

La última semana la polémica sobre este espinoso tema ha sido abordado desde diversas perspectivas, con visiones que rayan con el fundamentalismo y que creo que amerita la reflexión de todos los ciudadanos que luchamos por los derechos personales.
En todo este "espacio democrático de discusión" se ha escuchado de manera insistente y con una posición casi obtusa a miembros de la curia católica, apoyando una posición en la cual se dice proteger a un embrión (hay todavía una larga discusión filosófica, científica y ética al respecto); pero, la mujer, quien es la que está más directamente afectada, ha tenido poco espacio de resonancia (salvo a las que han apoyado la visión de la iglesia conservadora) sobre las futuras decisiones que debe tomar nuestro país como política de estado. Varias cosas.
1) El tipo de aborto asistido y consentido que se propone es para dos casos específicos en los cuales la mujer como tal va a salir bastante damnificada. Según nos han enseñado, los hijos se crean y conciben con amor. Eso es lo que se habla para la constitución de una familia. El producto de una violación no es un acto de amor, a menos que, en los últimos años, la violación haya adquirido un nuevo valor semántico en el cual el fruto de la misma pueda llamarse acto de amor. la posición forzada de la sociedad para con la mujer violada es inaudita; en vez de protegerla, ella debe forzosamente llevar en sus entrañas el producto de su mala experiencia. Lo más gracioso (y eso es real) es que la sociedad se va a desentender del futuro de esa mujer y la va a dejar abandonada a su suerte. La autoridad eclesiática me ha parecido muy ligera en su declaración de acoger a todos los hijos producto de una violación. Hasta donde sé, los miembros de la iglesia católica tienen jurada la restricción de tener hijos y exigir una acción que para ello no es aplicable dista mucho de su comprensión y compromiso para entender al otro o, mejor dicho, a la otra. Además, y lo que más sorprende, es que la máxima autoridad eclesiástica de nuestro país tuvo la desfachatez de declarar a militares y personajes sombríos que "los derechos humanos son una cojudez"; ergo, los quieres vivos para después no ser protegidos en esta vida, bajo esa óptica que escoge quiénes tienen derecho a recibir un trato digno de ser humano y quiénes no.
2) Bueno, si le damos vuelta a esta perspectiva y se informa bien a las mujeres que sufren violaciones (niñas por sus padres o padrastros, mujeres violadas en la selva por el ejército o sendero, chicas violadas por pandillas, etc...) que no se preocupen, puesto que el producto de su mal momento tendrá un "padrino" para el mismo. Además, si lo vemos bien, la mujer sí podrá denunciar públicamente su violación (nuestra sociedad ve mal a una mujer violada e incluso se la culpa de ser ella la provocadora de una violación, mismo mito de Eva y la manzana) con el fin de certificar para que la iglesia sí pueda recibir con sello de garantía que el bebé que va a acoger sí es producto del odio humano y no del amor del mismo.
3) Esto va a amarrado al hecho de que nuestra sociedad es aún muy hipócrita en cuanto al manejo de su sexualidad tanto social como íntima. La pobreza del sistema educativo de no querer abordar la educación sexual choca con el concepto de creencia. La educación sexual es como enseñar lenguaje o matemáticas a los alumnos. Es un derecho general y no es una cuestión de opción. Yo sí puedo optar por aprender religión o no, puesto que es una cuestión de fe. Pero saber cómo es mi cuerpo y qué debo hacer para preservarlo y tomar medidas para curarlo es un deber del estado hacerlo y un derecho natural de todos los ciudadanos. Pero cuando hay cuestiones de índole religiosa sobre este tema, estamos trasgrediendo el derecho natural de los ciudadanos a conocer la verdad, así esta interfiera con preceptos de fe. Quizá así nuestro país tendría menos mujeres adolescentes o niñas preñadas, objeto de su ignorancia. Las mentes más obtusas pueden pensar que conocer los órganos genitales es invitar a que los alumnos vayan directamente al pecado. Con todo el mundo de internet que nuestros jóvenes tienen y la abundancia de diarios chichas que apuntan al varón de escasa cultural, lo que debe hacer el Estado es desarrollar una verdadera política de prevención. Eso es crucial desde cualquier perspectiva: así no "sacas del camino" a tanta niña o joven escolar o universitaria que tiene un futuro personal por labrar y mucho qué aportar a nuestra sociedad.
4) Del punto 3, puedo decir muchas cosas que suelto aquí: quizá los hombres estemos creando formas de control contra la mujer para evitar su competencia, así la sacamos del mercado laboral. Otro punto más, y esto va con la dinámica del mercado, me aseguro que la máquina de hacer clientes (un hijo es cliente desde que nace, sino pregúntenle a las clínicas materno infantiles y toda la industria láctea del mundo) no me falle. Ya se ha visto en Europa que la población ha decrecido. Creo que esa medida debemos aprenderla. La población crece demasiado y nos han hecho creer que eres útil si hijos tiene. Los mejores casos de esta política fueron Mussolini y Hitler. No hemos cambiado mucho que digamos.
5) Si los jóvenes supieran manejar más su sexualidad, casos como el que tenemos en discusión ahora descenderían. Es una posibilidad. Pero debemos despegarnos del tabú. Y el tabú lo respetas, pero no sabes por qué. De saberlo, de quitarnos un poco la venda, quizá la sociedad aborde este tema con más franqueza, con menos complejo por parte de los padres para con sus hijos y los hijos se acercarían con más confianza a sus padres. Es un gran temor, y pocos son los hogares latinoamericanos en los que este tema es francamente abordado. Si hay alguno, déme ejemplos para saber que ya estamos cambiando.
6) El segundo caso de aborto asistido es más terrible; es condenar a una mujer desde el embarazo a sufrir psicológicamente. Saber que el feto presenta malformaciones o, peor, su periodo de vida va a ser breve (acéfalos u otros casos) es condenar a la pobre mujer a que sea una madre fracasada y frustrada. Muchas de ellas les dan una palabra que es muy típica en Latinomérica: resignación. Resignación a ser pobre, resignación a ser incapaz, resignación a tener un empleo mal remunerado. Hay más segmentos de resignación. El de ser madre es uno de ellos y allí hay un amplio espectro. El derecho a la felicidad personal de la mujer como madre no existe. Ojalá rescatáramos a Nora Krostrad de Casa de Muñecas para volver a entender lo que son los derechos personales. Mi madre recién goza de su felicidad individual como persona mayor y viuda (tiene 74 años) ¿Hay que esperar tanto para ser feliz y poder tomar tus propias decisiones?
Largo camino aún para la humanidad.