Las artes han sido el campo de las ideas de un momento histórico. Mediante el material de cada una de las grandes artes, la humanidad ha ido moldeando a través de obras propuestas para el entendimiento intrínseco, una sociedad. El arte tiene cuatro grandes funciones: divertir, hacer conocer, denunciar o evadir. Tomadas estas, sobre todo el hacer conocer, ha sido también un medio propagandístico muy bien usado para hacer conocidas varias propuestas. Por eso se dice, que el artista es una suerte de vaso comunicante que resume su época, su sociedad, su coyuntura. El cine ha sido, pues, una de las artes más efectivas para hacer masiva su propuesta de difusión, lo que vendría a serlo también la televisión. Personas tan disímiles como Lenin o Goebbels sabían lo que podían hacer con el cine. Lenin ya lo había identificado como en verdadero arte de masas, algo que no logró la literatura, la danza, el teatro y que sí lo hizo la música, a través de la ópera. Así fueron apareciendo escuelas y directores, quienes seguían una corriente o lanzaban sus propias propuestas para poder hacer del cine su verdadero campo de ideas. Todos los quehaceres humanos vieron el increíble poder del cine, la imagen en movimiento, primero, y con sonido, después. Y comenzaron a tentarlo para sus propios fines. Inicialmente el cine, como el de Georges Méliès, era de puro entretenimiento. Pero personajes como Buñuel y Dalí hicieron las primeras propuestas que acercaban ciertas corrientes de las ciencias humanas con el cine: el surrealismo. Las pantallas proyectaron filmes oníricos en la búsqueda de un nuevo lenguaje que posteriormente serán asimilados por sus propuestas metafóricas o elípticas por la publicidad. La sutileza en la psicología del consumidor.
La introducción de obras teatrales en el cine comienza con la aparición del personaje, un nuevo paradigma. Ópera y teatro se vuelcan en el celuloide y van apareciendo los arquetipos que la literatura arrastró por siglos, pero que el cine los masifica y los convierte en patrones de conducta. Algunas cinematografías como la norteamericana crea la máquina de sueños (Traummaschine) al cual se adosa el star system, que permite crear actores y actrices adecuados a los roles que se crean en los diversos géneros. Pero es el cine de autor el que va más allá y analiza la naturaleza humana, sea por sus traumas o sus desquicios, sea por los diablos que la humanidad carga desde que ésta apareció en el planeta. Directores como Bergman se han preguntado a través de sus películas sobre todo lo complejo que puede ser un ser humano y hasta dónde puede llegar. Aunque los orígenes hayan sido avalados por la divinidad o la justificación de linaje, en realidad lo que han hecho Edipo, Electra, Hamlet, Otelo, Quijote y otros contundentes personajes de la literatura, teatro, pintura, es formar los paradigmas que han de permitir acercarnos al hombre en su esencia. Los humanos hemos empleados a los mismos como elementos catárticos (como bien lo identificó el teatro griego), pero luego trascendieron en su dependencia del arte para convertirse en seres que en cierta manera viven cada día en cada uno de nosotros. Hablamos de un Edipo, pero también de lo edípico; hablamos de un Quijote, pero también de lo quijotesco.
Después del desarrollo del Positivismo científico del siglo XIX, que acompañó – como concreción del mismo – a la Segunda Revolución Industrial, la ciencia exacta (o lo que trata de serlo) comienza a invadir todo campo del conocimiento. Desde la primera taxonomización del mundo hecha por Aristóteles, es durante el desarrollo de la ciencia física y la aparición de las máquinas que surge esta necesidad de profundizar en el conocimiento y la posterior especialización. Gracias a esta actitud surgen las Ciencias Sociales como la Sociología (Auguste Comte) y la metodologización de las nacientes ciencias humanas (Lingüística y Psicología). Estas nacientes ciencias (en cuanto a la construcción de métodos que validen sus teorías, según el espíritu del Positivismo) van buscando ciertos modelos que las justifiquen. Estas nuevas ciencias van pronto creando su propio mundo científico, jerga incluida, y muchas de las teorías y métodos pasan a otras en el fluido de intercambio científico; por ejemplo el concepto de estructura dinámica como pares complementarios surge en la Fonética; la idea de paradigma es un principio lingüístico que muchas otras áreas del pensamiento la han asumido. La Psicología se hundió en el mundo mental del individuo y fue escarbando el interior del ser humano; ante los descubrimientos que iban surgiendo, hubo necesidad de la nominación de estas manifestaciones. Aquí entran a tallar los grandes personajes, que a modo de grandes haces de rasgos, son tomados para explicar el Yo de los individuos; de ahí surge la adjetivación más eficaz de los mismos.
