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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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miércoles, 5 de noviembre de 2008

LOS FANTASMAS DE LA NORTEAMÉRICA DE POST GUERRA


-Estás loco –dijo el director-. Olvídalo,
no pienso rodar ninguna de tus calenturas infantiles.

-¿Calenturas? Te estoy hablando de la historia
contemporánea de este país.

El fantasma del cine Roxy, Juan Marsé



Durante los años de post guerra, una vez culminada la Segunda Guerra Mundial, el cine tuvo en la Ciencia Ficción la posibilidad de difundir ideas de un contexto marcado por el fantasma de la Guerra Fría, la psicosis de la Bomba Atómica y la presión marcartista diezmadora de la intelectualidad norteamericana liberal de entonces. Ante esta coyuntura, todas las artes, incluida el cine, libraban batallas contra los sectarismos o abrazaban la causa de los mismos, bajo la sombra inquietante de una posible Tercera Guerra Mundial. La paranoia de un conflicto bélico atómico hizo ver fantasmas en ideas que se hallaban fuera de y en el vasto territorio americano.
El conflicto de Corea no hace sino atizar los temores de una sociedad que se sabía rica, opulenta (the american way of life) y que iba a luchar por preservar dicho estatus y modo de vida.
Los mensajes subyacentes para preservar la ideología encontraron en elementos opuestos la posibilidad de su continuidad, elaborando ideas dicotómicas para su justificación. La maniqueización de las sociedades, hombres e ideologías contrarias iban a ser los valores significativos que sostendrían los nuevos contenidos sígnicos para una sociedad que consumía rápidamente elementos audiovisuales, el cine incluido. Monstruos extraterrestres, naves espaciales amenazadoras, mutaciones radioactivas, mal manejo de la tecnología contra el hombre, todas situaciones desestabilizadoras que atentan contra la sociedad, ergo contra el humano.
Muchas de las ideas ahora nos parecen ingenuas, pero para ese entonces, eran advertencias contundentes que movían el morbo de una comunidad como la norteamericana, que venía de ver los estragos de la guerra, la locura de los regímenes fascistas, el pavor de las dos bombas atómicas que habían asolado el territorio japonés y el incontenible avance del fantasma del comunismo en países como Grecia, Italia o Corea.
Para los ojos de una persona del siglo XXI, las técnicas no pasan de ser fruslerías para lo avanzado a la fecha; pero el contexto sí es interesante y el mensaje subliminal que subyace es bastante sutil en algunos casos, en otros casi un elemento panfletario. Pero lo que sí queda claro es esa polarización que se vivió en Norteamérica en los años 50.

Algunos clásicos:

LA COSA CHRISTIAN NYBY (1951) Este es el filme más paranoico del ciclo. Muchas coincidencias acontecen para mostrarnos un grupo de personas, militares y científicos, enfrentarse con un ser extraterrestre con características asombrosas. Y todo esto transcurre en el lugar más inhóspito del planeta, el Polo Norte, quizá puerta de entrada para el enemigo ideológico. Lo interesante es el tratamiento del personaje que encarna al científico en jefe, quien asume un torpe rol conciliador con el invasor; quizá sea una clara advertencia a todo el mundo científico que había hallado asilo en Estados Unidos durante la guerra y que pudieran tener cualquier comportamiento ambiguo posteriormente (Von Braun, Einstein, Fermi, entre muchos otros). Hay un buen remake de John Carpenter (1982).


EL MUNDO EN PELIGRO GORDON DOUGLAS (1954) Este filme es una advertencia a la humanidad. Con el título de THEM, un nido de unas inmensas hormigas, producto de la radiación, comienza a asolar la zona de Nuevo México, cerca de Alamogordo, lugar donde se realizó la primera prueba atómica. Según cuentan que cuando Albert Einstein vio la potencia de dicha bomba y los estragos posteriores, vaticinó que la Cuarta Guerra Mundial sería con palos y piedras. La figura del científico asume una talla inconmensurable, participa en las tomas de decisiones y es un líder al cual se lo sigue. Todo lo contrario de lo visto en la película anterior. Cuenta con una serie de recursos técnicos buenos para la época, fuera del hecho que hay todo un respaldo científico en lo expuesto en el filme.


