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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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miércoles, 5 de noviembre de 2008

LOS AÑOS 60



Great nonsense has been spoken of that time.
But I can tell you saw then
A terrible darkness on the face of men,
His last astonishment, and now that I´m
Old I behold it as a young man yet.
None of us now knows wht it means,
But to this day our loves and disciplines,
Work there and watch. We do not forget.
JOHN BERRYMAN, THE DISCIPLE



Ya casi 40 años nos alejan de una de las décadas más apasionantes de la humanidad en su conjunto: la de los 60. Un intenso periodo en el cual se han de gestar los cambios de la nueva era, la búsqueda de los derechos humanos individuales y colectivos (sobre todo igualdad racial y de género), la revolución sexual con la aparición de la píldora, el desarrollo de la ciencia en cuanto a las comunicaciones y transporte (la primera transmisión vía satélite fue cuando un ser humano puso por primera vez su pie sobre la luna, allá en 1969); la década del aggiornamento de la iglesia católica tras el Segundo Concilio Vaticano. La minifalda y los colores chillones eran el abierto desafío de los jóvenes de entonces, quienes oían a los Beatles o los Rolling Stones. Década que se inició con un leve deshielo entre las grandes potencias de entonces (EEUU. y la URSS.), encabezadas por líderes que querían, quizá, una nueva sociedad mundial: Kennedy y Kruschov, respectivamente. Uno cayó bajo las balas, otro fue silenciosamente desplazado y acabó sus días en una Dacha, una típica casa de campo rusa. En otro lado del planeta, Mao empezó su turbulenta Revolución Cultural, periodo que ahora sus cineastas abordan con un agudo interés. Su prédica va a entrar en los salones de clases universitarios y hará estallar a partir de 1967 una serie de revueltas en pro de la modernización de la sociedad y el poder. Su punto culminante es el Mayo del 68, cuando por unos días la Imaginación estuvo en el poder. Esto va a precipitar la caída de aquel que representaba el antiguo orden: Charles De Gaulle. África iniciaba su lento y duro camino hacia la independencia; algunos países la obtuvieron de manera pacífica, otros como el Congo belga (actualmente Zaire) tuvo dolorosos baños de sangre con la misma muerte de su líder, Patricio Lumumba; lo mismo le sucedió a la Argelia de Ben Bella por parte de Francia. En América Latina tanto la Guerra Fría como lo sucedido en las aulas universitarias se van a trasladar a las calles de Buenos Aires, Santiago, Brasilia, México o Lima; algunos países van a caer en manos de dictaduras militares o civiles, tales como Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú y Uruguay, con diferentes consecuencias; el primero en ser derrocado va a ser João Kubitschek en Brasil, quien intentó modernizar el país y dar más atención a los desposeídos; esta situación en Latinoamérica se va a ensombrecer a los inicios de los 70, cuando en Chile se trunque el primer gobierno socialista de Salvador Allende, elegido por el pueblo (Pinochet, 1973). La América latina luchaba por su espacio bajo el sol, y muchos optaron por métodos radicales, siguiendo el estilo de Cuba con Fidel Castro; la presencia y admiración de un hombre como el Che Guevara han quedado en el imaginario colectivo de la sociedad latinoamericana, a pesar que se lo quiera negar. Pero las marcadas secuelas de la Guerra Fría se van a centrar en ciertas regiones del planeta, siendo las más convulsivas Medio Oriente (Israel y sus vecinos) e Indochina, sobre todo, Vietnam.
La sociedad norteamericana venía de una década de bonanza económica tras la culminación de la Segunda Guerra Mundial, toda una gran potencia militar y con un estilo de vida patrón que va a ser modelo difundido por sus medios de comunicación; además es una década de dirigentes paranoicos que veían en todo y en todos el peligro rojo. Cuando EEUU reemplaza a Francia en el conflicto del Lejano Oriente, encontró su talón de Aquiles. Luego de una dolorosa separación de la península coreana para contener la marea roja, los gobernantes norteamericanos se sienten en la obligación y en la ocasión (por supuesto) de convertirse en el adalid de la democracia y los derechos de los pueblos. Kennedy quiso arreglar los problemas tanto internos como externos, sea los derechos civiles de la minoría negra, así como salir paulatinamente de Vietnam, Camboya y Laos; el problema de Cuba puso en alerta a la maquinaria militar norteamericana y esa sensación de invulnerabilidad se vio profundamente afectada. Los conservadores y paranoicos no van a escatimar en enviar a muchos de sus jóvenes a ser masacrados, muertos o mutilados en Vietnam. Así la intelectualidad norteamericana, las aulas universitarias, sobre todo Berkeley con pensadores como Henry Marcuse, se pondrán de pie para cuestionar al sistema: el Black Power surgirá como parte de esta coyuntura y no solo Martin Luther King, Malcom X o Angela Davis se harán conocidos, sino también esa multitud de hombres y mujeres negros que levantarán su puño para mostrar ese poder; las imágenes de los atletas negros vencedores de las pruebas de 100 ó 200 metros planos en las Olimpiadas de México en 1968 hablan por sí solas. Y en San Francisco surge uno de los movimientos sociales más interesantes de las últimas décadas: los hippies, el poder de las flores. De pronto el stablishment se ve fuertemente cuestionado, las calles son ganadas por jóvenes antibeligerantes, desafiantes al sistema, con un culto al amor libre, al consumo de drogas psicodélicas, a una moda libre, estridente, con una música que saca de quicio a los mayores: el rock.
El arte, en este fascinante contexto, no podía estar exento; los bruscos cambios sociales se ven en la plástica con Lichtenstein, con Warhol; el teatro llama al happening; el rock accede al clásico que ya venía desde Stockhausen y recae en sofisticaciones de Yes o Pink Floyd en Inglaterra; en la sociedad norteamericana grupos emergentes como Creedence Clearwater Revival, Santana, The Doors, Allman Brothers, The Who o America llevaban adelante el mensaje crítico del momento que había inaugurado Bob Dylan con sus canciones The Times they are changig´ o Blowin´ in the wind ; ya Calder creaba sus esculturas movibles y la literatura rescataba a sus malditos como Bukowsky o Salinger, vejados una década anterior; Ferlinghetti, Ginsberg seguían a Jack Kerouac…Norteamérica es un volcán en creación permanente.
¿Y el cine? El arte masiva va a tener también grandes cambios; la década anterior la cinematografía era reina y señora del escenario; mas, a fines de los 50 aparece una pantalla pequeña que será un desafío en los 60: la televisión. Este medio comunicativo cambiará los gustos del gran público tanto en forma como en contenido. La grandiosidad de escenarios de los filmes de los 50 van a pasar a escenarios simples e incluso de pocos planos y rápidos como exigía la televisión; y las tramas demandan ahora personajes más sencillos y desarrollos más simples. Los clásicos directores de cine son reemplazados por un grupo de directores independientes, jóvenes, algunos de ellos venidos del teatro, con presupuestos bajos, con actores desconocidos.


BUTCH CASSIDY AND THE SUNDANCE KID 1969 GEORGE ROY HILL Cuando todo parecía que el western estaba en franca decadencia, llega este film que refresca el género y catapulta a esta dupla (PAUL NEWMAN y ROBERT REDFORD) como una pareja singular y violenta, del medio Oeste, la propuesta es interesante, con datos históricos reales, pero con ciertos elementos anacrónicos empleados con un buen humor, que da un buen respiro a este género. La canción central de Burt Bacharach, “Gotas de lluvia caen sobre mi cabeza”, popularizó más esta película. Acompañan a esta dupla la actriz Katharina Ross. Según la historia esta dupla de bribones terminó sus días en Bolivia.

THE GRADUATE (EL GRADUADO) 1967 MIKE NICHOLS Este es un verdadero retrato de los conflictos generacionales acertadamente mostrado en esta película, y es un clásico de los 60, con la música de Simon and Garfunkel, con canciones que se volvieron todo un icono musical como El Sonido del Silencio. Un recién graduado, Benjamín (Dustin Hoffman), en agasajado hasta el hartazgo por sus padres, quienes no respetan sus indecisiones y las crisis de un recién egresado; es abordado y seducido por una señora, amiga de sus padres, la Sra. Robinson (Anne Bancroft), la pronta llegada de su hija (Katharina Ross) cambia los planes; una estrategia para demoler amistades falla y los objetivos no son logrados. Film entrañable y de necesaria visión para entender esta loca década.