Pero el cine es también un lente social que se aproxima ya no a lo densamente histórico, sino a la cotidianeidad y muchas veces, cual documental, puede mostrarnos retazos de la vida en su devenir y muestra a seres humanos simples con problemas, ilusiones, frustraciones y sueños que nos acompañan desde que nacemos hasta que no toca irnos. Y esto es lo grandioso, la capacidad de poder “congelar” ese momento para ser observado (como las famosas tomas iniciales que mostraba Almodóvar en sus filmes para ver la reacción de las personas cuando se la sometía a situaciones extremas como la muerte de un familiar). Pero el cine, tomando prestado un poco el concepto platónico del arte, es una imitación y esto debe tenerse en cuenta, aunque muchas personas vivan sus películas como si fuesen reales.
L´HOMME QUI AMAIT LES FEMMES (EL HOMBRE QUE AMABA LAS MUJERES) FRANÇOIS TRUFFAUT (1977) (FRANCIA) es una extraordinaria reflexión sobre los relaciones que establecemos en base de carencias, miedos y atracciones entre los seres humanos; en este caso, entre Bertrand Morane (Charles Denner) y las mujeres. Busca vida y muerte, elementos complementarios que se encuentran permanentemente en la dialéctica de la vida; el eros y el thanatos que plantea Freud en nuestras constantes relaciones. Bertrand trata de hallar, en su conflictiva vida de vínculos inacabados, las carencias en las mujeres fascinantes que lo rodean.
ENTRE LES MURS (LA CLASE) LAURENT CANTET 2008 (FRANCIA) Este es un buen film que recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes de ese año. Un profesor de Lengua, François Marin, se prepara para un nuevo año escolar; enseña en una escuela interracial en un barrio de París. Antes de empezar las clases, cada profesor le da a conocer sus opiniones sobre los alumnos del aula que le asignado, los buenos y los malos. Y cada uno de ellos le da a conocer las estrategias que emplea para hacer clases efectivas y lograr los objetivos. En el espíritu democrático de la sociedad, se pide que los alumnos también estén representados en las reuniones para tomar decisiones importantes en la escuela. Su aula respira democracia hasta que un incidente termina por cambiar sus ideas, puesto que las perspectivas que cada uno de los actores muestran, no han sido las esperadas. En el Consejo para ver el asunto de un alumno conflictivo se ven los resultados.
ZWARKBOEK (EL LIBRO NEGRO) PAUL VERHOEVEN (2006) (HOLANDA) Este es un extraordinario film que muestra las honduras del alma humana. Holanda ocupada por los nazis. Entre sus ciudadanos hay gente que apoya a los refugiados, pero también las hay quienes aprovechan de la miseria humana. Como en el film MONSIEUR KLEIN, una a una las personas desfilan delante de una cantante judía, quien ve a su familia asesinada, entregada por sus supuestos amigos (abogados) y enviada como carnada por la resistencia gracias a su conocimiento del alemán y su belleza. Su misión es la de espiar; y en los momentos decisivos, cuando la lealtad y el honor humanos deberían relucir, sale a flote la traición y el egoísmo que es perfectamente explotado en tiempos de guerra. Ella va a ser una permanente superviviente y esa condición, la de la resiliencia, la va a arrastrar hasta el fin del film cuando la veamos viviendo en un kibbutz asediado por las bombas en los años actuales.
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