LA GUERRA DE LOS MUNDOS BYRON HASKIN (1953) esta película es más o menos de culto, basada en la obra de H.G. Wells, con el mismo nombre. Si la obra literaria tenía por fin llamar la atención a la soberbia victoriana de la Inglaterra de fines de siglo XIX, nuestra película llama la atención también a la soberbia humana que se desmorona y nada puede hacer frente al avance demoledor de los habitantes de Marte. Pero la humanidad es salvada por lo que menos se esperaba. El uso de algunos términos para denominar a los ovnis es de uso corriente entre los cultores de la ciencia ficción. Fue todo un suceso en su época.


LA MOSCA KURT NEUMANN (1958) Interesante filme de ciencia ficción y terror, es una clara advertencia a los juegos ilimitados de la ciencia. Cierta vez la revista TIME publicó allá por el año 1977 toda una edición sobre los descubrimientos genéticos de ese entonces, que ya hablan de clonación, mutaciones, el genoma. La revista tenía por título TINKERING WITH LIFE, algo así como HACIENDO TINKA CON LA VIDA. El contenido refiere a esta actitud de muchas personas ligadas a la Ciencia con carencia ética o poco sentido de responsabilidad. Y las consecuencias son aterradoras; pero lo interesante es que muchas de estas situaciones dolorosas se han convertido en vacunas, curas o medidas preventivas. Así pues, muchos de los experimentos realizados por el siniestro Dr. Mengele con los prisioneros judíos han dado resultados para la ciencia médica. Un dilema que subyace a lo largo del filme. El final es aterrador y conflictivo.

EL DÍA QUE PARALIZARON LA TIERRA ROBERT WISE (1951) Un bello filme pacifista, quizá el lunar de todo este ciclo. Aquí vemos todo lo que una película de Ciencia Ficción de los 50 demanda: robots, ovnis, científicos, los militares, la Política y la Familia. Pero aquí todos los elementos actúan de manera paranoica para destruir a seres que nos visitan pacíficamente. Y nos dan una lección sobre nuestro comportamiento; es un filme valiente, de una severa llamada de atención a los políticos, militares y los MaCarthy que abundaban en el Congreso de los Estados Unidos. Su mensaje es de esperanza y conciliación, y ha de pasar mucho tiempo para volver a retomar ese mensaje pacifista que lo veremos en ENCUENTRO CERCANO DE TERCER TIPO y E.T., ambas de Spielberg.



Bibliografía:

Diccionaire des Films – Bérnand Rapp, Jean-Claude Lamy, LAROUSSE, 1995.

Historia Ilustrada del Cine, René Jeanne, Charles Ford. ALIANZA EDITORIAL, 2º y 3º tomos, 1981.

Historia del Cine Mundial, Georges Sadoul. SIGLO XXI EDITORES. 5ta edición, 1980

Enciclopedia Salvat del 7mo Arte, Raúl Sampablo y Emili Teixidor. SALVAT EDITORIAL. Tomo 1. 1986.

miércoles, 29 de octubre de 2008

CINEMA NOIR


Is the man a good guy or a bad guy?
What has he done?
Who the hell is he?
CHRISTOPHER WICKING, KNIGHTS IN DARK ARMOUR


La parte oscura del comportamiento humano siempre es motivo de atracción, de sentimientos encontrados, de morbo; nuestra naturaleza dual (bueno-malo) ha hecho que la balanza de un equilibrio etológico nunca esté quieta, pues pronto el hombre se ve embarcado en caminos tortuosos, como el viaje de Dante, por el infierno para ir conociendo nuestras iniquidades, nuestras ilimitadas proyecciones así también nuestros límites como seres mortales e imperfectos que somos. Regidos por una moral superior de acuerdo a la época, nuestros parámetros marcan nuestras actitudes, nuestros deseos frustrados tanto individuales como colectivos, y han de salir a piel por caminos más inéditos, sea por nuestro comportamiento como por nuestra capacidad creativa. Esto último explica cómo el arte es una válvula de escape para nuestras frustraciones y limitaciones, a modo de catarsis tanto para el individuo como para la colectividad. Así pues no solo los héroes cumplen un rol regulador de una sociedad, sino también (y son muy necesarios) los antihéroes, quienes como ángeles caídos, asumen toda esa carga autodestructora, nefasta y angustiosa que un ser humano puede pensar, sufrir y ocultar. Necesitamos de alguien que asuma nuestro deseo oscuro de quebrantar, transgredir, violentar.

