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Trujillo, La Libertad, Peru
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domingo, 12 de septiembre de 2021

AYABACA Y LA ODISEA CELESTIAL (CRÓNICA DE VIAJE)

 




Domingo 29 de agosto. Ayabaca. Aypate. Un viaje alucinante entre frustraciones y maravillas. Tesoros y peligros que íbamos a conocer. Salimos temprano con cosas calientes para el frío y la lluvia y dejamos en casa de Vania lo que no íbamos a usar. Recogimos a las chicas de su hotel y nos enrumbamos hacia nuestro objetivo. Para ir a Ayabaca hay dos formas de acceder desde Piura: desde Sullana (un poco más larga y con más tráfico) o por Tambogrande, un descubrimiento personal. En la ida fuimos por Sullana y cruzamos el gran valle fértil que ha hecho de Piura una zona rica en agricultura durante todo el año. Esta zona es conocida por su notable producción de limones y mangos. Con un intenso tráfico que une poblados y zonas de producción nuestra ruta se hizo un poco lenta. De aquí llegas a Tambogrande, ciudad a la que no ingresas, pues tomas la mano izquierda en dirección a Las Lomas, siempre por una buena carretera asfaltada que llegará hasta Macará, la frontera con el Ecuador. La carretera atraviesa muchos pequeños poblados que viven de una agricultura rica y diversa. La carretera nos llevó hasta un puesto de vigilancia fronterizo en el cual hicimos un alto para usar los servicios higiénicos; ahí preguntamos por el camino a Ayabaca y los policías nos indicaron que nos faltaban por lo menos un par de horas; a unos cuantos kilómetros más teníamos que tomar el camino hacia la derecha. Así que seguimos adelante. Pero el paisaje natural se fue poblando por una serie de personas que llevaban un hábito de color morado, el hábito de los fieles del Señor Cautivo. Vania nos comentaría luego que esto estaba pasando ahora, pues en las celebraciones centrales del mes de octubre, la iglesia había decidido restringir dichas celebraciones masivas por temor al COVID19; por esas razones los peregrinos habían decidido hacer su marcha con anterioridad; y esto nos iba a traer algunos problemas en nuestro destino. En el trayecto veíamos personas de todas las edades haciendo la marcha, incluso algunos llevando una cruz de madera. El trayecto es asfaltado hasta un poco más allá de Paimas, desde donde continúa una trocha bastante afirmada, pero con unas curvas espeluznantes. Desde ahí, literalmente, empieza un ascenso marcado hasta llegar a Ayabaca (2,722 m.s.n.m.). Aunque Piura no tiene las alturas colosales de Ancash o la Sierra sur, los caminos sinuosos no dejan de depararnos sorpresas nada agradables. La afluencia de peregrinos que van en buses, mototaxis, camionetas y autos en ambos sentidos hacen la ruta un poco tediosa, pues uno está en permanente alerta por la forma de conducir sobre todo en las cerradas curvas que hay en una zona en la que se halla un pequeño caserío llamado Arreypite Bajo. En una de las curvas nos encontramos con un bus que bajaba a toda velocidad y no hizo sonar su claxon para advertir a otros vehículos como el mío: encontrarse con semejante bus en medio de una curva en ascenso no es nada agradable. La imprudencia se ve reflejada en la cantidad de cruces que pueblan los senderos de esta ruta. Al llegar, después de una ansiada llegada al lugar nos recibió un primer impacto: lluvia. Luego nos indicaron que no podíamos ingresar por la vía principal, pues había demasiados vehículos para el lugar. Nuestros nervios ya estaban crispándose. Ingresamos, a causa de la obligada desviación, por el estadio de la ciudad. Allí empezó otra odisea: tratar de ingresar a la plaza para buscar un hotel. Esto se convirtió en una pesadilla: Laura había intentado hacer reservas para nosotros, pero fue infructuoso; así que a buscar un hotel a esas horas que significaron momentos valiosos perdidos para ir a nuestro principal objetivo: Aypate. Hay una oficina de turismo en plena plaza principal, pero por nuestra urgencia de hotel no fuimos a buscar información y ayuda. Craso error. Por fin hallamos un hotel con precios desorbitantes para una habitación sencilla: 140 soles. A las chicas les quisieron cobrar en otro hotel 100 soles a cada una: una locura y una vil estafa. Otros llaman a esto la ley de la oferta y demanda: el mercado. Saque cada uno su conclusión (algo así como el comportamiento de muchos establecimientos y personas ligadas a la salud en plena pandemia). Luego ir a almorzar: otro error. Los restaurantes estaban llenos y muchos, como sucedió por la noche, agotaron su existencia del día rápidamente. Fuimos a uno recomendado, Tradiciones Ayabaquinas, agotado; buscamos otro y fue la muerte lenta: la carta era un rosario de platos que se ofrecían, pero no tenían disponibles: al final nos conformamos con unos chicharrones de pollo. ¡Salimos a las 4 pm bajo lluvia! Queríamos ir a Aypate de todas maneras, pero decidimos preguntar en la oficina de turismo de la Municipalidad Provincial de la ciudad: la noticia no podía ser más nefasta, pues la carretera estaba en mantenimiento y era abierta por ciertas horas; si nosotros decidíamos ir al lugar, no hubiéramos llegado por el horario de atención y con la posibilidad de que nuestro retorno sea penoso al tener que respetar los horarios de apertura por el mantenimiento. Cabizbajo les comenté al grupo que nos causó frustración y decepción. Incluso se sugirió regresar a Piura en esos momentos. De pronto decidimos ir nuevamente a la oficina de turismo para tener más información y saber a qué atenernos. Nuestra segunda visita fue todo un vuelco. Uno de los jóvenes que trabaja en el lugar, Antony Flores, se ofreció a acompañarnos a un lugar que iba a ser todo un descubrimiento: el Bosque de Cuyas, actualmente reserva natural protegida. Primero nos llevó a conocer la iglesia en la que se encuentra la imagen del Señor Cautivo, razón por la que muchos hacen el peregrinaje a este lugar. Por razones sanitarias, la visita es restringida por lo que tuvimos que tomar nuestras medidas de prevención. La imagen atrae a muchos fieles de todas partes y edades, condiciones económicas e, incluso, es venerado fuera de nuestro país. Hay una leyenda sobre su origen: esta se remonta a 1751, cuando se pidió hacer una imagen en cedro de Jesús; unos escultores se ofrecieron y pidieron como pago que les pasasen alimento, pero que no ingresasen; al día siguiente, los vecinos se acercaron para hablar con los artistas tanto por los alimentos como el precio por acordar, pero no hallaron a nadie salvo la imagen de un Cristo atado. La leyenda dice que fueron ángeles quienes hicieron la talla. Aquí más detalles: https://eltiempo.pe/senor-cautivo-ayabaca-historia-santo-piura-mp/. La iglesia tiene numerosas imágenes de santos europeos como locales y es un monumento de fines del siglo XVIII: hay varios altares interesantes, fuera del dedicado al Señor Cautivo. Hay una imagen de Cristo Crucificado de buena factura en bello altar. Aquí más datos de la iglesia: https://turismoi.pe/iglesias/iglesia/iglesia-matriz-del-distrito-de-ayabaca.htm