EASY RIDER (BUSCO MI DESTINO) 1969 DENNIS HOOPER Es un verdadero río-documento de ese espíritu de libertad que recorría a la sociedad norteamericana. Dos hippies (el mismo Hooper y Peter Fonda) han amasado cierta cantidad de dinero vendiendo droga, y así deciden con sus motos enrumbar hacia Nueva Orleáns para ver los carnavales. En su viaje atraviesan ese gran país, inmenso en extensión y geografía humana como son los Estados Unidos; las escenas del Monument Valley, antes inmortalizado por John Ford, son emocionantes, así como ese acercamiento a las minorías y a entender ese mundo muchas veces marginado por el sistema. Pero también se van a encontrar con fuertes manifestaciones de intolerancia que en cierta manera caracteriza a un buen sector de la sociedad estadounidense, así es como se presagia el fin.

THE WILD BUNCH (LA PANDILLA SALVAJE) 1969 SAM PECKINPAH Uno de los filmes más violentos rodados en el western, una nueva visión del héroe en esta sociedad cambiante, es también una suerte de destrucción de cierta inocencia al verse frente a situaciones en las cuales tiene que decidir entre la lealtad a sus amigos o a sus principios. Hecha con poco presupuesto, utilizó sobre todo recursos de cámara o montaje más que escenarios u otros elementos que hubieren demandado un desorbitado presupuesto. Los tiempos cambian. También es la oportunidad de viejas glorias del cine que van viendo el ocaso de su estrellato como es el caso de William Holden, a quien lo acompañan Ernenst Borgnine, Warren Oates, Ben Jonson y Emilio “Indio” Fernández.

THE PARTY (LA FIESTA INOLVIDABLE) 1968 BLAKE EDWARDS Este es un film disparatado con el que cerramos este ciclo; una comedia con muchos gags (parece una película de Jacques Tati) que depende mucho de la capacidad de observación que tiene el espectador a través de la cámara. La presencia de un actor como Peter Sellers, como un desfachatado actor hindú, nos asegura una fiesta ciertamente inolvidable, en la que se sucederán escena tras escena a cual más disparatada, con una velada crítica al tufillo del Hollywood.

lunes, 3 de noviembre de 2008

JAVIER ECHECOPAR, maestro




Trujillo, Teatro Municipal, 7:30 de la noche, lunes 03 de noviembre. El teatro parcialmente lleno, Javier Echecopar sale al escenario con guitarra en mano. Con magistral movimiento comienza a interpretar las canciones de su repertorio. Javier en los últimos años ha sido un incesante investigador del reperterio musical peruano de la colonia y husmeado en archivos y trabajos de investigación que abordan este tema (como el delicioso estudio que realizó Juan Carlos Estenssoro sobre la vida y obra de José Onofre de la Cadena y Herrera, interesante personaje vinculado a Trujillo). Su exitosa carrera dedicada a la música lo ha llevado a ser el mejor guitarrista en lo barroco (me temo no sólo en el Perú, sino en Latinoamérica) y gran impulsor del rescate de nuestro patrimonio. No ha escatimado esfuerzos para vincular la música culta con la popular (ambas se nutren recíprocamente) y tiene una vasta producción discográfica (personalmente poseo 4 discos compactos que suelo oír con frecuencia). Aunque no soy muy aficionado a la música de guitarra, Javier tiene una gran capacidad de intepretación que llamó mi atención (como pocos guitarristas lo han hecho como Lagoya, Raúl García Zárate o Andrés Segovia). Gracias a eso, me embarqué en la empresa de oírlo con más frecuencia, lo que me permitió hacer gratos descubrimientos como el excelente disco GUITARRA ANDINA DEL PERÚ, en el cual hallé interesantes propuestas personales de HUÉRFANO PAJARILLO, que había oído en la versión del maestro Raúl García e incluso una versión en vivo que alguna vez oí a Jaime Guardia (hace muchos años) en versión de charango. Interesante es este bloque de yaravíes en los cuales ha podido captar el alma andina, en su dolor y alegría. Su trabajo mostrado su álbum LO MEJOR DE JAVIER ECHECOPAR es impecable; en este oí la primera versión de nuestro himno (el cual presenta después en un reinvención en CUATRO SIGLOS DE GUITARRA) y tiene unas versiones notables de unos lieders de Alfonso de Silva, con la limpia voz de Josefina Brivio (había oído estas versiones al piano con voces de sopranos como Mariella Monzón, Jacqueline Terry y Nora Usterman). Esta versión es limpia e interesante la audición en guitarra (siempre la había oído en piano). Las canciones modernistas son tan sensibles y muchas veces es difícil hallar ese humor de la misma; recuerdo ASHAVERUS, una bella canción poco interpretada; pero en el disco la versión de LAS GAVIOTAS es soberbia.
Pero lo más notable va a ser su trabajo en lo barroco; interesante y metódico trabajo el de CUADERNO DE MÚSICA PARA GUITARRA DE MATÍAS MAESTRO que data de 1786, el cual es más extenso en CUATRO SIGLOS.. y en LA GUITARRA EN EL BARROCO DEL PERÚ.
El concierto ofrecido en Trujillo mostró un amplio y sintético panorama de su trabajo académico. Estuvo acompañado por el "Cuarteto Trujillo" en la Suite Barroca Peruana en su propia versión. La primera parte se centró en lo barroco, tanto andino como español americano en las buenas transcripciones que él ha hecho de la inmensa obra de Martínez de Compagnon (mucha de esta la he conocido interpretada para un ensemble de cámara colonial y una buena versión es la del grupo ARS TAKI y la de Aurelio Tello.
La segunda parte se abrió con la transcripción a guitarra de la obra coral HANACPACHAP, pero lo interesante fue las variaciones que le dio a tan bella canción, cuya letra es original en quechua. Para mantener el sabor norteño de su visita interpretó una musicalización del poema de César Vallejo ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CALIZ en versión libre llamada Cáliz del 36. Dos alusiones a nuestro mar en Pájaro Marino y Chicama, luego una marinera; las raíces vinieron con dos canciones de Manuelcha Prado y cerró con su propuesta de nuestro himno.
Es un eximio guitarrista, espero que vuelva por nuestra ciudad; y espero que el público mejore para tener un concierto de primer orden, como nos lo merecemos ¿di?

martes, 14 de octubre de 2008

Para los demás de 40….




Por Eduardo Galeano

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto con mi mujer lavábamos los pañales de los críos. Los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita; los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda (incluyendo los pañales). ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables!
Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores. Y nuestras hermanas y novias se las arreglaban como podían con algodones para enfrentar mes a mes su fertilidad.
¡Nooo! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra.
Lo más probable es que lo de ahora está bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.
¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
Es que vengo de un tiempo en que las cosas se compraban para toda la vida.
¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas y escupideras de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.
¡Nos están fastidiando!¡¡Yo los descubrí. Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.
¿Dónde están los zapateros arreglando las medias suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y mientras tanto producimos más y más basura.
El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de 65 años! .Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII). No existía el plástico ni el nylon.
La goma solo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban.
De por ahí vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que educaron en el "guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo" pasarse al "compre y tire que ya se viene el modelo nuevo".
Mi cabeza no resiste tanto. Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que además cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) .
Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.
Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?
¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos...
¡¡Como guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡Guardábamos las chapitas de los refrescos! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela.
¡Tooodo guardábamos!
Las cosas que usábamos: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar.
Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón.
Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor. Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables.
Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.
Las cosas no eran desechables. Eran guardables.
¡¡Los diarios!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver!!. ¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos.
Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con que intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía "este es un 4 de bastos".Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.
Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden "matarlos" apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada. Ni a Walt Disney.
Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: "Cómase el helado y después tire la copita", nosotros dijimos que sí, pero, ¡minga que la íbamos a tirar! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas.
Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos.Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de bollones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. Ah ¡ No lo voy a hacer!
Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad es descartable.Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas.
Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer.
No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.
Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la bruja como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva.
Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la bruja me gane de mano y sea yo el entregado.

