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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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lunes, 7 de diciembre de 2015

CRÓNICAS AREQUIPEÑAS 3

Lunes 19 de octubre. 8 a.m. Luego de nuestro sustancial desayuno y ya habiendo arreglado las maletas y cancelado algunas cuentas del hotel, nuestra guía vino a recogernos para partir a Chivay donde pasaríamos la noche y retornaríamos el martes 19. La idea era salir lo más temprano posible para evitar el tráfico pesado de la carretera a , Juliaca, Puno y Cuzco. Y el trayecto, aunque es una buena carretera, es riesgosa por la presencia de camiones, ómnibus y todo tipo de movilidad. Además la presencia de muchas cruces en el camino nos indica que la vida pende de un hilo aquí. Chivay está a 163 kilómetros y es la capital de la provincia que lleva por nombre mi apellido. En la ruta ves pequeños poblados que difícilmente prosperan por ser una zona muy agreste para la agricultura intensiva. El primer encuentro no muy lejos de salir de la ciudad es Yura y su inmensa fábrica que elabora cemento. En mis años escolares, venir aquí o a Socosani eran viajes largos; los tiempos han cambiado. Mis recuerdos de Socosani son bonitos. Ahora ha pasado a manos privadas y ya no hay acceso fácil, según me comentaron. El camino iba en ascenso y el tráfico, por algunos tramos, se hacía más denso. Íbamos, en varios sectores, paralelamente a las líneas del tren Arequipa-Juliaca. El Perú es uno de los países que ha permitido, asombrosamente, que sus ferrocarriles desaparezcan. Ahora el tren se ha vuelto una promesa electoral de varios candidatos vivarachos, pero primero tienen que desmantelar el fuerte lobby de las empresas terrestres. Tanto trenes como tranvías murieron a lo largo de dos décadas entre los 60 y 70. Este tren está dedicado, ahora, al transporte de mineral. En los años 70 era usado para uso de personas y carga. Nuestro viaje de promoción a Cuzco y Puno fue por vía ferroviaria; y en 1976, en otra visita a Cuzco, la volví a emplear. Ahora la antigua estación de tren en Arequipa se ha convertido en una zona de museos y parque (http://elbuho.pe/anteriores/web366/politica10M.htm). Volvamos a nuestro viaje; en el camino te encuentras con algunas estaciones de la época en el que el tren era de pasajeros. Así a la distancia pudimos distinguir Pampa de Arrieros, un virtual pueblo fantasma que perdió su razón de ser, puesto que solo se transporta minerales. Aquí más datos (http://elcomercio.pe/peru/arequipa/pampa-arrieros-pueblo-fantasma-arequipa-noticia-1720573). He leído en algunas fuentes que quieren incluirlo en circuitos ciclísticos; espero haya suerte. Vamos "vadeando" el Chachani, y llegamos a la bifurcación de la ruta: la carretera principal sigue a Juliaca, nosotros tomamos la desviación a Chivay. 



Nos habíamos cruzado con varias vicuñas en el camino y los turistas descendían de varios buses para tomar fotos. Poco más de un par de kilómetros de la asfaltada vía, llegamos a un pequeño poblado de pocas casas, una suerte de pascana, al cual llegan vendedoras de ropa de lana y otras cosas. Además hay un pequeño restaurante que vende choclo con queso y bebidas calientes para comenzar a subir hasta más allá de los 4000 metros. Comimos un par de choclos deliciosos, compramos hojas de coca y algunos chullos. Seguimos nuestro trayecto. En el camino vimos más vicuñas, algunas vizcachas, los lagos con varios patos hasta llegar a Patapampa (4,910 metros s.n.m.). Llovía un poco y vimos algunos pequeños copos de nieve. Es un mirador de volcanes (Misti, Chachani, Ampato, Sabancaya, Hualca Hualca, Chucura, Mismi y Ubinas). Aquí más datos sobre el lugar y volcanes (http://turismoinca.blogspot.pe/2014/10/el-mirador-de-los-volcanes-de-patapampa.html). No pudimos ver los volcanes, puesto que el cielo estaba cubierto. Además el frío nos tenía ateridos, fuera de que la altura nos estaba afectando. Algunos no tuvieron buena experiencia al parecer (http://www.dangerousroads.org/south-america/peru/3371-abra-patapampa.html). Lo que sí vimos fueron las apachetas que muchos viajeros dejan como recuerdo y la promesa de retornar (ya he ido cuatro veces). De ahí iniciamos el descenso hasta nuestro objetivo. 














