

Paris era una de las ciudades más ricas y cultas del mundo, siendo sus únicas rivales, Londres y la naciente Nueva York. Francia veía el crecimiento de sus artes con las que había cerrado el siglo XIX, el impresionismo pictórico y musical, así como las letras en las herencias poéticas de los simbolistas y la herencia novelística de Víctor Hugo. Los pintores como Henri Matisse y André Derain sacudían el mundo artístico de entonces con el movimiento fauvista y las artes visuales así como el diseño de interiores se ve influido por un movimiento aparecido en la Europa central, pero re direccionado por el mundo francés: el art nouveau. Esta bella manifestación va a tener miles de adeptos y seguidores, y el afrancesamiento cultural se va a expandir por todo el orbe: aquí en el Perú tenemos varias manifestaciones de ello en Lima en el Paseo de la República, el entonces Boulevard (palabra francesa) de La Colmena y muchos cientos de edificaciones ya demolidas por la picota. El cine, ese gran invento francés de los hermanos Lumière y convertido en arte por Georges Méliès, también va a crear, así como el subterráneo, nuevas formas edificativas para estas nuevas formas de entretenimiento: las salas de cine. Varios artistas franceses dan la vuelta al mundo, como lo había hecho Gustave Eiffel en el siglo XIX, para dejar su arte en la arquitectura de los lugares que los acogieron. En caso de Lima, por ejemplo, los primeros edificios dedicados a la cinematografía fueron hechos por arquitectos franceses: Émile Robert para el Teatro Segura, y Claude Sahut para el bello Teatro Colón, actualmente venido a menos. Las formas francesas del art nouveau en Trujillo se encuentran, por ejemplo, en el bastante maltratado Edificio Jacobs de la cuadra cinco del Jirón Pizarro de nuestro casco antiguo. Volvamos a Francia: el país y, sobre todo, Paris vivían una época de rara bonanza e, incluso, indiferencia, la Belle Epoque. El crecimiento de una poderosa burguesía industrial y comercial habían permitido cierta calidad de vida para dedicarla al ocio, así surge el gusto por la moda, el teatro, la gastronomía (sí, la que ahora se ha vuelto una gran oportunidad para la sociedad peruana), los casinos, los cabarets y los hipódromos. Aparece el arte del afiche (palabra francesa) para la difusión comercial (uno de ellos fue el gran maestro Toulouse-Lautrec) de los cabarets (otra palabra francesa) y luego se va a hacer extensivo a todo producto comerciable. Surge, entonces, una cultura del ocio, cultura que luego va a ser explotada por la pragmática cultura gringa con la creación de Las Vegas. Paris acoge lentamente casi todo el mundo artístico del orbe, algo no logrado por otra ciudad, ni aun Nueva York en la actualidad. De pronto, las amplias calles parisinas construidas por el genial arquitecto Haussman durante el segundo imperio de Napoleón son ocupadas por automóviles y estos a su vez son retratados por genios como Einsenstaedt o Doisneau. Paris acogió, además, en el 1900 a los Segundos Juegos Olímpicos, los cuales van a tener un largo camino hasta nuestros días. Nadie presagiaba lo sangriento que iba a ser la Gran Guerra. Hacia la mitad de la primera década, un grupo de artistas de la pintura se ponen “al día” con los avances científicos planteados por el físico Einstein; me estoy refiriendo a los cubistas y la relatividad de la perspectiva. Cuando en 1907, Picasso expone “Las señoritas de Aviñón” con el consabido escándalo el arte iba tomando un nuevo camino, como le sucede a la música, a la literatura (en el genio de Marcel Proust), el teatro y la danza con la esplendorosa visita de los ballets rusos, dirigidos por Diaghilev (18 de mayo 1909). Su literatura es reconocida por la Academia Sueca y le otorga dos nobel a dos literatos: Sully Prudhomme (1901) y Frederic Mistral (1904) La industrialización va a generar un paulatino crecimiento de las ciudades europeas, como ya se había visto en el siglo XIX, y esto va a generar el crecimiento de un grupo social que a la larga van a aglutinarse en torno a partidos políticos de izquierda: el proletariado. Este proletariado va a llevar en la tercera década de este siglo a un líder del Frente Popular, Leon Blum.

Hacia 1910, año de nuestro héroe Jorge Chávez, este era el mundo que lo rodeaba.