domingo, 14 de septiembre de 2008

CARAL


Viernes 10:30 de la noche. Dos buses salen desde Trujillo con destino a la ciudad de Supe. 95 estudiantes y 5 docentes, más tres agentes de viajes con los respectivos pilotos y copilotos se enrumban hacia el sur para visitar el pasado. Para mí, estos viajes son una buena válvula de escape, luego de días estresantes y cuasi monótonos. Casi un año atrás había viajado a este lugar con el primer grupo, el pionero. El de ayer nos ha permitido ver que ya hemos llevado a cerca de 600 chicos a conocer la génesis de nuestra cultura. El viaje se hace sin contratiempos, salvo el de una carretera Panamericana, tortuosa, saturada de tráfico pesado, con muchas paradas por ingreso a ciudades de una sola vía, pero que entorpecen el buen discurrir de la circulación. Llegamos a Supe a las 5 y media de la mañana del sábado. Desperezándonos, bajamos para estirar nuestras entumecidas piernas y sentir un poco la llovizna matutina. Un suave neblina cubre el valle y hacemos un rápido cateo de la zona; hay humedad en el ambiente, pero el día se pinta prometedor. Luego de las visitas consabidas a los baños, volvemos a nuestro bus para llegar a nuestro objetivo, previa pascana para un desayuno reparador. Jorge, Gilberth, los muchachos, todos comenzamos a entrar anímicamente en la idea de la visita a unos de los lugares más antiguos poblados culturales de América; como lo dijo alguna vez Melissa (un gran recuerdo para ella), estamos yendo a la génesis de nuestra cultura, al principio de nuestra identidad; a nuestra semilla.
El desayuno fue reparador y nos permitió "recargar combustible" para la caminata. Sí, hay que dejar el vehículo y marchar entre sembríos de ajíes, algodón y otros cultivos (algunos oriundos, otros de origen foráneo, como nos explicaron luego).
Hay lugares mágicos cuyas entradas son proverbiales y las recuerdas cada cierto tiempo; la he vivido en Efeso, en la Acrópolis, en Jerusalem, en Machu Picchu; son lugares a los que llegas y la presencia de la voluntad humana en perpetuarse se ve en sus vestigios. Caral es uno de esos lugares, de pronto, a los lejos, vislumbras unas pirámides que antaño confundían con grandes montículos de arena o piedra; el lento ingreso a la ciudadela se hizo por el parador turístico muy bien tenido y el cual permitió a todos nosotros prepararnos para la caminata.
Los guías encargados cumplieron con la función de informar a los jóvenes sobre lo que estaban viendo, visitando; sé que en muchos de ellos, nuestros alumnos, la obligación de estar atentos a poder responder un cuestionario previamente asignado les postergaba la sensación de saberse en un lugar mágico, con el peso de la historia. Podía discretamente deslizarme entre ellos para poder ver más detalles que muchas veces postergamos por creerlos más importantes, cuando esas pequeñas cosas del lugar, la luz, el paisaje, el viento, detalles que hacían el lugar muy interesante.

Para muchos de los asistentes, el hecho de caminar más de dos horas significó una situación poco manejable; a nuestros chicos les falta marchar más, eso fue lo que causó, en varios momentos, que el grupo vaya más lento y dejemos de ver otras cosas interesantes.

El momento culminante, casi al final de nuestro viaje por la historia, fue el encuentro nada más y nada menos que con Ruth Shady. El momento fue un poco tenso, quizá por el celo de los arqueólogos que trabajan con ella, pero pasados estos impases, la conversación fue óptima y para todos esclarecedoras; ella quedó muy sorprendida de la cantidad de alumnos de nuestra Universidad que ya habían visitado Caral. Casi 600 alumnos en una institución de casi 4000 dice la movilización que se ha logrado en el último año. La Sra. Shady se ha visto muy interesada en venir a nuestra casa de estudios para ver lo que estamos haciendo y conversar con los chicos directamente. Los 5ooo años de historia no tienen por qué desvancerse si es que hay entre todo ese mundo de posibilidades humanas, algunos que toquen su intelecto para preservar el patrimonio de los hombres. Espero que así esa.

sábado, 17 de mayo de 2008

MAYO DEL 68 ¿QUÉ PASÓ?. ARTÍCULO DE ALAN WOOS
















AUTOR: ALAN WOODS

http://www.elmilitante.org/content/view/4697/85/

Este artículo me pareció muy bueno y nos muestra lo que fue ese mayo del 68. Tomando distancia con las posiciones doctrinarias, es un extraordinario documento sobre este acontecimiento que los jóvenes no deben perder de vista y de motivación. (Gerardo Cailloma)

Previsión y estupefacción

Mayo de 1968 fue la mayor huelga general de la historia. Este poderoso movimiento tuvo lugar en el punto culminante del auge económico capitalista de la posguerra. Entonces, como ahora, la burguesía y sus apologistas se felicitaban porque las revoluciones y la lucha de clases eran cosas del pasado. Por eso, cuando llegaron los acontecimientos franceses de 1968, parecían caer como rayos de un cielo azul claro. También pillaron por sorpresa a la izquierda que en su mayoría había descartado a la clase obrera europea como fuerza revolucionaria.
En mayo de 1968, The Economist publicó un suplemento especial sobre Francia para celebrar los diez años de gobierno gaullista. En este suplemento, Norman Macrae elogiaba los éxitos del capitalismo francés, destacaba que los franceses tenían niveles de vida más altos que los británicos, comían más carne, poseían más automóviles y otras cosas por el estilo. Citaba la "gran ventaja nacional" de Francia sobre su vecino del otro lado del Canal: sus sindicatos eran "penosamente débiles". Apenas se había secado la tinta en el artículo de Macrae cuando la clase obrera francesa asombró al mundo con una insurrección social sin parangón en los tiempos modernos.

Los acontecimientos de mayo no fueron previstos por los estrategas del capital, ni en Francia ni en ninguna otra parte. No fueron previstos por los dirigentes estalinistas ni reformistas. Peor aún fue la posición de las damas y caballeros intelectuales que se consideraban marxistas (la mayoría de los cuales habían pasado décadas hablando de la "lucha armada", la insurrección etc.,) no sólo no previeron ningún movimiento de los trabajadores franceses, sino que negaban específicamente cualquier posibilidad de que éste pudiera desarrollarse.

Tomemos a uno de los "teóricos" de los marxistas académicos, André Gorz. Este individuo escribió en un artículo que "en el futuro previsible no habría ninguna crisis del capitalismo europeo tan radical como para llevar a las masas de trabajadores a huelgas generales revolucionarias o insurrecciones armadas en apoyo de sus intereses vitales". (A. Gorz. Reform and Revolution. Publicado en The Socialist Register. 1968. El subrayado es mío). Estas líneas fueron publicadas en mitad de la mayor huelga general revolucionaria de la historia.

Gorz no era el único que descartaba la lucha revolucionaria de la clase obrera. Ese "gran marxista" llamado Ernest Mandel, sólo un mes antes de estos grandes acontecimientos, habló en una reunión en Londres. Durante su intervención, habló sobre todo lo que había bajo el sol pero no dedicó ni una sola palabra a la situación de la clase obrera francesa. Cuando una o dos personas le preguntaron desde la sala por esta contradicción, su respuesta fue que los trabajadores estaban aburguesados y "americanizados", que los trabajadores franceses no protagonizarían ningún acontecimiento de este tipo durante los próximos veinte años.



El contexto

Lo que ninguno de estos caballeros comprendía era que el largo período de auge capitalista que comenzó en 1945 había transformado la correlación de fuerzas de clase y fortalecido enormemente a la clase obrera europea. Después de la experiencia de la Comuna de París la burguesía francesa tenía un miedo mortal al crecimiento del proletariado y trató de evitarlo desarrollando una economía rentista parasitaria muy basada en el capital financiero, en la banca y las colonias. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial la industria francesa se desarrolló de una forma importante y provocó un rápido fortalecimiento del proletariado y el declive general del campesinado.

El desarrollo de la industria creó un proletariado mucho más fuerte que en los años treinta y más aún que en la época de la Comuna de París, cuando prácticamente todos los trabajadores estaban en pequeñas empresas. Incluso en 1931, casi dos tercios de todas las empresas industriales de Francia no empleaban trabajadores asalariados y otro tercio de ellas empleaban a menos de 10. Sólo el 0,5% de las empresas industriales empleaban a más de cien trabajadores.

En la crisis revolucionaria de 1936 la mitad de la población francesa ganaba su sustento de la agricultura, mientras que hoy la población rural es inferior al 6% de la población. En 1968 la clase asalariada había crecido no sólo en número, sino también en términos de su potencial para la lucha. En 1968 se pudo ver este cambio fundamental en el papel clave que jugaron fábricas gigantescas como la Renault de Flins, con una plantilla de 10.500 trabajadores, de los cuales 10.000 participaron en los piquetes y con un mínimo de 5.000 trabajadores asistiendo regularmente a las asambleas de huelga.

