Mayo y junio fueron meses de visitas
rápidas a la capital para participar en
actividades diversas y ver espacios interesantes y algunas novedades ligadas a
la historia. No en vano en la vieja capital del virreinato y de la república,
puedes hallar muchas cosas entretenidas, hundirte en la historia de nuestro
país y sufrir las consecuencias de una peruanidad signada por un mal entendido
sentido del desarrollo que han convertido a Lima en una de las ciudades más
caóticas del continente. La ciudad goza de muchas novedades y buenos servicios,
pero su totalidad presenta aún problemas de interconectividad que hace que ir
de un lugar a otro durante la semana sea una irremediable pérdida de valioso
tiempo en tu auto o en un vehículo de transporte público, como lo testimonian
muchas personas con las que he hablado. Los buses y el metro son soluciones
tardías, puesto que estas quisieron ser implementados en los 70. El exalcalde
“Chachi” Dibós pensó instalar un gran metro en su gestión en 1971; pero las
malas lenguas automáticamente lo acuso de corrupto, esta situación lo desanimó
y la oportunidad de volver a Lima en una ciudad de avanzada, la dejó rezagada
frente a otras capitales o ciudades densamente pobladas. Medellín, por ejemplo,
tiene metro desde 1995. En fin, y pese a todo, Lima cuenta con lindos lugares,
oferta gastronómica extraordinaria, museos interesantes y espectáculos para
todos los bolsillos. Un lugar obligado para visitar.
Entre los días 14 a 17 de mayo se realizó
la agenda de presidentes y directores de la Alianza Francesa, una agenda en la
que se incluyen visitas a la casa del embajador, almuerzos simpáticos y como
punto final, la obra teatral musical PIAF, basada en la historia musicalizada
de esta notable mujer. La obra, de autoría de la inglesa Pam Gems, es dirigida
por Joaquín Vargas Acosta y tiene una puesta en escena notable. Delante de
nosotros, circulan todas las personas que fueron significativas como Marcel
Cerdan, Marlene Dietrich, Raymond Asso, Charles Aznavour o Ives Montand.
Patricia Barreto en el papel de la Piaf es muy bueno. La obra bien merece una
misa.
Para cerrar mi visita a Lima, estuve en casa de unos amigos para celebrar nuestro reencuentro. En casa de Patrick y Laura, nos reunimos para recordar los viejos tiempos. Por la mañana fuimos a almorzar al Pecados Capitales con una exquisita y variada comida de mar, fusión entre lo oriental y criollo. Notable. Por la tarde, tuvimos la intención de visitar la exposición de Chavín en el MALI, pero llegamos tarde; Laura propuso ir a ver la Galería del ICPNA en Av. Angamos. Había una retrospectiva de la obra de Luz Letts, además de una interesante exposición fotográfica de Hans Stoll llamada Plásticos, ya que retrata a diversos artistas limeños de diversas décadas. Las salas están implementadas de manera correcta, buena iluminación, buena curaduría de los cuadros. Dos interesantes propuestas plásticas en un espacio. Salimos para hacer las compras de vinos y comida para la pequeña cena de la noche. Conversamos hasta pasadas las dos de la mañana. Hay mucho por contar.
La segunda visita la hice el 06 y 07 de
junio, visita relámpago con estudiantes de la carrera de turismo. Iba por un
objetivo que siempre quise visitar: Real Felipe del Callao. El viaje a Lima fue
por tierra, cómodo y tranquilo. Nos instalamos en un pequeño hotel cerca al
Parque de la Reserva. Nuestro primer día consistía en ir al centro de la Lima
vieja. Fuimos directo al Barrio Chino para ver las locaciones y hacer visitas a
tres lugares interesantes: Museo de la Inquisición, Museo de la Gastronomía y
el claustro de San Francisco. Para llegar al Barrio Chino tomamos la avenida
Abancay, la cual se ha convertido en una vía caótica. Me comentaban que antes
de trataba de respetar la señalización de las vías, que determinaba qué tipo de
vehículo iba por tal o cual carril; ahora es una verdadera jungla. Delante de
nosotros se cruzaron varios micros y taxis sin respetar las indicaciones.
Lamentable. Vimos el edificio que alguna vez fue uno de los más altos del país
y ahora lo ves con carteles que desmerecen su bella arquitectura: el
edificio Alzamora Valdez, inicialmente sede del Ministerio de Educación y que
la actualidad acoge la Corte Superior de Lima. Descendimos del bus al costado
del edificio que anteriormente acogía al Ministerio de Economía, al cual
recuerdo como un interesante edificio, ahora yace sucio. Apuramos el paso por le
Jr. Andahuaylas para llegar a nuestro destino inicial. Estamos al costado del
Mercado Central, el edificio que fue construido por la gestión del entonces
alcalde Ricardo Bedoya Reyes, luego del incendio del antiguo edificio de una
planta en 1964. La anterior construcción fue planteada por Castilla en el siglo
XIX en terrenos del Convento de la Concepción para formalizar un centro de
abastos, ya que Lima tenía diversos, incluso en la misma Plaza de Armas; pero
el posterior Presidente, Rufino Echenique (antepasado de nuestro famoso
escritor Alfredo Bryce Echenique), desestimó el proyecto original por costoso. (http://limalaunica.blogspot.com/2012/07/el-antiguo-mercado-de-la-concepcion.html) (http://www.viajeros.com/diarios/lima/el-mercado-central-de-lima).