Una vez terminada nuestra visita, nos fuimos al bosque de Cuyas (https://www.sernanp.gob.pe/noticias-leer-mas/-/publicaciones/c/bosques-de-cuyas-cuchayo-y-ronsoco-cocha-dos-nuevas-areas-de-122581 ). Antony nos llevó hacia una suerte de estación y en el camino nos fuimos percatando por qué se llama un bosque de nieblas de unas 600 ha. Es una zona con una gran riqueza en fauna y flora. Muchas plantas e insectos aún por estudiar. La visita, en realidad, amerita casi toda una mañana, pero lo que vimos fue lo suficientemente bello como para redimir nuestra pena por no haber ido a Aypate. Al retorno, nos fuimos a una suerte de mirador que se halla en el cruce entre Ñebros y Aypate: la vista fue espectacular. Ahora bien, esta zona amerita mucha atención, pues tiene un ecosistema frágil. El Perú es un país rico en zonas naturales y que acompañan nuestra historia prehispánica. Cuyas también encierra secretos arqueológicos, pues tiene dos cerros frondosos, apus, que fueron lugares sagrados y en uno de ellos se realizaron sacrificios humanos. Somos una cultura vieja que aún no se consolida como nación. Del asombro creo que es momento que pasemos a la acción. Aypate será para un próximo viaje, pues también hay otros secretos como los petroglifos de Samanga. Ayabaca bien vale una misa y la visita a la Oficina de Turismo de la Municipalidad de Ayabaca te puede aligerar el camino. Esta es su cuenta Facebook: https://www.facebook.com/111981006994852/posts/378674313658852/.