En 1936, cuando la correlación de fuerzas de clase era infinitamente menos favorable. Trotsky dijo que el PCF y el PSF podrían haber tomado el poder: "Si el partido de León Blum realmente fuera socialista, podría, basándose en la huelga general, haber derrocado a la burguesía en junio, casi sin guerra civil, con los mínimos trastornos y sacrificios. Pero el partido de Blum es un partido burgués, el hermano más joven del podrido radicalismo". (León Trotsky. ¿A dónde va Francia? El subrayado es mío).

La correlación de fuerzas en 1968 era inmensamente más favorable. Era posible la transformación pacífica, si los dirigentes del PCF hubieran actuado como harían los marxistas. Es esencial insistir en este punto. Sólo la traición de los dirigentes reformistas, que se negaron a tomar el poder cuando existían las circunstancias más favorables, impidió a los trabajadores franceses tomar el poder.


El papel de los estudiantes

Los estudiantes siempre son un barómetro sensible de las tensiones que se están acumulando en las profundidades de la sociedad. La oleada de manifestaciones y ocupaciones estudiantiles que precedieron a los acontecimientos de mayo fue como el relámpago que anuncia la tormenta. En los meses previos a mayo ya había fermento entre los estudiantes que se había expresado en una serie de manifestaciones y ocupaciones.

Frente a la oleada ascendente de protestas estudiantiles, el rector de la prestigiosa universidad de la Sorbona decidió cerrarla; era la segunda vez en sus setecientos años de historia. La primera fue en 1940 cuando los nazis ocuparon París. El intento de la policía de desalojar el patio de la Sorbona el 3 de mayo fue la chispa que prendió el barril de pólvora. La violencia estalló en el Barrio Latino, el resultado fueron más de cien heridos y 596 arrestados. Al día siguiente se suspendieron los cursos en la Sorbona. Las principales organizaciones estudiantiles, la UNEF y el Snesup convocaron huelgas indefinidas. El 6 de mayo hubo nuevos enfrentamientos en el Barrio Latino: 422 detenidos, 345 policías y unos 600 estudiantes resultaron heridos. La represión provocó una amplia indignación. Los estudiantes enfurecidos arrancaron adoquines para arrojárselos a la policía y levantaron barricadas siguiendo la buena vieja tradición francesa. Los estudiantes de las universidades de toda Francia salieron en su apoyo.

La noche del 10 de mayo hubo una amplia revuelta en el Barrio Latino. Los manifestantes levantaron barricadas que la policía atacó con gran violencia. Las bandas armadas de la CRS (policía antidisturbios) asaltaron apartamentos privados y golpearon salvajemente a gente corriente, incluso a una mujer embarazada. Pero se encontraron con una resistencia que no esperaban. Los parisinos desde las ventanas bombardearon a la policía con macetas y otros objetos pesados. De los 367 hospitalizados, 251 eran policías. Otras 720 personas resultaron heridas y 468 detenidas. Se quemaron o destrozaron coches. El Ministro de Educación insultó a los manifestantes: "Ni doctrine, ni foi, ni loi" (Ni doctrina, ni fe, ni ley).

Durante la primera semana, los dirigentes del PCF habían menospreciado a los estudiantes y los dirigentes sindicales habían intentado ignorarles. L'Humanité publicó un artículo del que sería futuro líder del PCF, George Marchais, con el título: "Hay que desenmascarar a los falsos revolucionarios". Pero frente a la indignación general de la población y la presión de la base, la burocracia sindical tuvo que entrar en acción. El 11 de mayo los principales sindicatos, CGT, CFDT y FEN, convocaron una huelga general para el 13 de mayo. Unas 200.000 personas se manifestaron gritando consignas como: "¡De Gaulle, asesino!"

George Pompidou, entonces primer ministro, regresó rápidamente a París y anunció la reapertura de la Sorbona ese mismo día. Pretendía ser un gesto de compromiso para evitar una explosión social. Pero era demasiado poco y muy tarde. Las masas lo vieron como un signo de debilidad y siguieron adelante.


La huelga general

El fermento entre los estudiantes sólo era la manifestación más evidente del descontento de la sociedad francesa. A pesar del auge económico, los empresarios franceses habían aplicado una presión despiadada sobre los trabajadores. Debajo de la superficie de aparente calma existía una enorme acumulación de descontento, rencor y frustración. Ya en enero hubo intercambios violentos durante una manifestación de huelguistas en Caen.

La huelga general del 13 de mayo marcó un punto de inflexión cualitativo. Cientos de miles de estudiantes y trabajadores se lanzaron a las calles de París. Una idea de la situación es la siguiente descripción de la poderosa manifestación de un millón de personas que tomó las calles de París el 13 de mayo:

"Pasaban constantemente hileras. Había secciones enteras de personal hospitalario con batas blancas, algunos llevaban carteles en los que se podía leer: 'Où sont les disparus des hôpitaux?' (¿Dónde están los heridos desaparecidos?). Cada fábrica, cada centro de trabajo importante parecía estar representado. Había numerosos grupos de ferroviarios, carteros, impresores, personal del Metro, trabajadores del aeropuerto, comercio, electricistas, abogados, alcantarillado, banca, construcción, del vidrio y el sector químico, camareros, empleados municipales, pintores y decoradores, trabajadores del gas, dependientas, oficinistas de aseguradoras, barrenderos, operadores de cine, trabajadores de autobús, profesores, trabajadores de las nuevas industrias del plástico, todos ellos en filas, la sangre de la sociedad capitalista moderna, una masa interminable, una fuerza que podía arrastrar todo lo que se encontrara a su paso, si se decidía a hacerlo". (Citado en Revolutionary Rehearsals. p. 12).

Los dirigentes de los sindicatos esperaban que esta manifestación bastaría para detener el movimiento, no tenían intención de continuar y extender la huelga general. Para ellos la manifestación sólo era una forma de soltar vapor. Pero una vez comenzó, el movimiento pronto adquirió vida propia. La convocatoria de huelga general fue como una roca pesada lanzada sobre un lago tranquilo. Las ondas se extendieron a cada rincón de Francia. Aunque sólo había aproximadamente tres millones y medio de trabajadores organizados en sindicatos, en la huelga participaron diez millones y comenzó una oleada de ocupaciones de fábrica en toda Francia.

El 14 de mayo, un día después de la manifestación de masas en París, los trabajadores ocuparon Sud-Aviation en Nantes y la fábrica de Renault en Cléon, seguidos por los trabajadores de Renault en Flins, Le Mans y Boulogne-Billancourt. Comenzaron huelgas en otras fábricas por toda Francia, además de RATP y SNCF. No se distribuían los periódicos. El 18 de mayo, los mineros del carbón dejaron de trabajar y el transporte público se paralizó en París y en otras ciudades importantes. Los ferrocarriles nacionales fueron los siguientes, seguidos por el transporte aéreo, los astilleros, los trabajadores del gas y la electricidad (que decidieron mantener el suministro doméstico), los servicios postales y los ferris que cruzan el Canal de la Mancha.

Los trabajadores tomaron el control de los suministros petroleros en Nantes, negaron la entrada a todos los camiones cisterna que no llevaban autorización del comité de huelga. Se colocó un piquete en el único surtidor de gasolina que funcionaba en la ciudad, así se garantizaba que el único combustible suministrado era para los médicos. Se establecieron contactos con las organizaciones campesinas en las zonas circundantes, se organizaron los suministros de comida, los precios eran fijados por los trabajadores y los campesinos. Para evitar la especulación, las tiendas tenían que mostrar una pegatina en el escaparate con las palabras: "Esta tienda está autorizada a abrir. Sus precios están bajo la permanente supervisión de los sindicatos". La pegatina iba firmada por la CGT, la CFDT y FO. Un litro de leche se vendía a 50 céntimos comparado con su precio normal de 80 céntimos. El kilo de patatas pasó de 70 a 12 céntimos. Uno de zanahorias de 80 a 50 y así sucesivamente.