El Barrio Chino es muy simpático y ves tiendas, negocios, chifas que acentúan su identidad. Todos los grandes bancos cuentan con una agencia en la zona, con mensajes en español y chino. Es conocida como la calle Capón, ya que aquí capaban o castraban a los chanchos (https://barriochinoperu.wordpress.com/gastronomia-3/); sus casas encierran misterios como templos que valdría la pena visitar (http://www.tripperutours.com/ano-nuevo-chino/) La abundancia de chifas es otro distintivo del lugar y algunos figuran entre los lugares gastronómicos que hay que visitar (http://elcomercio.pe/gastronomia/internacional/historia-calle-capon-gastronomia-china-peru-noticia-1365523). Luego tuvimos unos minutos para poder hacer nuestras compras y nos dirigimos con la profesora acompañante, Jamy, a ver una tienda en la que tienes toda la producción china en Lima. Alucinante y ni qué decir de los precios de las cosas de cerámica o alimentos. Tienes todo para armar tu chifa.
El Barrio Chino es muy simpático y ves tiendas, negocios, chifas que acentúan su identidad. Todos los grandes bancos cuentan con una agencia en la zona, con mensajes en español y chino. Es conocida como la calle Capón, ya que aquí capaban o castraban a los chanchos (https://barriochinoperu.wordpress.com/gastronomia-3/); sus casas encierran misterios como templos que valdría la pena visitar (http://www.tripperutours.com/ano-nuevo-chino/) La abundancia de chifas es otro distintivo del lugar y algunos figuran entre los lugares gastronómicos que hay que visitar (http://elcomercio.pe/gastronomia/internacional/historia-calle-capon-gastronomia-china-peru-noticia-1365523). Luego tuvimos unos minutos para poder hacer nuestras compras y nos dirigimos con la profesora acompañante, Jamy, a ver una tienda en la que tienes toda la producción china en Lima. Alucinante y ni qué decir de los precios de las cosas de cerámica o alimentos. Tienes todo para armar tu chifa.
Luego de esta primera visita, nos fuimos
al Museo de la Inquisición, museo al que no iba desde 1975. ¡Cuánto tiempo! Hicimos
una breve caminata y en el trayecto, ves lo esplendoroso que es Barrios Altos,
pese al deterioro sufrido por los años. El museo tiene bastante afluencia de
estudiantes (era sábado, raro) y turistas. Ingresas a la Sala de Audiencias, la
cual posee un bello techo artesonado de madera. Entrar a este recinto es recordar una de las
etapas más negras de la historia, sobre todo para los librepensadores, los
judíos, los protestantes y toda aquella persona que pudiera generar sospecha,
como el caso de Pablo de Olavide. Así como la cultura china nos dio
innumerables vocablos que ingresaron a nuestro vocabulario (el peruano),
también hubo una serie de procesos que se “institucionalizaron” en nuestra
lengua y que se convirtieron en diversos referentes de sinonimia en el habla
cotidiana. Tal es el caso de “vela verde” que era un terrible procedimiento
inquisitorial y que forma parte de nuestro diario hablar. Del edificio antiguo quedan pocos restos,
pero nos muestran el esplendor arquitectónico, pues vemos muros gruesos con
maderas, azulejos que adornaban las paredes y una serie de muebles y utensilios
que nos dan una buena idea de lo que era la vida diaria. Las cámaras de
torturas nos muestran las formas "sutiles" de persuasión y adoctrinamiento (http://www4.congreso.gob.pe/museo/organizacion.html). La visita es bucear en la historia de
Virreinato peruano, así como el de Lima y sus instituciones. Además, esta
alberga ya instituciones republicanas como el Congreso inicial. En tiempos como estos, no pocas personas
añoran una nueva inquisición, como lo hacen los fanáticos de los grupos
musulmanes radicales actuales.