Retornamos a Ayabaca a pernoctar. Antes decidimos luego de un buen duchazo caliente. Como comenté líneas arriba, el servicio de restaurantes había colapsado por la presencia de tanto peregrino. Salimos para tener una cena ligera, pero no había muchos restaurantes. Felizmente hallamos un pequeño café que tenía unas deliciosas croquetas con queso de la zona. Vania nos había regalado pan que llevamos desde Piura; en conjunto ese fue nuestra cena.

Al día siguiente desayunamos temprano para estar a la hora de almuerzo en Piura. Nuevamente unos panes con queso iluminaron nuestra mañana, pero lo malo fue el café: Piura tiene en sus tierras uno de los mejores cafés del mundo, pero no hay el hábito de consumirlo y la gente prefiere Nescafé. Una lástima. Nos fuimos a la camioneta y salimos hacia nuestro destino bajo una mañana lluviosa. Sólo saliendo una camioneta nos hizo una señal que no tomamos en cuenta. Ya transcurridos unos 16 kilómetros otra camioneta nos detuvo e indicó que la llanta izquierda trasera estaba literalmente en el suelo, totalmente desinflada. Inexpertos nosotros, tratamos de sacar la llanta y la parte más complicada fue descender la llanta de repuesto, pues el mecanismo fallaba. Pedimos ayuda a algunas personas y, de repente, se detuvo una camioneta de la cual bajaron dos jóvenes: sin perder tiempo, comenzaron a hacer todos los cambios necesarios, expertos pues ellos están trabajando en la rehabilitación de la carretera Ayabaca-Aypate. Gracias a ellos, cuales ángeles llegados, nos ayudaron en todo. Hubo otro vehículo que también bajó a ayudar y un camión nos ayudó con un destornillador que se necesitaba en ese momento. Una solidaridad que la vives en ese momento. Subimos la gran llanta para que nos la cambien en Paimas, donde se iniciaba el asfalto. Nos despedimos de estos dos ángeles anónimos. El descenso fue mejor, pero siempre tomando las precauciones del caso. Es increíble la cantidad de mototaxis que suben y bajan a Ayabaca. La vista es impresionante y la estrechez de la carretera en algunos sectores también lo es. 