Quizá por esta razón, los personajes que comienzan a aparecer esporádicamente en la literatura popular a finales del medioevo en Europa, los pícaros, los truhanes, han quedado impregnados en el inconsciente colectivo, desplazando lentamente la pomposidad de los héroes míticos o los dioses del teatro grecolatino, por los nuevos que vienen con el Renacimiento, eclosionan con el Barroco español (la pintura de Velásquez retrata al bajo pueblo, con sus tullidos, beodos y delincuentes) hasta la aparición de los cuentos del Romanticismo de E. A. Poe y las policiales del Realismo de Conan Doyle además de las obras de Maurice Leblanc y Agatha Christie. La aparición de dos caracteres interdependientes (la dicotomía del conflicto humano) va a llenar el escenario literario a partir de la segunda mitad del siglo XIX a la fecha: el criminal y el detective. Por eso, surgen en el imaginario literario Sherlock Holmes (Doyle) o Hércules Poirot (Christie), por el lado “bueno”; y Arsenio Lupin (Leblanc) por el lado oscuro. Tenemos, pues, dos interesantes lecturas, dos perspectivas que luego han de ser abordadas por el cine.

El cine prácticamente desde su aparición como espectáculo empleó obras literarias y primitivos guiones en los que ya se veían estos caracteres en acción, en crímenes que eran llevados a la pantalla para la delicia y morbo de los primeros cineastas y su público. En los Estados Unidos, en 1912 aparece la primera película cuyo tema central era el crimen. En una sociedad tan extrema como era la norteamericana a principios de los XX, el tema del crimen y las transgresiones de la ley se vuelven casi un modo de vida cuando en enero de1918 se estableció la prohibición del alcohol. Cuando esta ley fue levantada en 1933, la sociedad norteamericana había acogido en su seno, bandas de gansters, contrabandistas, un eficiente crimen organizado y una interesante percepción de la ley. Esta sociedad en su arte va a ver reflejada una actitud nueva, una visión sociológica que se va a retratar en la literatura y, sobre todo, en el cine. Y en este interesante entorno las figuras que aparecen alrededor del crimen como leit motiv van a tener un tratamiento especial, el cual va evolucionando como la sociedad misma de la cual se extraen los “ejemplos”; por eso habrá propuestas de un cine moralista de preguerra, en el que vemos que el crimen se paga a como dé lugar con una abierta intención didáctica para una Norteamérica que viene de la resaca de la ley seca.
Luego vendrá una visión de desencanto y pesimismo durante la Segunda Guerra Mundial, en la que el individuo entra en conflicto con todo aquello que oyó, aprendió y juzgó. Y es gracias a escritores que dieron sus obras y guiones para el cine de entonces, Dashiell Hammet, Raymond Chandler y James Cain, entre otros más, los que permitieron crear una veta de detectives oscuros, ambiguos, solitarios; pero agudos, inteligentes, inquisidores, leales a su causa casi quijotesca en relación al crimen. Así veremos a dos grandes personajes detectivescos que han de crear modelos, paradigmas de toda una época de excelente producción de series B como jamás se haya dado en Hollywood después: Philip Marlowe (Chandler) y Sam Spade (Hammet). Estos bizarros detectives no se detienen con las evidencias, siempre van más allá para llegar al origen. Todo esto ayudado por un puñado de actores y actrices que asumieron estos roles de los cuales, luego, les fue difícil desprenderse; tal es el caso de Humphrey Bogart – Sam Spade.
Posteriormente vendrá una visión irónica de la sociedad de post guerra encerrada en una posición ambigua y cínica de lo que venía sucediendo en el mundo. En este bloque de filmes veremos serias crisis de esta sociedad que se torna un poco paranoica con los acontecimientos internos, que hacen tambalear su escala de valores. También está inscrito este periodo en uno de los más graves momentos de la producción artística de ese entonces: el Comité de Actividades Antiamericanas va a someter a muchos artistas de esta época ante tribunales vergonzosos, amenazando a gente como Dashiell Hammet, Lili Hellman (su esposa), Bertold Brecht, Dalton Trumbo, entre muchos otros, los que fueron advertidos por su intención roja (léase comunista), peste para la época. Muchos actores defendieron a estos desvalidos artistas; así se unen en torno a John Huston, Lauren Bacall y Humphrey Bogart un puñado de gente de cine para detener el arrebatamiento macartista. Posteriormente, varios de estos artistas se irán detractando de su posición por intereses o convicciones personales.