Cerrando nuestro periplo matutino, hicimos
un alto para ver el cambio de guardia (en realidad, nunca lo había visto
detenidamente, pese a haber vivido casi 20 años en Lima) para luego pasar al
Museo de la Gastronomía. Este museo se ha instalado en el antiguo edificio de
Correos, una bella construcción con 118 años a cuesta, diseñado para una
función determinada y que se le ha dado una nueva, por lo que varios
arquitectos e historiadores no han visto con buenos ojos este cambio de uso. Lo
recuerdo, porque tenía un museo filatélico al cual iba con cierta frecuencia y
había algunos estantes con venta de estampillas para los amantes de los sellos
como lo fui en mi juventud y que aún mantengo. Además se comentaba, como sucedió con otras obras
del anterior gobierno, las cosas no quedaron concluidas por lo que la museografía
no está del todo adecuada. Lo hicieron un poco al caballazo. Pese a todo, y ya
todos con un hambre galopante, hicimos la visita con bastante interés para
conocer en las dos salas de exposición sobre los productos alimenticios y
nuestra culinaria, y otra sobre la quinua. En realidad, es un gran edificio
desperdiciado y no sé qué otro fin más tendrá.
Concluida nuestra visita, nos dirigimos
hacia el Pasaje Olaya, lugar que todos identifican como la calle
Petateros, en la que fue fusilado un
pescador patriota, José Olaya Balandra, mártir de nuestra independencia. Luego
de nuestro buen almuerzo, nos fuimos en dirección a San Francisco, visita
obligada del centro viejo limeño. Pasamos por la ex Estación de Ferrocarril,
ahora Casa de la Literatura, el célebre Cordano y el Hotel Comercio, lugar del
famoso crimen de un español, Marcelino Domínguez, por parte de un compatriota
suyo, Genaro Ortiz, quien lo mató por dinero, lo despedazó y lo ocultó en dos
maletas. Corrían los años 30. Cosas turbias de toda ciudad.
San Francisco es un gran conjunto
arquitectónico y vemos parte de este y de lo queda, ya que muchos de sus
huertos fueron expropiados para ampliar la actual avenida Abancay, la avenida
más contaminada del Perú, tanto por el esmog como el ruido. En los últimos años,
San Francisco ha tenido mejoras.
Recuerdo cuando residía en esta ciudad y las diversas visitas que hice.
Hubo momentos en que ingresabas solo, ya que no había muchos turistas. Ahora es
diferente, pero ya no puedes tomar fotos, ni grabar (aunque algunos lo hacen
descaradamente). Este gran conjunto sufrió mucho por los grandes sismos que
asolaron a Lima, como el de 1966. Ahora varias partes que estaban en ruinas han
sido levantadas y restauradas gracias a la ayuda internacional. Es una verdadera joya y uno
nunca deja de apreciar lo que hay entre sus paredes. Lástima que ahora seas
llevado un poco como ganado.
Dejamos San Francisco y nos fuimos a la
Plaza de Armas y nos fuimos a jironear, a recorrer el Jr. De la Unión, calle
con mucha tradición, que se hizo famosa por Abraham Valdelomar, el Conde de
Lemos. Hicimos un alto en la portada de la iglesia de La Merced con su bella
portada barroca. Lima tiene bellas iglesias escondidas como San Marcelo o la
Sagrada Familia. No las incluyen en los circuitos turísticos para visitar.
Recuerdo que San Marcelo fue amenaza por la ampliación de la calle Riva Agüero (ahora avenida Emancipación) y la
famosa demolición de la casa Beltrán que tenía bellas acuarelas de Francisco
Lazo. Valdelomar hablaba del Palais Concert, al cual reconocía como la síntesis
de Lima y por lo tanto del Perú. El antiguo Palais Concert fue un edificio
construido por un millonario, Genaro Barragán, y salió de los estudios de
Gustave Eiffel, el ingeniero arquitecto de moda de entonces. La casa tuvo su
época de esplendor en los locos años 20 y por sus salones pasaron, aparte de
Valdelomar, hombres de la talla de José Carlos Mariátegui y César Vallejo.
Ahora es una tienda de departamentos, pero se la quiere rescatar como el centro
cultural que fue.
Terminamos nuestro recorrido en la Plaza
San Martín para ver un restaurante de comida rápida en lo que era uno de los
mejores hoteles de Lima, el Bolívar. El bus dio una vuelta a toda la plaza para
ver su belleza, que se puede apreciar aún pese a la presencia de ventanas
sucias, esmirriados carteles colgados en varias de ellas que deslucen sus
bellos edificios. Va a tomar tiempo recuperar el esplendor de esta ciudad,
habida cuenta que tiene una autoridad edil bastante enemiga de esos criterios
valiosos. Así se puede entender lo que está haciendo en la avenida Arequipa.
Tuvimos que ir por la avenida Salaverry, traficada y lentamente dañada por el
tráfico para poder ir a nuestro hotel.
La salida a cenar a Miraflores también me
permitió confirmar lo que había visto con Laura en la Arequipa a la altura de
Lince, en el famoso centro comercial Risso. Se ha convertido en un lugar de
luces de neón por doquier, atiborrado de mal gusto. Una lástima.
Así terminé mi primer día fugaz.
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