Ya llegando al cruce de Montero el camino se agilizó y ya tocamos asfalto hasta llegar a Paimas. Aquí nos sucedió otra anécdota: revisar la llanta y cambiar con la de repuesto. Fuimos a pedir los servicios del llantero quien estaba durmiendo la resaca de las fiestas (30 de agosto). No sé cómo, pero se despertó; comenzó a hacer su trabajo y logró terminar todo a tiempo: hábito. Vimos el inmenso clavo que había atravesado a la llanta. El pequeño poblado se ve aturdido por el tronar de las mototaxis. Estos aparatitos hacen de Piura y de cualquier población (me vienen a la mente Tarapoto e Iquitos, por ejemplo) ciudades y poblados ruidosos. En Paimas trataba de hablar con alguien, pero era acallado por la bulla descontrolada de estas máquinas. Terminada nuestra estancia en este poblado salimos en dirección de Tambogrande, la ciudad por la cual íbamos a ir ahora. La geografía iba cambiando a medida que íbamos descendiendo. Más allá de Las Lomas hay una extensa zona agrícola de intensa intervención humana. Tambogrande ya es una ciudad muy activa, ruidosa y con gran movimiento agrícola. Pese a ser día de fiesta, había profusa actividad comercial. Ya desde aquí a Piura el viaje era más rápido, salvo la entrada a la misma Piura por el intenso tráfico. Nuestro objetivo, y ya con un hambre galopante, nos fuimos a almorzar al Caracol Azul, donde nos esperaban langostas, cebiches, sudados y todas las maravillas que puede dar un mar tan generoso como el de Piura. Una vez concluida el opíparo almuerzo, fuimos a la agencia a dejar a la directora de Chiclayo y nosotros nos fuimos a casa de Vania para dejar las otras cosas y que Laura pueda tomarse un delicioso duchazo. Nosotros nos fuimos a dejar la camioneta y cerrar prácticamente esta buena jornada que nos trajo aventuras y experiencias. Por la noche nos fuimos a ITTSA para retornar a Trujillo. Hasta el próximo viaje.






domingo, 1 de agosto de 2021

ANGASMARCA Y SANTIAGO DE CHUCO: ENTRE LA BELLEZA Y LA FIESTA




Domingo 25 de julio. Casi todos levantados a las 5:30 am. Habíamos dormido con todo un ruido infernal de una fiesta quinceañera frente al hotel. Cuando ya salíamos en dirección a Angasmarca (6:30) los últimos invitados de la ruidosa fiesta se iban. La luna se veía en todo su esplendor (así puede uno entender por qué se creía que esta era un dios poderoso, que se lo podía ver tanto de día como de noche). Premunidos de casacas y gruesas chompas salimos los cuatro aventureros hacia nuestro objetivo final; salimos de nuestro hotel en la calle Raimondi y subimos toda esa cuesta. Pero antes de dejar Cachicadán, compramos una rosquitas para nuestro improvisado desayuno.