Algunas películas clásicas de esta vertiente:


THE 39 STEPS (LOS 39 ESCALONES) (1935) ALFRED HITCHCOCK Nuestro Director siempre gustó de obras de espionaje o misterio, y esta es todo un clásico, a la altura de VÉRTIGO, PSICOSIS, LA DAMA DESAPARECE o EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO. Una extraña organización es observada por un agente, el cual es involucrado en un asesinato de la persona que le iba a dar los datos precisos de esta siniestra organización. Esta película es la primera obra maestra del Director y es un amplio muestrario de todos los recursos que él mismo ha de emplear en todas sus demás filmes. Una suerte de trucos y acciones de suspenso que tienen en vilo al espectador por saber qué pasará, qué vendrá después; una serie de detalles que uno debe seguir como una suerte de mensajes ocultos; es interesante cómo uno va develando el misterio a través de escenas que llamaría el understanding que me permite crear conjeturas o respuestas. También vemos esa carga de ironía, tan british que nunca lo dejó pese a haber desarrollado la mayor parte de su carrera en los Estados Unidos

ANGELS WITH DIRTY FACES (ÁNGELES DE CARA SUCIA) MICHAEL CURTIZ (1938) Este es un film moralista, post ley seca; en este veremos a un James Cagney (Rocky Sullivan) delincuente con un raro sentido ético de las relaciones interpersonales. Regresa luego de su sacrificio personal: pasar varios años mozos en prisión. Una vez exculpado regresa a reclamar parte de sus inversiones en los negocios de juego; reclama a su amigo de niñez, James Frazer (Humphrey Bogart) su participación. Pero las cosas han cambiado, hay reglas más estrictas en las que no encaja Rocky.
REBECCA (REBECA) ALFRED HITCHCOCK (1940) basada en la obra de Daphne de Maurier, le interesó desde un principio, mas el precio de los derechos de autor se volvió imposible; pero el productor David Selznick compró los mismos y se la pasó a nuestro Director. El actor pensado para el papel de Máxime de Winter fue Laurence Olivier, versátil actor de teatro, quien realiza un carácter bastante bizarro (como muchos de los creados por Hitchcock) y una Joan Fontaine (Sra. De Winter) que es acosada permanentemente por la memoria o fantasma de la primera esposa, cuyo nombre lleva el título de este filme. Es la primera batalla en la que productor y director se iban a encontrar para marcar sus territorios; aquél quería una película lo más fiel al best-seller; éste veía en la obra un camino hacia un versión más independiente. Se comenta que el Maestro fue muy intrigante entre todos los miembros de la filmación, para generar un suspense que marcó a la historia de la película y las relaciones que establecen entre todos los personajes.

THE MALTESE FALCON (EL HALCÓN MALTÉS) JOHN HUSTON (1941) El mérito de esta película no está sólo en el hecho de haberse iniciado una buena relación entre nuestro Director y Humphrey Bogart, sino que es el inicio de toda una escuela de cine llamado CINEMA NOIR, para el cual actores como James Cagney, Barbara Stanwyck y Lauren Bacall y directores como Curtiz, Hanks, Cronwell, entre otros, desplegaron todos sus talentos en una época signada por la 2a Guerra Mundial. Y es ésta la obra maestra que inaugura una corriente que tenía mucho de nihilismo y decepción. Tal como nos dice Guillermo Zapiola (Cinemateca, # 35, diciembre 1982), con el hallazgo frustrante de saber que la pieza por la que se desplegó un notable esfuerzo era falsa: “...aportaba ya una nota de desilusión y fracaso que reaparecía en varias películas posteriores...” Esos roles de antihéroes son todo el universo hustoniano. Además es una de las primeras obras donde el ser humano en sí es menos maniqueísta que en otras películas. Esta actitud en algunos momentos trajo conflictos a nuestro director, sobre todo cuando filmó La Roja Insignia del Coraje, cinta que fue tan mutilada que al final no la reconoció como suya.

TO HAVE AND HAVE NOT (TENER O NO TENER) HOWARD HAWKS (1945) Para muchos es la secuela de CASABLANCA, esta película pasa a la fama por haber permitido el encuentro de una de las parejas más sólidas del mundo del estrellato: HUMPHREY BOGART y LAUREN BACALL. Una mítica posición en este extremadamente independiente Bogart, quien encarna a un marinero a sueldo en la isla de Martinica, territorio francés sometido a la ocupación nazi. Y los colaboracionistas ayudan a desarticular las bandas de rebeldes franceses estacionados en la isla. Esta obra fue escrita por Ernest Hemingway (la cual no apreciaba mucho) y hecha guión por William Faulkner. Esta historia fue cambiada para ponerle algunos elementos que la hicieran parecida a CASABLANCA, película en la que un principio dirigió Hawks.