Los estudiantes, los profesores, los profesionales, campesinos, científicos, futbolistas, incluso las bailarinas del Follies Bergères salieron a la lucha. En París los estudiantes ocuparon la Sorbona. El teatro de l'Odéon fue ocupado por 2.500 estudiantes y los estudiantes de secundaria ocuparon los institutos:

"La fiebre de la ocupación afectó a la intelectualidad. Los médicos radicales ocuparon los locales de la Asociación Médica, los arquitectos radicales proclamaron la disolución de su asociación, los actores cerraron todos los teatros de la capital, los escritores encabezados por Michel Butor ocuparon la Societe de Gens de Lettres en el Hotel de Massa. Incluso los ejecutivos de las empresas participaron ocupando durante un tiempo el edificio del Conseil National du Patronat Francais, después se trasladaron a la Confederation Generale des Cadres". (David Caute. Sixty-Eight, the Year of the Barricades. P. 203).

Como las escuelas estaban cerradas, los profesores y los estudiantes organizaron guarderías, ludotecas, comidas gratuitas y actividades para los hijos de los huelguistas. Se crearon comités de mujeres de huelguistas que jugaron un papel destacado en la organización de los suministros alimenticios. No sólo los estudiantes, sino también los abogados profesionales estaban infectados por el microbio de la revolución. Los astrónomos ocuparon un observatorio. Hubo una huelga en el centro de investigación nuclear de Saclay, donde la mayoría de los 10.000 empleados eran investigadores, técnicos, ingenieros y científicos. Incluso la iglesia se vio afectada. En el Barrio Latino, jóvenes católicos ocuparon la iglesia y exigían un debate en lugar de misa.

El poder en las calles
Los disturbios en París continuaron, los trabajadores y estudiantes desafiaban el gas lacrimógeno y las cargas policiales. En una sola noche hubo 795 detenidos y 456 heridos. Los manifestantes intentaron incendiar la Bolsa de París considerada un símbolo odiado del capitalismo. Un comisario de policía fue asesinado en Lyon por un camión.

Una vez metidos en la lucha, los trabajadores comenzaron a tomar iniciativas que iban más allá de los límites de una huelga normal. Un elemento clave en la ecuación fueron los medios de comunicación de masas. Formalmente, eran armas poderosas en manos del Estado. Pero también dependían de los trabajadores que manejaban las emisoras de radio y televisión. El 25 de mayo, la radiotelevisión estatal, la ORTF, se puso en huelga. Suprimieron las noticias de las ocho de la tarde. Los impresores y los periodistas impusieron una especie de control obrero sobre la prensa. Los periódicos burgueses tenían que someter sus editoriales al escrutinio y debían publicar las declaraciones de los comités obreros.

La Asamblea Nacional discutió la crisis universitaria y las batallas del Barrio Latino. Pero los debates en los salones de la asamblea ya eran irrelevantes. El poder se había escapado de las manos de los legisladores y ahora estaba en las calles. El 24 de mayo, el presidente De Gaulle anunció un referéndum en la radio y la televisión. El plan de De Gaulle de celebrar un referéndum fue frustrado por la acción de los trabajadores. El general fue incapaz incluso de conseguir imprimir las papeletas del referéndum debido a la huelga de los trabajadores de imprenta franceses y la negativa de sus colegas belgas a actuar como esquiroles. Este no fue el único ejemplo de solidaridad internacional. Los conductores de tren alemanes y belgas detenían sus trenes en la frontera francesa para no romper la huelga.

Las fuerzas de la reacción, hasta ese momento aturdidas y obligadas a estar a la defensiva, comenzaron a organizarse. Se crearon los Comités de Defensa de la República, CDR, como un intento de movilizar a la clase media contra los trabajadores y estudiantes. La correlación de fuerzas de clase no es una cuestión puramente numérica del tamaño de la clase obrera respecto al campesinado y la clase media en general. Una vez el proletariado entra en la lucha decisiva y demuestra ser una fuerza poderosa en la sociedad, atrae rápidamente a la masa explotada de campesinos y pequeños comerciantes que son víctimas de los bancos y los monopolios. Este hecho era evidente en 1968, cuando los campesinos levantaron bloqueos de carreteras alrededor de Nantes y distribuían comida gratis a los huelguistas.

El mito del "Estado fuerte"

El movimiento pilló totalmente desprevenidos a la clase dominante y al gobierno. Estaban aterrorizados ante el movimiento de los estudiantes, Pompidou admitía en sus memorias: "Algunos... han pensado que al reabrir la Sorbona y liberar a los estudiantes yo había demostrado debilidad y había puesto en marcha de nuevo la agitación. Yo respondería simplemente lo siguiente: supongamos que, el lunes 13 de mayo la Sorbona hubiera seguido cerrada bajo protección policial. ¿Quién se puede imaginar que la multitud, avanzando hacia Denfert-Rocearau no habría conseguido entrar llevándose todo por delante como un río en una inundación? Prefería dar la Sorbona a los estudiantes que verla tomada por la fuerza". (G. Pompidou. Por Rétablir une Verité. pp. 184-185).

En otra parte añade: "La crisis era infinitamente más seria y más profunda; el régimen se mantendría o sería derrocado, pero no podía ser salvado con una simple remodelación ministerial. No era mi posición la que se ponía en duda. Era el general De Gaulle, la Quinta República y, hasta cierto punto, el propio poder republicano". (Ibíd., p. 197. El subrayado es mío).

¿A qué se refería Pompidou cuando hablaba de que "el propio poder republicano" estaba en peligro? Lo que quería decir es que el Estado burgués estaba en peligro de ser derrocado. Y en esta idea, tenía bastante razón. Más adelante Pompidou intentó difuminar la crisis reabriendo la Sorbona, pero el movimiento simplemente fue a más, con una manifestación de 250.000 personas. Aterrorizado de que los estudiantes pudieran unirse a los obreros y tomar el Elysée, el palacio presidencial fue evacuado.

De Gaulle, inicialmente, depositó su confianza en los dirigentes estalinistas para salvar la situación. A su Ayudante de Campo Naval, François Flohic, le dijo: "No te preocupes, Flohic, los comunistas les mantendrán bajo control". (Phillippe Alexandre. L'Elysée en péril. P. 299). ¿Qué es lo que demuestran estas palabras? Ni más ni menos que el sistema capitalista no podría existir sin el apoyo de los dirigentes obreros reformistas (y estalinistas). Este apoyo les es mucho más valioso que cualquier cantidad de tanques y policías. De Gaulle, como burgués inteligente, lo entendía perfectamente. En un intento de demostrar su suprema indiferencia hacia los acontecimientos en Francia, el presidente De Gaulle hizo una visita de estado a Rumania, donde fue recibido con los brazos abiertos por el "comunista" Ceausescu. Sin embargo, la confianza del general no duraría demasiado.

La esencia de una revolución es que las masas empiezan a participar activamente en los acontecimientos, comienzan a tomar los asuntos en sus propias manos. De regreso a Francia, los dirigentes "comunistas" estaban perdiendo el control. A bandera roja ondeaba en las fábricas, escuelas, universidades, bolsas de trabajo, incluso en los observatorios astronómicos. El gobierno era impotente, estaba suspendido en el aire debido a la insurrección. El "Estado fuerte" gaullista estaba paralizado. El poder realmente estaba en las manos de la clase obrera.

Los informes del rápido deterioro de la situación en París conmocionaron a De Gaulle. Frente a la creciente marea de rebelión el presidente tuvo que abandonar su pose de indiferencia, interrumpir su viaje a Rumanía y regresar rápidamente a Francia. En el palacio del Elysée, el presidente De Gaulle pronunció las inmortales palabras: La réforme, oui; la chienlit, non (¡La reforma sí, los mocosos, no!). La palabra chienlit es difícil de traducir pero significa un niño que todavía no ha aprendido a utilizar un orinal.

Al utilizar este lenguaje, De Gaulle expresaba su desprecio por los "chicos" en las calles. Pero el movimiento había ya ido más allá de la etapa de manifestaciones estudiantiles. Era como una enorme bola de nieve rodando hacia abajo por una montaña escarpada, ganando fuerza e impulso a cada momento. Capas sociales de lo más inesperadas se vieron arrastradas por el torbellino de lucha revolucionaria. Los profesionales del cine ocuparon el Festival de Cine de Cannes. Importantes directores de cine franceses retiraron sus películas de la competición y el jurado dimitió, obligando al cierre del festival.

El 20 de mayo se calcula que 10 millones estaban en huelga, el país se encontraba prácticamente paralizado. El 22 de mayo fracasó una moción de censura presentada por los partidos de la oposición, les faltaron 11 votos para conseguir la mayoría en la Asamblea Nacional. El gobierno estaba en una situación inestable y De Gaulle sumido en la desesperación. Fue precisamente en este momento cuando los dirigentes de las confederaciones sindicales lanzaron una cuerda de salvamento a De Gaulle haciendo una declaración en la que mostraban su disposición a negociar con la asociación de empresarios y el gobierno.