El camino, completamente nuevo para mí, mostraba bellos pasajes, pero se me hizo un poco complicado pues el sol reventaba en mis ojos. Pese al cobertor y mis lentes oscuros, hubo pasajes que los pasé con cierta intuición. La carretera también está en mantenimiento por lo que veíamos maquinaria diversa en el camino, pero no estaban trabajando: no sabíamos si era por ser domingo o por la fiesta de Santiago. El tramo se angosta en varias zonas y hay que ir con cuidado. Los choferes más diestros no escatiman la velocidad por lo que hubo momentos un poco tensos. Hay lugares en los que pasa un solo vehículo y las curvas son muy pronunciadas. Hubo un momento en que la camioneta derrapó, pero fue un pequeño susto. La distancia entre Cachicadán y Angasmarca es de 26 kilómetros aproximadamente, pero nos tomó casi una hora. Angasmarca está un poco más alto que Cachicadán (2,884). El último tramo fue un poco de ascenso. Por fin llegamos a Angasmarca (2,900) y ahí nos íbamos a encontrar con el profesor Óscar Lihón, director del centro educativo de la ciudad. Angasmarca tuvo una historia floreciente. Se ubica en punto estratégico, un valle rico el cual fue explotado durante la colonia: zona agrícola y pastoril que se vio afectada por muchos incidentes en las últimas décadas desde la presencia de Sendero Luminoso hasta nuestros días. Aquí detalles de su historia: http://muniangasmarca.gob.pe/el-distrito/resena-historica/.  El profesor Lihón era la persona que nos iba a abrir la puerta de la iglesia (principal objetivo) y enseñarnos las bellezas que se encuentran adyacentes a tan bello monumento que clama ayuda para su restauración. De la iglesia había oído muchos comentarios que alababan su interior; había hablado durante años con personas como Ricardo Morales, Iván La Riva o Guido Sánchez, había leído texto y visto fotografías. Pero “una cosa es con guitarra y otra con cajón”. Hoy me tocaba con cajón: estaba en el lugar para constatar su belleza y peligro latente. El profesor nos contó que la torre había sido demolida (¡demolida!), pues estaba en riesgo de caerse por cuarteamiento, así que la solución de una empresa fue tirarla abajo. La puerta principal había sido dinamitada por Sendero Luminoso en 1991, así como la Comisaría del lugar (es un edificio nuevo). Por lo que esas partes han tenido una intervención cuestionable y esperemos que con el tiempo se haga una buena restauración. Abrir la puerta e ingresar fue toda una experiencia alucinante. Al subir la llave de luz, la débil iluminación nos mostró una belleza inigualable. Había visto iglesias con detalles primorosos como Huaylillas, Parcoy, incluso La Jalca en región Amazonas. Pero también vimos el severo daño y peligro en que se encuentra este bello espacio: Nuestra Señora de la Asunción de Angasmarca o la iglesia matriz. Ingresamos viendo detalle por detalle. Esta iglesia había perdido su techo (irremediablemente) y tuvo todo su interior expuesto a lluvias y cambios bruscos de temperatura, pero aún así los estucos de yeso primorosamente labrados para representar santos o escenas bíblicas resisten al tiempo y a la desidia humana. Pero ha habido varios intentos de reconstruir y hay proyectos para su recuperación. Esperemos que estos se hagan pronto realidad para evitar su acelerado deterioro. Incluso el techo de paja improvisado (hay que cambiar todo eso) así como la portada y la torre, (urgente antes que haya intervenciones desafortunadas) necesitan ser removidos técnicamente; el techo tiene muchas palomas cuyas heces están afectando también el estuco de las imágenes y retablos. La iglesia ha tenido hurtos y saqueos, uno último ha sido el de su campana de bronce. Hay vigas que sostienen paredes y algunos techos de cuartos colaterales pueden colapsar en cualquier momento: uno ve esto y sí puede comenzar a creer en todo tipo de milagros. Luego fuimos a ver los restos de la hacienda en la que alguna vez estuvo Bolívar y Raimondi alojados. El paisaje es generoso y frente a ello una inmensa montaña empinada como Apu tutelar de la zona. Nos contó que ahí hay restos wari y el triste caso de unos jóvenes imprudentes que murieron en un incendio provocado por ellos mismos. Ya retornando con nuestro guía nos fuimos a ver un portal, el Portal de Belén, construido para ese único propósito. Aquí datos de la iglesia: http://www.munisantiagodechuco.gob.pe/webantes/Donde_ir/iglesia_matriz_de_angasmarca; aquí otro más: ndiario.pe/blogs/notas-de-prensa/2015/06/22/gr-apoyara-restauracion-de-antigua-iglesia-de-angasmarca.









Nos despedimos amablemente de nuestro guía y retornamos a Cachicadán. César sugirió retornar a Santiago de Chuco para evitar los cortes que habíamos visto el día anterior. En nuestro camino ingresamos a un pequeño poblado de agricultores: Santa Cruz de Chuca. Nos detuvimos un rato en su bonita plaza, aunque un poco arruinada por un armatoste de mal gusto de la municipalidad, un edificio lleno de vidrio translúcidos y con detalles que rompen con la armonía del lugar. Como siempre, el mal concepto de “modernidad”. Pero el secreto del lugar iba a ser una suelte de balcón desde el cual se ve Santiago de Chuco y otros bellos lugares; además un silencio escandaloso, roto por la brisa del viento y el movimiento de los maizales. Al retorno, una señora muy amable nos obsequió mote de trigo y vimos cómo cocía una cabeza de chancho. 