MURDER, MY SWEET (ADIÓS, QUERIDA) EDWARD DMYTRYK (1945) este es un estupendo filme de cinema noir, salió en un año en que las películas de esta modalidad estaban en boga, casi todas de serie B, de bajo presupuesto. Es un inmenso flash back en el que vemos a nuestro detective, Philip Marlowe (Dick Powell), contando a la policía por qué había llegado en donde se encontraba. Todo se inicia por un extraño pedido de hallar a una mujer de cabaret por parte de un bravucón un poco tonto. La historia se termina enredando a lo que contribuye el espíritu de husmeador que tiene nuestro detective, rodeado de sombras, moviéndose generalmente por la noche, en lugares cerrados.

THE TRESURE OF SIERRA MADRE (EL TESORO DE LA SIERRA MADRE) JOHN HUSTON (1947) Huston hizo trabajo para el Dpto. de Guerra de los EE.UU.; hizo tres documentales demasiado crudos a tal grado que recién en 1980 fueron accesibles al público en general. Retornó a Hollywood y se embarcó en esta película de excepción. Obra de un gran escritor de novelas de aventura, Bruno Traven, es una historia de ambiciones, sueños frustrados y fracasos. Reflexión hecha sobre esta película es que “..(Huston estuvo) menos preocupado por el resultado del esfuerzo humano que por el esfuerzo mismo, convertido en una razón para vivir” (G. Zapiola, idem.). Es una bella película que destroza la idea muy norteamericana del self-made man y su sentido del triunfo.

THE THIRD MAN (EL TERCER HOMBRE) (1949) CAROL REED Quizá sea este el mejor retrato de una situación de post guerra. El escenario es Viena, la capital de Austria, ciudad intrigante y que vivió muchos años como Berlín lo estuvo hasta la caída del muro. El escritor inglés Graham Greene fue el encargado de hacer un relato de situaciones y emociones encontradas. El director tomó dicho relato y procedió a hacer este genial filme gracias a los escenarios naturales con los que contaba: una ciudad derruida con espacios oscuros en la que nos muestra también el alma oscura de los humanos cuando trafican con la penicilina, tan necesaria para salvar niños. Estos mueren irremediablemente por la escasez artificial del producto con el fin de satisfacer el mercado negro. Por otro lado, vemos un tráfico humano en una Europa ya dividida por la Guerra Fría, refugiados que no quieren regresar al lado soviético y se someten a injurias y vejámenes. Es una cruda película que tiene cuatro actores extraordinarios: ALIDA VALLI, JOSEPH COTTEN, ORSON WELLES y TREVOR HOWARD. La melodía inmortalizó más el film. Imprescindible.

GUN CRAZY (EL DEMONIO DE LAS ARMAS) JOSEPH LEWIS (1950) Apasionante historia en esta película clase B y una de las mejores películas de cinema noir. La historia empieza con un rápido recuento del porqué la obsesión por las armas de fuego por parte de John Dall; este conoce a Peggy Cummins en una competencia en una feria de pueblo; la atracción entre ambos surge y sucede una vorágine de escenas en la que esta pareja busca su modo de vida violentamente. Una versión parecida a Bonnie and Clyde, también con final violento. Es interesante saber, además, que este film fue financiado por los hermanos King, viejos gansters que querían hacer inversiones en el mundo de la cinematografía una vez retirados del hampa. Ironías de la vida.

LES DIABOLIQUES (LAS DIABÓLICAS) HENRY CLOUZOT (1955) Un buen ejemplo de cinema noir francés con una gran actriz, Simone Signoret, acompañada de Charles Vanel y es una verdadera pieza maestra de la trama macabra para deshacerse de una persona en complicidad, a través del ilusionismo y la intriga; con cuerpos desaparecidos y juegos de fantasmas y de ausentes, la trama se vuelve cada vez más asfixiante y con un final inusitado. Esta notable obra, inspirada en la novela Boileau-Narcejac, tuvo un remake dirigido por Roman Polansky y como una de las principales actrices a Isabelle Adjani con poco suceso.