La Asamblea Nacional aprobó una amnistía para los manifestantes. ¡Naturalmente! Después de no conseguir aplastar el movimiento mediante la represión, las autoridades recurrieron a las concesiones para intentar enfriar la situación y ganar tiempo. De esta manera, tanto el gobierno como los dirigentes sindicales colaboraron para desviar el movimiento revolucionario y encauzarlo hacia canales seguros. Mientras ofrecían concesiones a los dirigentes estudiantiles y sindicales, el Estado continuaba con la represión selectiva dirigida contra los que consideraba elementos subversivos. Daniel Cohn-Bendit, al estudiante anarquista le retiraron su permiso de residencia. Fue un movimiento estúpido porque la influencia real de Cohn-Bendit en el movimiento era mínima. Pero la acción del gobierno consiguió provocar una manifestación de masas en París para protestar por esta medida.

De Gaulle desmoralizado
El biógrafo de De Gaulle, Charles Williams, describe de manera gráfica su estado de ánimo en la víspera de su discurso a la nación del 24 de mayo:

"No hay duda de que después de la excitación de Rumania, el general estaba profundamente conmocionado por lo que se encontró a su regreso a Francia. Durante los siguientes tres días, a un visitante que no lo había visto durante algún tiempo, le pareció viejo e indeciso, su andar encorvado más acentuado. Parecía como si todo eso estuviese siendo demasiado para él.

"El discurso del 24 de mayo, cuando se produjo, fue un fracaso total. El general parecía y sonaba insincero, asustado. Es cierto, él anunció un referéndum sobre la 'participación', pero no estaba claro cuál iba a ser el contenido concreto de la pregunta y, a aquellos que le escucharon, les sonó sospechosamente como un truco. Dijo que era el deber del Estado asegurar el orden público, pero a su voz le faltaba su vieja resonancia y sus frases, aunque todavía utilizaban el viejo lenguaje solemne, de alguna manera, ya no llevaban la misma convicción. Se presentó como un hombre viejo, cansado y herido. Sabía que había perdido. 'He fallado el objetivo', dijo esa noche. Lo mejor que Pompidou le pudo decir fue: 'Podía haber sido peor'.

"Pero el estado de ánimo de De Gaulle en la mañana del 25 de mayo había empeorado. Estaba, en palabras de uno de sus ministros, 'postrado, encorvado y envejecido'. Repetía una y otra vez, 'esto es un lío'. Otro ministro le encontró como un hombre viejo que no 'tenía sentido por el futuro'. El general envió a buscar a su hijo Phillippe, que encontró a su padre 'cansado' y se dio cuenta de que casi no había dormido. Phillippe sugirió que su podría irse al puerto atlántico de Brest, sombras de 1940, pero le dijeron que no se rendiría.

"Desde el 25 al 28 de mayo, De Gaulle se mantuvo en un estado de profundo pesimismo. Las negociaciones de Pompidou con los sindicatos habían sido una farsa. Simplemente les había dado todo lo que pedían: enormes aumentos salariales y beneficios sociales, y un aumento del salario mínimo del 35%. El único obstáculo era que, incluso después de haber firmado, la CGT insistió en que tenían que ser ratificados por sus militantes. George Séguy, el dirigente de la CGT, se fue rápidamente hacia el barrio parisino de Billancourt, donde 12.000 trabajadores de la Renault estaban en huelga. Cuando se les planteó el acuerdo, humillaron a Séguy rechazándolo de plano. Los llamados acuerdos de Grenelle fueron abortados.

"El Consejo de Ministros se reunió a las 3 de la tarde del 27 de mayo, poco después de que los trabajadores de Renault rechazaran los acuerdos de Grenelle. El general lo presidía, pero se notó que su corazón y su mente estaban en otra parte. Miraba a sus ministros sin verles, sus manos listas en la mesa frente a él, sus hombros hundidos, aparentemente 'totalmente indiferente' a lo que pasaba a su alrededor. Hubo una discusión sobre el referéndum, el general aparentemente sólo escuchó trozos de ella". (C. Williams. The Last Great Frenchman. A life of General De Gaulle. Pp. 463-4-5. El subrayado es mío).

Estos extractos de una biografía favorable a De Gaulle, pinta una imagen intensa de la total desorientación, pánico y desmoralización en la que estaba inmerso. Según el embajador norteamericano, De Gaulle le dijo: "el juego se ha acabado. En unos pocos días los comunistas estarán en el poder".

¿Intervención militar?
La situación había alcanzando un punto donde ya no se podía resolver por métodos parlamentarios normales. ¿Qué se podía hacer? La intervención militar fue una de las opciones barajadas por De Gaulle desde el mismo comienzo de la huelga general. En las primeras etapas de la huelga, se hicieron planes para detener y encarcelar a más de 20.000 activistas de izquierda en el estadio de invierno, donde habría sufrido un destino similar al de sus homólogos chilenos cinco años después.

Pero la operación nunca se puso en práctica. Estos planes del gobierno francés son similares a los planes de todas las clases dominantes en la historia cuando se enfrentan a la revolución. El gobierno del zar Nicolás ("el sangriento" como le llamaban) no estaba falto de estos planes militares de contingencia antes de febrero de 1917. Pero otra cosa bien distinta era llevar estos planes a la práctica, como descubrió Nicolás a su propia costa. Lo que es decisivo en una revolución no son los planes del régimen, sino la correlación real de fuerzas en la sociedad. De Gaulle era un burgués bastante astuto, plenamente consciente de la situación real (aunque, como veremos, al principio la subestimó y como resultado cometió un error muy serio. Como todos los demás, tampoco esperaba que los trabajadores franceses se movieran).

De Gaulle estaba al borde de un abismo. Aterrorizado por el inmenso alcance del movimiento, el general era completamente pesimista. Estaba convencido de que los dirigentes comunistas llegarían al poder. Innumerables testigos confirman que De Gaulle estaba totalmente postrado y desmoralizado, que al menos en dos ocasiones contempló la idea de huir del país. Su propio hijo le pidió que escapara a través de Brest, otras fuentes dicen que consideró la posibilidad de quedarse en Alemania Occidental, donde tenía que ir a visitar al general Masseu. De Gaulle era un político inteligente y calculador que nunca actuaba por impulsos y, raramente, perdía los nervios. Si le dijo al embajador norteamericano: "el juego se ha acabado. En unos pocos días los comunistas estarán en el poder", es porque lo creía. Y no sólo él, sino también la mayoría de la clase dominante.

Sobre el papel, De Gaulle tenía a su disposición una maquinaria formidable de represión. Había unos 144.000 policías (armados) de distintas categorías, incluidos 13.500 de la tristemente famosa policía antidisturbios CRS, y unos 261.000 soldados estacionados en Francia o en Alemania Occidental. Si se aborda la cuestión desde un punto de vista puramente cuantitativo, entonces habría que descartar no sólo la posibilidad de una transformación pacífica, sino también de la revolución en general, y no sólo en Francia en 1968. Desde este punto de vista, ninguna revolución habría triunfado jamás en toda la historia. Pero la cuestión no se puede plantear de esta manera.

En toda revolución se levantan voces que intentan asustar a la clase oprimida con el espectro de la violencia, el derramamiento de sangre y la "inevitabilidad de la guerra civil". Kámenev y Zinoviev hablaban exactamente de la misma forma en vísperas de la insurrección de Octubre. Heinz Dieterich y los reformistas en Venezuela hoy utilizan la misma línea de argumentación para intentar poner freno a la revolución venezolana.

"Los adversarios de la insurrección, incluso en las mismas filas del Partido Bolchevique, encontraban sin embargo bastantes motivos para sus deducciones pesimistas. Zinoviev y Kámenev advertían que no había que subestimar las fuerzas del adversario. 'Petrogrado decide, pero en Petrogrado los enemigos disponen de fuerzas importantes: cinco mil junkers perfectamente armados y que saben batirse; un Estado Mayo, batallones de choque, cosacos y una parte importante de la guarnición, más una considerable artillería dispuesta en abanico alrededor de Petrogrado. Además, es casi seguro que los adversario intentarán traer tropas del frente con la ayuda del Comité Ejecutivo central...'".