El clima fue mejorando. Al llegar a Chivay, tuvimos que detenernos en la entrada para pagar el boleto de entrada: costo para  nacionales es de 20 soles; a los extranjeros: 40 si eres latinoamericano y 70 si vienes de otra parte del planeta. Soraia tuvo que pagar esa cantidad. En realidad, muchas personas esperan que con tal cantidad de dinero que ingresa (para ser no temporada alta, el Colca estaba rebosante de turistas) los servicios mejoraren y culminaren la carretera hasta Cruz del Cóndor. Líos que nunca faltan. Antes de almorzar, nos instalamos en nuestro hotel y pedimos prestadas toallas para  ir a los baños termales. El almuerzo fue consistente (han mejorado en servicios como hoteles y restaurantes) y nos dirigimos a Calera, como se llama el lugar. Un buen baño de agua tibia a cielo abierto fue el paraíso. Luego nos fuimos a reposar a nuestro hotel; Soraia no se sentía bien por todas las descompensaciones que estaba teniendo: cambio de horario, de comida, de altura, de temperaturas. Salimos a las 7 p.m. para cenar algo ligero; antes ingresamos a ver el templo principal, el Nuestra Señora de la Asunción. En visitas previas siempre la encontraba cerrada, pero esta vez no se me iba a “escapar”. La visita fue grata, se ve la simplicidad de los frescos que adornan sus paredes así como las imágenes que están en el altar, utilizadas para una evangelización simple y visual. Aquí más detalles (http://www.mincetur.gob.pe/TURISMO/OTROS/inventario%20turistico/Ficha.asp?cod_Ficha=3820). 










Dimos una pequeña vuelta, pero el cansancio nos derrotó. Además teníamos que salir con nuestras cosas al día siguiente martes para visitar el Cañón y visitar sus ciudades. Cerramos un lunes accidentado. 

domingo, 25 de enero de 2015

CRÓNICAS LORETANAS: YURIMAGUAS Y LA REGIÓN OMAGUA

01 de enero 2015. Primer día de un año que lo quiero bueno. Como habíamos decidido ir a dormir temprano, nos levantamos con buenos bríos para ir a Yurimaguas, ir hacia la región Loreto. Tras hacer algunas gestiones en el terminal de colectivos, nos embarcamos hacia este puerto fluvial. El camino es también usado para ir a las cataratas de Ahuashiyacu, la cual visité en el 1993. Ahora la carretera está muy bien asfaltada, aunque nos tocó la mala suerte de un derrumbe; pero ahora, como está una empresa brasileña a su cargo, esta tiene que responsabilizarse de su mantenimiento. La ruta sufre algunos derrumbes en temporadas de lluvia, pero el bloquea no debe pasar de más de una hora. Ya habíamos pasado este lugar, cuando unos cuantos kilómetros más allá nos detuvimos en caravana para esperar el paso. Casi una hora después. Era un tramo de unos 50 metros que estaban afectados. Proseguimos nuestro camino hasta llegar a una zona bastante tenebrosa: el cerro Paredón. El chofer nos contaba todas las historias que hay en torno a este lugar que fue empleado, parece, como lugar de ejecuciones por parte de los terroristas, narcotraficantes e, incluso, las fuerzas de orden. Lo que sí es cierto es que se hallaron en las profundidades cuando se estaba edificando la carretera una serie de cadáveres que eran lanzados al precipicio (pero tenían heridas de bala, es decía). Se halló incluso motos de los dueños ultimados sabe dios por qué decisión. Ahora luce como una pared pelada rodeada de una frondosa vegetación. Seguimos nuestro camino y a medida que nos acercábamos a la región Loreto iniciábamos un marcado descenso. Es la región Omagua. Veíamos muchos aguajales en el camino, además plantas de palma aceitera, producción que surgió como una alternativa a los cultivos de coca, pero que también depreda mucho la tierra en la que se cultiva. La amenaza de nuestras selvas no solo está en la explotación ilegal de la madera o la producción clandestina masiva de cocaína (el uso de elementos químicos contaminan tierra y vegetación), sino en la presencia de ciertos cultivos intensivos que debilitan la riqueza  de la tierra y la vuelven solo para monocultivo. Hay muchas amenazas tras esos bellos paisajes que cruzamos en el camino a nuestro destino final. Ya llegando a la zona de Shanusi, la carretera es más plana, pero pronto se vuelve sinuosa (antes de llegar a Yurimaguas) para aprovechar la suerte de islotes que se han formado entre los aguajales.




