.
Ya teníamos hambre y nos fuimos buscando uno atractivo por la calle Mateos
Gago, llena de hoteles pequeños, bares y restaurantes. Nos dirigimos a uno
donde cenamos: La Moderna. Pese al frío, las calles estaban llenas de gente que
salía a cenar, pese a ser jueves. Una vez concluida nuestra cena nos fuimos en dirección
de la Giralda para luego voltear hacia la izquierda en dirección a la Plaza del
Triunfo, la cual veríamos nuevamente al día siguiente. Tomamos camino por calle
Miguel Mañara hasta Plaza Contratación, seguimos por San Gregorio hasta la
calle San Fernando para irnos hacia la plaza Don Juan de Austria; en el
trayecto pasamos por la Universidad de Sevilla totalmente iluminada. Ya en la Plaza
nos fuimos a nuestro hotel para descansar temprano. Fue un día intenso. Pero el
01 de febrero lo iba a ser más.