TOUCH OF EVIL (SED DE MAL) ORSON WELLES (1958) Un extraordinario film que muchos habían olvidado, una película noir barroque con la que Welles se despidió de Norteamérica y se enfiló a Europa. Para este film, reunió un reparto extraordinario, con Akim Tamiroff, Joseph Cotten, Zsa Zsa Gabor, un joven Charlton Heston y el último gran papel de Marlene Dietrich, donde hace el papel de una prostituta mexicana, ella dice cuando muere Welles, en el papel de un policía corrupto: “Qué lástima. Era un gran detective pero un policía asqueroso”. De visión obligatoria.

THE ASPHALT JUNGLE (LA JUNGLA DE ASFALTO) JOHN HUSTON (1958) una película densa, intensa, con personajes muy definidos, marginales. Duro final para una historia de crimen sin concesiones, ni remordimientos. Son personajes brutales (DIX- STERLING HAYDEN) pero que están en un mundo duro para ellos, no hay posibilidad de retorno ni enmienda. Al igual que MURDER, MY SWEET, la primera parte se vive en el encierro, bajo las calles, es otro mundo, la luz del día es para ver los problemas, no el lado feliz. La reincidencia mata. Una perfecta demostración de ese mundo que Huston supo imprimir en sus películas. Una obra maestra.

CHINATOWN (BARRIO CHINO) ROMAN POLANSKY (1974) Este es un film genial, como en los tiempos del cinema noir, magistralmente dirigido por Polansky quien le dio forma a este intrincado libreto, oscuro por lo incestuoso y los tenebrosos manejos del poder económico y político. Jake (Jack Nicholson) hace el papel de detective, el cual se ve involucrado cada vez en un extraño crimen y va descubriendo los agobiantes tentáculos de una poderosa familia de Los Ángeles de los años 30. En el rompecabezas va descubriendo ciertas verdades basadas en lo inescrupuloso del ambicioso padre (John Huston) con su hija (Faye Dunaway)