Llegamos cerca  de las 11 de la mañana. Estuvo lloviendo temprano. Se sentía la humedad en el ambiente. César había contactado un amigo quien nos iba a guiar en algunos lugares. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al corazón de la ciudad, a la plaza de armas. Hay una bonita iglesia que está en restauración, pero interesante es ver las casas de los alrededores, ya que, como Iquitos y Pucallpa, Yurimaguas es un importante puerto fluvial. Según me comentaban, este puerto va a ser repotenciado puesto que Brasil quiere sacar todos sus productos hacia el Pacífico a través de este puerto y Paita. He ahí el interés de mantener estas instalaciones portuarias como de carreteras para tener arterias por las que fluyan todas sus mercaderías. Es una buena oportunidad para hacer crecer esta ciudad que se ha estancado un poco en el pasado. La carretera ha revitalizado también el comercio y las comunicaciones con las otras ciudades de la selva norte peruana. La distancia entre Tarapoto y Yurimaguas no es más de 140 kilómetros. Pero también va a ser necesario activar la vida aérea. Pasé por esta ciudad en 1986 con mi hermana, cuando fuimos a Iquitos desde Trujillo. Además, AeroContinente, una línea que se vino abajo por vínculos del narcotráfico, unía varias ciudades del Norte peruano (sobre todo, Chiclayo) con varias de la selva. La línea aérea que ofrecía vuelos con aviones de fuselaje mediano ya no tiene este servicio. Si se va a querer activar este comercio se debe ir pensando en vuelos que unan Tarapoto, Yurimaguas, Rioja con Piura o Chiclayo.



El atractivo de la vida fluvial es el viaje por barco de un puerto a otro a través de un río, en este caso el Huallaga, que luego se une con el Marañón (el que cruza La Libertad por Pataz y Bolívar) para que posteriormente, en Nauta, se una con el Ucayali para formar el Amazonas. Son ríos navegables. En el 2009 crucé el río Marañón por una ruta para alcanzar desde Jaén hasta Bagua. Muchos amigos me contaban sobre este alucinante viaje que es ir en estos barcos (precio, 40 soles más el alquiler de una hamaca por otros 40 soles) desde Yurimaguas hasta Iquitos.
El viaje toma dos días, ya que vas a favor de la corriente (viceversa te toma tres) y viajas con las personas de la selva que tienen una visión muy peculiar  de las cosas y de la vida. Hay una complementariedad con la naturaleza y sabes que con ella no te puedes enfrentar. Los barcos salen cada día y los hay de diversos tamaños y precios en cuanto a privacidad (hay camarotes). Pero vives con tus compañeros de viaje dos días intensos con noches estrelladas, así como amaneceres y atardeceres esplendorosos. En Iquitos vi atardeceres de otro mundo. La visita al muelle es clásica y ves la actividad de un puerto, así como sus cosas malas. El río sufre de fuerte contaminación y hay que ir pensando en planes de contención al respecto, habida cuenta que pronto se construirán espigones para acoderar barcos de transporte comercial. Alquilamos un bote para recorrer un breve tramo del río, cuando a lo lejos vimos nubes cargadas que se dirigían hacia la ciudad. Culminada nuestra visita en bote, nos fuimos caminando hacia la plaza cuando cayó un buen chapuzón. Refrescó el ambiente que estaba cargado de calor y humedad; fuimos a guarecernos en una tienda y aprovechamos para tomar algo fresco y matar la sed. Después de un rato, fuimos a ver una casa que tiene algunos azulejos simpáticos. Pero la ciudad tiene algunas construcciones interesantes que ameritarían una buena limpieza de fachada, como por ejemplo el edificio del Gobierno Regional, del siglo pasado. Nos fuimos a la estación y nos dimos con la sorpresa que, a diferencia de la mañana, ahora teníamos mucho más pasajeros que pugnaban por regresar a Tarapoto. Felizmente llegó una nueva unidad y así nos embarcamos para llegar más o menos temprano a nuestro hotel y salir a cenar algo. En este auto, venía toda una familia francesa que iba a viajar a Iquitos en los barcos mencionados. Así partimos. En el camino tuvimos que llevar a un policía de franco.









De noche salimos a cenar para armar nuestro viaje a Juanjuí al día siguiente. Un buen comienzo del 2015.







