"Buena aceptación que tiene una persona o cosa". Esta es una de las acepciones de la palabra "éxito" en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su vigésima primera edición; las otras dos acepciones están ligadas a un triunfo económico o empresarial.
Curiosamente esta palabra la acabo de oír o leer bajo una reflexión bastante dura por parte de dos intelectualmente destacadas personalidades de la comunidad académica peruana, Ruth Shady y Luis Jaime Cisneros. Ambos desde sus bastiones intelectuales han hecho ver que esta palabra ha tenido un derrotero bastante singular en el mundo actual y es, en cierta manera, la génesis de muchos sinsabores que nos toca vivir.
En los últimas décadas, bajo una singular forma de concebir la enseñanza (como cualquier proceso humano) como un simple negocio, el término "éxito" se ha ido insertando en la concepción educativa e intentado contaminar la esencia de la educación. Ésta es un proceso humano que prepara a una persona a integrarse a la sociedad e intenta hacerlo de manera holística con el fin de hacer reflexionar al educando que es un ser social, que es una persona que adquiere herramientas que le permitan transformar su espacio en un lugar mejor. Esa es la intención. La educación está centrada en el proceso de reflexión que prioriza el conocimiento para que funcione como un verdadero tamiz y herramienta de reflexión de la información que nos llega permanentemente. El mundo es un campo de sensaciones informativas desde que naces hasta que mueres: la educación permite afinar conscientemente esas herramientas para transformar la información en algo útil y positivo. Esta es la buena declaración.
En los últimos tiempos, la saturación informativa nos ha hecho meros receptores de un sinfín de datos. Muchos de ellos (miles de ellos) no son procesados y son aceptados a pie juntillas. No tenemos tiempo de validarlos, puesto que súbitamente somos "atacados" con más información. El joven actual asume la información , con todo lo que llega a sus ojos (no se procesa, sólo se "toca"visualmente), como válida y la esgrime como verdadera. En la cultura actual, la información se ha vuelto masiva y no hay tiempo para procesar ésta. Por eso, ciertos patrones llegan a la masa sin ser cuestionados. Entre tanta información no procesada, está esta palabra, "éxito", tan burdamente presentada y tan peligrosamente aceptada.
El sistema actual no promueve (ni quiere hacerlo) la cultura de la reflexión: detenerse a pensar las cosas antes de hacerlas. Esto, en términos de libre mercado, sería fatal puesto que la competencia nos "devoraría". El haber permitido esta lógica nos ha conllevado a la más profunda crisis de los últimos tiempos: hemos dejado que el mundo sea manejado por una aparente gavilla de imbéciles que han impuesto terribles patrones a la humanidad a través de la educación. Luis Jaime Cisneros bien lo dice en su entrevista en El Comercio del día domingo (suerte que no lo hayan censurado como censuraron a Mario Bunge, quien no apareció en ninguna página o reporte): hemos priorizado la información antes que el conocimiento, hemos reemplazado éste por aquél. Pero es claro que esto obedece a un planteamiento siniestro de lo que es el manejo de la educación en todo el orbe: el raciocinio es un arma peligrosa y atentaría contra los cerebros grises que ven en el embrutecimiento de la humanidad la mejor forma de enriquecimiento. Este es el nuevo patrón humano.
Por otro lado, cuando hablábamos con la Dra. Shady al respecto, vimos con sombría perspectiva que para un joven el éxito no encierra conocimiento para hacer mejor el mundo. Eso no. El éxito está ligado al dinero: mientras más logres, es mejor. Algunas veces digo a mis alumnos (que quieren el éxito así concebido) que sería mejor ser narcotraficante o ladrón de alto vuelo (así hay varios en nuestros gobiernos y se han vuelto paradigmas para mucha gente) para obtener rápido dinero y ser un hombre de éxito. Algunos de los chicos han reaccionado dubitativamente ante este enunciado, quizá porque les haya pasado por su cabeza esta probabilidad. A muchos. Es una rápida, adrenalínica y atractiva forma de ser un "hombre de éxito".
Espero que pronto, tras esta crisis que ha cuestionado el tipo de persona de éxito (los famosos yuppies, por ejemplo) que ha conducido a la infelicidad a millones de desempleados, erradiquemos de la educación esa palabra que a la larga atenta contra la misma esencia de la enseñanza.
1 comentario:
Además, tanto flujo informativo, que no se ha podido procesar ni siquiera se tiene los conocimientos previos para discriminar qué o cuál información es relamente útil, desemboca irremediablemente en el relativismo. Ahora, todo es relativo, nada es definitivo...
Publicar un comentario