jueves, 23 de octubre de 2008

LA CARA ANTIDEMOCRÁTICA DEL CAPITALISMO AL DESCUBIERTO


El desarrollo de una campaña presidencial norteamericana simultánea al desenlace de la crisis de los mercados financieros ofrece una de esas ocasiones en que los sistemas político y económico revelan vigorosamente su naturaleza.
Puede que la pasión por la campaña no sea una cosa universalmente compartida, pero casi todo el mundo puede percatarse de la ansiedad desatada por la ejecución hipotecaria de un millón de hogares, así como de la preocupación por los riesgos que corren los puestos de trabajo, los ahorros y la asistencia sanitaria.
Las propuestas iniciales de Bush para lidiar con la crisis apestaban a tal punto a totalitarismo, que no tardaron en ser modificadas. Bajo intensa presión de los lobbies, fueron reformuladas "para claro beneficio de las mayores instituciones del sistema… una forma de deshacerse de los activos sin necesidad de fracasar o casi", según describió el asunto James Rickards, quien negoció en su día, por parte del fondo de cobertura de derivados financieros Long Term Capital Managemen, su rescate federal en 1998, recordándonos ahora, de paso, que estamos pisando vía ya trillada. Los orígenes inmediatos del presente desplome están en el colapso de la burbuja inmobiliaria supervisada por el presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, quien sostuvo la cuitada economía de los años de Bush amalgamando el gasto en consumo fundado en deuda con la toma de préstamos del exterior. Pero las raíces son más profundas. En parte, se hallan en el triunfo de la liberalización financiera de los últimos 30 años, es decir, en las políticas consistentes en liberar a los mercados lo más posible de regulación estatal.
Las medidas tomadas a este respecto, como era predecible, incrementaron la frecuencia y la profundidad de los reveses económicos graves, y ahora estamos ante la amenaza de que se desencadene la peor crisis desde la Gran Depresión.
También resultaba predecible que los reducidos sectores que se hicieron con los enormes beneficios dimanantes de la liberalización llamarían a una intervención masiva del estado, a fin de rescatar a las instituciones financieras colapsadas.
Tal intervencionismo es un rasgo característico del capitalismo de estado, aunque la escala actual es inaudita. Un estudio de los investigadores en economía internacional Winfried Ruigrok y Rob van Tulder encontró hace 15 años que, al menos 20 compañías entre las 100 primeras en el ranquin de la revista Fortune, no habrían sobrevivido si no hubieran sido salvadas por sus respectivos gobiernos, y que muchas, entre las 80 restantes, obtuvieron substanciales ganancias por la vía de pedir a los gobiernos que "socializaran sus pérdidas", como hoy en el rescate financiado por el sufrido contribuyente. Tal intervención pública "ha sido la regla, más que la excepción, en los dos últimos siglos", concluían.
En una sociedad democrática que funcionara, una campaña política tendría que abordar estos asuntos fundamentales, mirar a la raíz de las causas y de los remedios, y proponer los medios a través de los cuales el pueblo que sufre las consecuencias pudiera llegar a ejercer un control efectivo.
El mercado financiero "deprecia el riesgo" y es "sistemáticamente ineficiente", como escribieron hace ya una década los economistas John Eatwell y Lance Taylor, alertando de los peligros gravísimos que entrañaba la liberalización financiera y mostrando los costes en que, por su causa, se había ya incurrido. Además, propusieron soluciones que, huelga decirlo, fueron ignoradas. Un factor de peso es la incapacidad para calcular los costes que recaen sobre quienes no participan en las transacciones. Esas "externalidades" pueden ser enormes. La ignorancia del riesgo sistémico lleva a una aceptación de riesgos mayor de la que se daría en una economía eficiente, y eso incluso adoptando los criterios más estrictos.
La tarea de las instituciones financieras es arriesgarse y, si están bien gestionadas, asegurar que las pérdidas potenciales en que ellas mismas puedan incurrir quedarán cubiertas. El énfasis hay que ponerlo en "ellas mismas". Bajo las normas del capitalismo de estado, no es asunto suyo tomar en cuenta los costes que para otros puedan tener –las "externalidades" de una supervivencia decente— unas prácticas que lleven, como suelen, a crisis financieras.
La liberalización financiera tiene efectos mucho más allá de la economía. Hace bastante tiempo que se comprendió que era un arma poderosa contra la democracia. El movimiento libre de los capitales crea lo que algunos han llamado un "parlamento virtual" de inversores y prestamistas que controlan de cerca los programas gubernamentales y "votan" contra ellos, si los consideran "irracionales", es decir, si son en beneficio del pueblo, y no del poder privado concentrado.
Los inversores y los prestamistas pueden "votar" con la fuga de capitales, con ataques a las divisas y con otros instrumentos que les sirve en bandeja la liberalización financiera. Esa es una de las razones por las que el sistema de Bretton Woods, establecido por los EEUU y la Gran Bretaña tras la II Guerra Mundial, instituyó controles de capitales y reguló el mercado de divisas. (1)
La Gran Depresión y la Guerra pusieron en marcha poderosas corrientes democráticas radicales que iban desde la resistencia antifascista hasta las organizaciones de la clase obrera. Esas presiones hicieron necesario que se toleraran políticas sociales democráticas. El sistema de Bretton Woods fue, en parte, concebido para crear un espacio en el que la acción gubernamental pudiera responder a la voluntad pública ciudadana, es decir, para permitir cierto grado de democracia.
John Maynard Keynes, el negociador británico, consideró como el logro más importante de Bretton Woods el de haber establecido el derecho de los gobiernos a restringir los movimientos de capitales.