martes, 13 de enero de 2015

SANTUARIO DE CARHUAC, JOYA DE HUAYLILLAS

Sábado 11 de octubre. El día de la sorpresa. Este era nuestro último día en este lugar y para tal ocasión, nos habían dejado el plato de fondo: el santuario de Carhuac. La noche anterior había llovido intensamente y temíamos que esa mañana íbamos a tener un nuevo aguacero. Hicimos una previa visita al colegio para ver que todo quedase en calma y organizado para la mañana deportiva y para el almuerzo. Habían conseguido muchas truchas para que podamos comer luego del paseo. De ahí comenzamos a subir al cerro Ventana para llegar al santuario. Por el camino de ascenso ves el paisaje que rodea a Huaylillas. Premunidos de un poco de agua, comenzamos a subir pausadamente, nos acompañaban dos profesores y el sacerdote, joven él de Piura, para mostrarnos este bello tesoro. Antecede a la llegada al convento, el cementerio del pueblo. En sus muros de protección y demarcación vemos algunas cruces. Según nuestro guía, corresponde a vecinos que se pelearon con varios de los habitantes del lugar y su idea es la observarlos diariamente para ver las fechorías que cometían y descubrir la verdadera persona que se oculta atrás de ese hombre o mujer ideal. Simpática anécdota. Lo interesante es que hay de más de cuatro tumbas que corresponde a cada cruz.
Vimos los alrededores de este santuario, creado por los jesuitas a mediados del siglo XVI (1650 aprox.) y manejados por ellos hasta su expulsión de las tierras españolas cuando la compañía fue disuelta en 1773;  luego pasó a manos de los franciscanos. Era una zona estratégica para la evangelización (ceja de montaña o selva alta). Los datos para este santuario son pocos, aunque un docente se ha preocupado en hacer una investigación detallada. Sería bueno ver la posibilidad de cumplir con su posible publicación y tener acceso a archivos. Antes de ingresar a la iglesia, fuimos al patio del claustro que nos da una idea de lo importante que fueron estas instalaciones para el proceso de evangelización de la selva norte peruano.

Si ubicamos este lugar en el espacio colonial, correspondía a la Intendencia de Trujillo y, si trazamos una línea recta imaginaria de penetración hacia el oriente, Huaylillas se comunicaría con la actual Tocache en la Región San Martín. Algunas de las construcciones en el claustro son empleadas, como el que correspondía a la gran cocina que es en la actualidad un gran depósito.  Ingresamos a la iglesia por la puerta lateral para encontrarnos con una de las muestras más bellas y bastante conservada de arte barroco indígena. Su altar mayor está bastante conservado, cuenta con 10 hornacinas (dos sin imágenes), un sagrario de madera pintada y cuatro espacios de pinturas (los evangelistas), dos de ellas lamentablemente borradas. Las hornacinas han sido talladas en la piedra caliza, la cual ha sido pintada dándole una apariencia de mármol. Las imágenes corresponden a periodos diferentes. El tratamiento pictórico se asemeja al altar de la iglesia de Lucma, imaginería de ángeles, vegetación y frutas. Algunos altorrelieves han sido destacados con pintura dorada y se ubican en las hornacinas centrales. Es obvio que las imágenes actuales no les corresponden por las dimensiones de las mismas. La imagen de Dios creador de la parte superior está muy dañada y ya no tiene, por ejemplo, el rostro. Una buena restauración nos daría a conocer los procesos y todas las capas que han de encerrar tanto imágenes como las paredes.


Aunque recargada en detalles, el conjunto es esplendoroso, es un interesante ejemplo de los artistas que adecuaron las ideas evangelizadores a su propia realidad. Siendo un mundo agrario, este se ve en todas partes graficado y evocado. Hay otros dos altares en yeso laterales, no tan próximos al altar mayor. Estos son casi totalmente blancos, pero tienen varias partes polícromas; parece que anteriormente estaban profusamente pintados como el altar principal. Un estudio de la iconografía también nos permitiría ubicar todas las imágenes de manera temporal. No sé si algunas corresponden al periodo jesuita, esto es, el periodo inicial. Mención aparte merece el púlpito. Está hecha de madera polícroma tallada y presenta también a los evangelistas. Hay escenas de la Biblia en algunos de los marcos que hay enchapados. Urge una restauración antes que todo el monumento ingrese el periodo de escasa recuperación. Un detalle interesante es el viejo techo del templo: hay vigas para sostener el peso del techo de dos aguas: cada viga es un obsequio de algún vecino del lugar. Como la famosa contribución en adobes que se hacía en tiempos prehispánicos en el norte peruano.


Salimos para dar una caminata por la verdura que rodea a este bello distrito; así íbamos identificando frutos y plantas medicinales que hay de manera generosa en la zona. Un edén. A medida que avanzábamos, el cielo se iba oscureciendo, amenaza de lluvia. Pero esta esperó a que llegásemos a las puertas de Huaylillas para ver la caída de las primeras gotas. Un poco antes de llegar a las primeras casas del poblado, nuestro guía había comprado bastante pan, calentito, delicioso. Así nos dirigimos a almorzar trucha y luego prepararnos para la clausura del evento, puesto que algunas instituciones ya regresaban a sus lugares de destino. El evento fue muy simpático, lo bonito era ver la cara de alegría de estudiantes y profesores que veían el esfuerzo suyo recompensado por su trabajo conjunto. Incluso se premió al equipo que ganó en las olimpiadas que se habían realizado entre los estudiantes, mientras visitábamos el bello claustro por la mañana. Así cerrábamos nuestra visita a este lugar paradisíaco.

El domingo 12 de octubre, iniciamos nuestro poco accidentado retorno a Trujillo.