Trotsky respondió a las objeciones de Kámenev y Zinoviev de la siguiente forma: "La lista suena imponente, pero sólo es una lista. Si un ejército, en conjunto, es un reflejo de la sociedad, entonces cuando la sociedad abiertamente se divide, ambos ejércitos son copias de los dos bandos en combate. El ejército de los poseedores llevaban dentro el gusano del aislamiento y la disgregación". (León Trotsky. Historia de la Revolución Rusa. P. 1042).

Presa del pánico De Gaulle de repente desapareció, viajó a Alemania donde mantuvo una reunión secreta con el general Massu, el hombre a cargo de las tropas francesas estacionadas en Baden-Wurttemberg. El contenido preciso de estas conversaciones nunca se conoció, pero no hace falta demasiada imaginación para hacerse una idea de lo que le preguntó: "¿Podemos basarnos en el ejército?" La respuesta no se encuentra recogida en ninguna de las fuentes escritas por razones obvias. Sin embargo, The Times envió a su corresponsal a Alemania para entrevistar a los soldados franceses, la gran mayoría eran hijos de la clase obrera que cumplían el servicio militar obligatorio. Uno de los entrevistados por The Times respondió a la pregunta de si abriría fuego contra los trabajadores: "¡Nunca! Pienso que sus métodos [de los trabajadores] pueden ser algo duros, pero yo soy el hijo de un trabajador".

En su editorial The Times hacía la siguiente pregunta: "¿Puede De Gaulle utilizar el ejército?" y respondía a su propia pregunta diciendo que quizás pudiese utilizarlo una vez. En otras palabras, un solo enfrentamiento sangriento bastaría para romper en pedazos el ejército. Esa era la valoración de los estrategas más duros del capital internacional en aquella época. No hay ninguna razón para dudar de su palabra en esta ocasión.

Crisis del Estado

El 13 de mayo una organización sindical de la policía que representaba al 80 por ciento del personal sacó una declaración en la que "... considera la declaración del primer ministro como un reconocimiento de que los estudiantes tenían razón, y como una renuncia total a las acciones de la fuerza policial que el gobierno mismo ha ordenado. En estas circunstancias es sorprendente que no se buscara un diálogo efectivo con los estudiantes antes de que se produjesen estos lamentables acontecimientos". (Le Monde. 15/5/1968).

Si esta era la postura de la policía, el efecto de la revolución sobre la base del ejército sería aún mayor. Como así era, a pesar de la falta de información, existían informes sobre del fermento entre las fuerzas armadas e incluso de un motín en la armada. El portaaviones Clemenceau debía ir al Pacífico para una prueba nuclear, de repente dio la vuelta y regresó sin explicación a Toulon. Llegaron noticias de un motín a bordo y dijeron que habían "perdido en el mar" a varios marineros. (Le Canard Enchiné. 19/6/68, se publicó un informe completo en Action el 14 de junio, pero fue confiscado por las autoridades).

Según dice un famoso aforismo de Mao: "el poder emana de la punta del fusil". Pero los fusiles son empuñados por soldados que no viven en el vacío, sino que están influenciados por el estado de ánimo de las masas. En cualquier sociedad, la policía es más atrasada que el ejército. Sin embargo, en Francia, la policía, por citar una editorial de The Times (31/5/1968) "hierve de descontento".

"Hierve de descontento por el trato que les da el gobierno" dice el artículo, "y el departamento encargado de la información sobre la actividad estudiantil ha estado deliberadamente privando al gobierno de información sobre los dirigentes estudiantiles, en apoyo de sus reivindicaciones salariales.

"... Tampoco la policía ha estado muy impresionada con el comportamiento del gobierno desde que empezaron los disturbios. 'Están aterrorizado de perder nuestro apoyo' dijo un hombre.

"Tal descontento es una de las razones de la aparente inactividad de la policía en París en estos últimos días. La semana pasada, hombres en diferentes comisarías locales se negaron a salir de los cruces y plazas de la capital". (The Times. 31/5/1968. El subrayado es mío).

Un panfleto publicado por miembros del RIMECA (regimiento de infantería mecanizada) estacionado en Mutzig, cerca de Estrasburgo, indica que secciones del ejército ya estaban siendo afectadas por el ambiente de las masas. Incluía la siguiente sección:

"Como todos los soldados de la leva, estamos confinados a los cuarteles. Se nos está preparando para intervenir como fuerzas represivas. Los obreros y los jóvenes tienen que saber que los soldados del contingente NUNCA DISPARARÁN CONTRA LOS TRABAJADORES. Los Comités de Acción nos oponemos a toda costa a que los soldados rodeen las fábricas.

"Mañana o pasado se espera que rodeemos una fábrica de armamentos cuyos trescientos trabajadores quieren ocupar. CONFRATERNIZAREMOS.

"Soldados del contingente ¡formad vuestros comités!". (Citado en Revolutionary Reherasals. p. 26)

La publicación de este panfleto claramente fue un ejemplo excepcional de los elementos más revolucionarios entre los conscriptos. Pero, en medio de una revolución de proporciones tan masivas, ¿es posible dudar de que la base del ejército rápidamente se "contagiaría" del bacilo de la rebelión? Los estrategas del capital internacional no lo dudaban. Ni tampoco sus homólogos franceses.

¿Quién salvó a De Gaulle?
No fue en absoluto el ejército o la policía (que estaban tan desmoralizados que incluso la rama reaccionaria de la inteligencia, como hemos visto, se negaban a colaborar con el gobierno contra los estudiantes) los que salvaron la situación para el capitalismo francés, sino que fue el comportamiento de los dirigentes sindicales y estalinistas. Esta conclusión no sólo es nuestra, sino que encuentra apoyo en la Enciclopedia Británica:

"De Gaulle parecía incapaz de controlar la crisis o comprender su naturaleza. Sin embargo, los dirigentes comunistas y sindicales le proporcionaron un respiro, se opusieron a ningún levantamiento más allá, evidentemente temían la pérdida de sus seguidores ante sus rivales más extremistas y anarquistas".

Arrinconado, Georges Pompidou aceptó negociar con todos. Cuando la clase dominante está amenazada con perderlo todo, entonces no le importa desviarse de sus planes originales y está dispuesta a hacer grandes concesiones. Para sacar a los trabajadores de las fábricas ocupadas y disolver su poder no dudaron en ofrecer a los dirigentes sindicales cosas que superaban lo que estos últimos pedían originalmente, subida del salario mínimo, reducción de la jornada laboral y de la edad de jubilación, restauración del derecho a organización, etc., En un intento de aplacar a los estudiantes, Pompidou aceptó la dimisión del Ministro de Educación.

Tanto el gobierno como los dirigentes sindicales estaban alarmados por el alcance del movimiento y decididos a detenerlo. El 27 de mayo se llegó a un acuerdo entre los sindicatos, las asociaciones de empresarios y el gobierno. Pero los dirigentes sindicales tenían la dura tarea de presentar el acuerdo ante los trabajadores. A pesar de las grandes concesiones, los trabajadores de Renault y otras grandes empresas se negaron a regresar al trabajo. Recuerdo que estaba en París en un bar con otras personas mirando las asambleas de masas por televisión dentro de la gigantesca planta de Renault, donde se congregaba un gran número de trabajadores, algunos de ellos sentados en las grúas y caballetes para escuchar a George Ségui, el secretario general de la CGT, leer una lista de lo que ofrecían los empresarios: grandes aumentos salariales, pensiones, reducción de horas y así sucesivamente. Pero en medio de su discurso le interrumpieron los trabajadores cantando: "¡Gouvernement populaire! ¡Gouvernement populaire!" Recuerdo que no pudo terminar su intervención.

En ese momento los trabajadores ya eran conscientes su propia fuerza, que tenían el poder a su alcance y no estaban dispuestos a renunciar a él. A las 17 horas, 30.000 estudiantes y trabajadores marcharon desde Boelins al estadio Cherléty, donde celebraban una reunión a la que asistía Pierre Mendés-France. Ese mismo día la CGT había convocado, previamente a este acuerdo, una manifestación que consiguió a medio millón de trabajadores y estudiantes en las calles de París. Una vez más, el objetivo de los dirigentes sindicales y del Partido Comunista era proporcionar una válvula de escape al movimiento, controlar lo que se deslizaba de sus manos.