Volvimos a nuestra camioneta y de ahí a Cachicadán. Ya estábamos cerca. En Cachicadán fuimos al hotel a recoger las cosas y partir a Santiago para almorzar allí. Había un tráfico regular por las fiestas; estábamos un poco temerosos de no hallar hotel. Al ingresar veíamos en las esquinas de muchas calles arreglos y altares para esperar el paso de la imagen de Santiago que iba a ser trasladada en una camioneta. Nos dirigimos hacia nuestro hotel: hostal El Mirador en la calle Los heraldos negros (nombre de un poema de César Vallejo). Felizmente había habitaciones; los amigos de César fueron una gran ayuda; como era un poco tarde, pedimos almorzar ahí. La demora sí fue proverbial, sin embargo, nos dio tiempo para ver la procesión que iba recorriendo las calles centrales con varios hombres pallos y mujeres ataviados para la ocasión (https://www.youtube.com/watch?v=Bv6ZhFfjq6s). Las calles estaban llenas de personas celebrando (nada de protocolo sanitario, peligroso). Como estos festejos iban para más tarde, decidimos visitar el cementerio de la ciudad. Fuimos caminando y en el trayecto vimos en varias esquinas gente bailando y bebiendo a raudales (cajas de cerveza varias, por eso hay una venta extraordinaria de cerveza en estas fiestas): tomamos el camino hacia este lugar. Vemos un monumento a Manuel Porturas y de ahí empieza una avenida que lleva su nombre. Al llegar al cementerio vemos dos entradas: una nueva y una más antigua que eran los límites iniciales del camposanto. Es un cementerio de pueblo de sierra, algunos cuarteles se han hundido. Lo que nunca logramos encontrar son las tumbas de los familiares de Vallejo; el día anterior el guía nos indicó que sus familiares estaban en este cementerio y que su familia era conocida en la ciudad. No encontramos dato alguno. Lo que sí hay es una tumba en conmemoración de Vallejo con una frase (mal escrita, dicho sea de paso) de su esposa francesa Georgette Vallejo (la frase está en francés). Uno evoca su triste poema dedicado a la muerte de su hermano Miguel: aquí escuchamos la versión de Susana Baca (https://www.youtube.com/watch?v=LNCevBd0Pl0); o esta de Mercedes Sosa (https://www.youtube.com/watch?v=SaYLaHjLdUA. Qué canto y poema.






Un poco apenados salimos del cementerio y César nos sugiere de ir a un paseo mirador no lejos de ahí. Este lugar sí es muy simpático y nos permite ver la ciudad; en el mirador, mirador Chaychugo, hay muchos murales y vitrales que crean espacios cromáticos de luz. Nos quedamos hasta la caída del sol y retornamos a la plaza principal donde la fiesta estaba en su punto. Todo Santiago estaba en la calle; entramos a una pequeña pizzería, Arte y Aguacero, para tomar un café y comer algo. Este restaurante tiene dos balcones que dan hacia la plaza, desde los cuales veíamos el desarrollo de la procesión. Bajamos nuevamente a la plaza para ver de cerca el ingreso de la imagen a la iglesia y ver los fuegos artificiales y bailes improvisados de la gente ya bien sazonados. Nuevamente nos encontramos con el señor Salinas, mayordomo de la actividad central, con quien conversamos sobre la iglesia de Angasmarca; me comentó que ya tienen expedientes y presupuestos, pero hay asuntos administrativos pendientes. Le comenté sobre Huaylillas y me comentó que ellos lograron restaurar esta iglesia, así como la de Tulpo y Bambamarca. Estuvimos conversando por lo menos una media hora al respecto. Luego nos retiramos para nuestro hotel, no sin antes comprar pan, bizcocho (extraordinarios) y rosquitas. Ya en nuestro hotel pedimos coordinar con la señora para que nos prepare temprano el desayuno y que nos pueda comprar más pan y bizcochos.









Lunes 26, muy temprano iniciamos retorno a Trujillo. El camino fue tranquilo, nos detuvimos en Shorey para revisar una llanta, la que tenía un buen clavo incrustado. Por el lugar llamado Paraíso compramos quesos, muchos quesos. Llegamos a Trujillo con un tráfico pesado. Fin de nuestro viaje.