La iniciativa pasa a la reacciónEl 30 de mayo en la radio, el presidente De Gaulle anunció la disolución de la Asamblea Nacional y dijo que las elecciones se celebrarían dentro del calendario habitual. George Pompidou seguiría como primer ministro. También insinuó que utilizaría la fuerza para mantener el orden si era necesario. Era un mensaje dirigido a los dirigentes sindicales y del Partido Comunista. Les ofrecía la perspectiva tentadora de elecciones y una futura oficina ministerial bajo el régimen burgués, y al mismo tiempo era una advertencia de que la burguesía no entregaría el poder sin luchar.

Se remodeló el gabinete y se convocaron elecciones para el 23 y 30 de junio. Al mismo tiempo, De Gaulle intentó movilizar sus fuerzas fuera del parlamento. Unas decenas de miles de seguidores del gobierno se manifestaron desde la Concordia hasta el Étoile. Se celebraron manifestaciones similares de apoyo al gobierno en toda Francia. Pero una mirada a las fotografías en los periódicos revelaba inmediatamente la verdadera naturaleza de estas manifestaciones: alcaldes jubilados engalanados con fajas tricolores, ciudadanos de clase media barrigones, pensionistas y otros restos destartalados y deshechos de la sociedad.

Sólo hace falta comparar estas fotografías con la masiva manifestación proletaria unos días antes y basta para descubrir la verdadera correlación de fuerzas. Todo lo que vivo, fuerte y vibrante de la sociedad francesa se reunía bajo la bandera de la revolución, mientras que todo lo marchito, viejo y decadente estaba al otro lado de las barricadas. Un buen empujón bastaría para derribarlo todo. Lo que hacía falta era el golpe de gracia final. Pero nunca llegó.

La clase obrera no se puede mantener en una situación permanente de agitación. No se puede apagar o encender como si fuera una tapa que se abre y se cierra. Cuando la clase se moviliza para cambiar la sociedad debe llegar hasta el final o fracasa. Ocurre lo mismo que en una huelga. Al principio los trabajadores están entusiasmados y dispuestos a participar en las asambleas de masas. Están dispuestos a luchar y hacer sacrificios. Pero si la huelga no tiene un final a la vista, el ambiente cambia. Empezando por los elementos más débiles, el cansancio finalmente llega. La asistencia a las asambleas de masas cae y los trabajadores regresan al trabajo.

Los dirigentes sindicales hicieron un buen uso de las concesiones arrojadas apresuradamente por los capitalistas, como un hombre desesperado lanza un salvavidas desde un barco que se hunde. El salario mínimo se subió a tres francos la hora, aumentaron los salarios y se hicieron otras mejoras. En ausencia de otra perspectiva, muchos trabajadores aceptaron el acuerdo que los dirigentes sindicales presentaban como una victoria. El martes, después de un fin de semana de vacaciones a principios de junio, la mayoría de los huelguistas poco a poco abandonaron y los trabajadores regresaron a sus trabajos.


1968 fue una revolución

¿Qué es una revolución? Trotsky explica que una revolución es una situación donde la masa de hombres y mujeres normalmente apática comienza a participar de manera activa en la vida de la sociedad, cuando adquiere consciencia de su fuerza y se mueve para tomar en sus manos su destino. Eso es una revolución. Y es lo que ocurrió a una escala colosal en Francia en 1968.

Los trabajadores franceses estiraron los músculos, fueron conscientes del enorme poder que tenían en sus manos. Aquí vimos el poder inmenso de la clase obrera en la sociedad moderna: no se enciende ni una bombilla, no se mueve ninguna rueda y no suena ningún teléfono sin el permiso de los trabajadores. Mayo de 1968 fue la respuesta final a todos los cobardes y escépticos que dudan de la capacidad del proletariado para cambiar la sociedad.

La correlación de fuerzas de clase se expresó aquí, no como un simple potencial o una estadística abstracta, sino como un poder real en las calles y en las fábricas. En realidad, el poder estaba en manos de los trabajadores, pero no lo sabían. Como cualquier otro ejército, la clase obrera necesita una dirección. Y eso es lo que estaba ausente en mayo de 1968. Aquellos que deberían haber proporcionado la dirección, los dirigentes de las organizaciones de masas de la clase, los sindicatos y el Partido Comunista, no tenían la perspectiva de tomar el poder. Su única preocupación era terminar la huelga lo más rápidamente posible, devolver el poder a la burguesía y regresar a la "normalidad".

Una huelga general es diferente de una huelga normal porque plantea la cuestión del poder. Lo que está en juego no es uno u otro aumento salarial sino ¿quién es el dueño de la casa? En el transcurso de la lucha la conciencia de los trabajadores aumentó a una velocidad de vértigo. Empezaron a comprender que no era una huelga normal por reivindicaciones económicas sino algo más grande. Fueron conscientes del poder en sus manos y veían la debilidad de los que se suponía representaban todo el poder del Estado. Todo lo que hacía falta era que en cada centro de trabajo se eligieran delegados y se vincularan comités de huelga en cada ciudad y región, culminando con la formación de un comité nacional, que podría haber tomado el poder en sus manos, arrojando al viejo poder estatal al cubo de basura de la historia.

Pero nada de esto se hizo y el enorme potencial revolucionario del movimiento se evaporó, como el vapor se disipa inofensivamente en el aire a menos que se concentre en una caja de pistones. Al final, los trabajadores regresaron al trabajo y la clase dominante concentró de nuevo el poder en sus manos. Cuando el movimiento comenzó a menguar, el Estado inició su venganza. Hubo incidentes violentos, sobre todo el 11 de junio cuando hubo 400 heridos, 1.500 detenidos y un manifestante murió de un disparo en Montbéliard. Al día siguiente, se prohibieron las manifestaciones en Francia, poco después, los estudiantes fueron desalojados del Odéon y, dos días más tarde, de la Sorbona.

Entonces comenzó la criminalización. En la cadena estatal de radio y televisión, ORTF, fueron despedidos 102 periodistas por sus actividades durante los acontecimientos. Enviaron la policía a las universidades de Nanterre y la Sorbona para controlar las tarjetas de identificación de los estudiantes y no se retiraron hasta el 19 de diciembre. Se aprobó un paquete de medidas de austeridad el 28 de noviembre en la Asamblea Nacional. El Estado que no había vacilado en aplastar los cráneos de los estudiantes y huelguistas en las manifestaciones ahora mostraba clemencia ante los fascistas, los terroristas de extrema derecha de la OAS. Mientras Cohen-Bendit era expulsado de Francia, Georges Bidault podía regresar y Raoul Salan era liberado de prisión.

Los dirigentes reformistas y estalinistas fueron castigados por su cobardía y la clase dominante les negó los puestos que intensamente anhelaban. La campaña electoral comenzó el 10 de junio. En la primera vuelta de las elecciones, la federación de partidos de izquierda y los comunistas perdieron terreno. En la segunda vuelta, una semana más tarde, los partidos de la derecha consiguieron la aplastante mayoría. La izquierda perdió 61 escaños y los comunistas 39. Pierre Mendés-France [una figura histórica de la izquierda francesa] no fue reelegido en Grenoble. El Partido Comunista que en 1968 era el principal partido de la clase obrera francesa, entró en declive y fue superado posteriormente por el Partido Socialista, que en 1968 había conseguido sólo el cuatro por ciento de los votos y por tanto parecía difunto. El sindicato comunista, CGT, perdió apoyo frente a la CFDT que en 1968 había mantenido una posición más combativa.

El maravilloso movimiento de los trabajadores franceses terminó así en una derrota. Pero las tradiciones de Mayo de 1968 siguen en la conciencia de los trabajadores de Francia y todo el mundo. Hoy, después de un largo período de boom económico, el sistema capitalista de nuevo está entrando en una crisis donde saldrán a la superficie todas las contradicciones que se han ido acumulando durante los últimos veinte años. En toda Europa estarán en el orden del día grandes enfrentamientos de clase.

No tenemos tiempo para aquellos ex - revolucionarios pequeño burgueses que hablan de 1968 en términos sentimentales y nostálgicos, como si fuera historia antigua sin ninguna relevancia práctica para el mundo en el que vivimos. Tarde o temprano los acontecimientos de 1968 reaparecerán pero a un nivel incluso superior. ¿Cuál es el candidato más probable para este escenario? Podría perfectamente ser Francia, pero también Italia, Grecia, Portugal, España o cualquier otro país, y no sólo en Europa. Esperamos con impaciencia el futuro. Lo deseamos y nos preparamos para ello. Estamos intentando preparar a la vanguardia así la próxima vez triunfaremos. Y ante este aniversario glorioso decimos: La revolución no ha muerto. ¡Viva la revolución!