Por espectacular contraste, en la fase neoliberal que siguió al desplome del sistema de Bretton Woods en los años 70, el Tesoro estadounidense contempla ahora la libre movilidad de los capitales como un "derecho fundamental", a diferencia, ni que decir tiene, de los pretendidos "derechos" garantizados por la Declaración Universal de Derechos Humanos: derecho a la salud, a la educación, al empleo decente, a la seguridad, y otros derechos que las administraciones de Reagan y Bush han displicentemente considerado como "cartas a Santa Claus", "ridículos" o meros "mitos".
En los primeros años, la gente no se hizo mayores problemas con el asunto. Las razones de ello las ha estudiado Barry Eichengreen en su historia, impecablemente académica, del sistema monetario. Allí se explica que, en el siglo XIX, los gobiernos "todavía no estaban politizados por el sufragio universal masculino, el sindicalismo y los partidos obreros parlamentarios". Por consiguiente, los graves costes impuestos por el parlamento virtual podían ser transferidos a la población general.
Pero con la radicalización de la población y de la opinión pública acontecida durante la Gran Depresión y la guerra antifascista, se privó de ese lujo al poder y a la riqueza privados. De aquí que en el sistema de Bretton Woods "los límites a la democracia como fuente de resistencia a las presiones del mercado fueran substituidos por límites a la movilidad del capital".
El obvio corolario es que, tras la desmantelación del sistema de posguerra, la democracia se ha visto restringida. Se ha hecho, por consiguiente, necesario controlar y marginar de algún modo a la población y a la opinión pública, procesos particularmente evidentes en las sociedades más aproadas al mundo de los negocios, como los EEUU. La gestión de las extravagancias electorales por parte de la industria de relaciones públicas constituye una buena ilustración.
"La política es la sombra que la gran empresa proyecta sobre la sociedad", concluyó en su día el más grande filósofo social norteamericano del siglo XX, John Dewey, y así seguirá siendo, mientras el poder resida "en los negocios para beneficio privado a través de un control sobre la banca, sobre el suelo y sobre la industria, un poder que se ve ahora reforzado por el control sobre la prensa, sobre los periodistas y sobre otros medios de publicidad y propaganda".
Los EEUU tienen, en efecto, un sistema de un sólo partido, el partido de los negocios, con dos facciones, republicanos y demócratas. Hay diferencias entre ellos. En su estudio sobre La democracia desigual: la economía política de la nueva Era de la Codicia, Larry Bartels muestra que durante las pasadas seis décadas "los ingresos reales de las familias de clase media crecieron dos veces más rápido bajo los demócratas que bajo los republicanos, mientras que los ingresos reales de las familias pobres de clase trabajadora crecieron seis veces más rápido bajo los demócratas que bajo los republicanos".
Esas diferencias se pueden ver también en estas elecciones. Los votantes deberían tenerlas en cuenta, pero sin hacerse ilusiones sobre los partidos políticos, y reconociendo el patrón regular que, durante los últimos siglos, ha venido revelando que la legislación progresista y el bienestar social siempre han sido conquistas de las luchas populares, nunca regalos de los de arriba.
Esas luchas siguen ciclos de éxitos y retrocesos. Han de librarse cada día, no sólo cada cuatro años, y siempre con la mira puesta en la creación de una sociedad genuinamente democrática, capaz de respuesta dondequiera, en las urnas no menos que en el puesto de trabajo.
NOTA: (1) El sistema de Bretton Woods de gestión financiera global fue creado por 730 delegados procedentes de 44 naciones aliadas en la II Guerra Mundial que acudieron a una Conferencia Monetaria y Financiera organizada por la ONU en el hotel Mont Washington en Bretton Woods, New Hampshire, en 1944. Bretton Woods, que colapsó en 1971, era el sistema de normas, instituciones y procedimientos que regulaban el sistema monetario internacional y bajo cuyos auspicios se creó el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (IBRD, por sus siglas en inglés) –ahora una de las cinco instituciones que componen el Grupo del Banco Mundial— y el Fondo Monetario Internacional, que echaron a andar en 1945.El rasgo principal de Bretton Woods era la obligación de todos los países de adoptar una política monetaria que mantuviera dentro de unos valores fijos la tasa de cambio de su moneda. El sistema colapsó, cuando los EEUU suspendieron la convertibilidad al oro del dólar. Eso creó la insólita situación por la que el dólar llegó a convertirse en la "moneda de reserva" para los otros países que estaban en Bretton Woods.

Noam Chomsky , el intelectual vivo más citado y figura emblemática de la resistencia antiimperialista mundial, es profesor emérito de lingüística en el Instituto de Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro Imperial Ambitions: Conversations on the Post-9/11 World.

CRIMEN (FINANCIERO) CONTRA LA HUMANIDAD


Sería bueno un día oír a los defensores de la libre empresa sobre esta opinión


La historia es conocida, y, en aquellos tiempos antiguos en que la escuela se proclamaba educadora perfecta, se le enseñaba a los niños como ejemplo de la modestia y la discreción que siempre deberían acompañarnos cuando el demonio nos tentara para opinar sobre lo que no conocemos o conocemos poco y mal. Apeles podía consentir que el zapatero le apuntase un error en el calzado de la figura que había pintado, por aquello de que los zapatos eran su oficio, pero que nunca se atreviera a dar su parecer sobre, por ejemplo, la anatomía de la rodilla. En suma, un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. A primera vista, Apeles tenía razón, el maestre era él, el pintor era él, la autoridad era él, mientras que el zapatero sería llamado cuando de ponerle medias suelas a un par de botas se tratase. Realmente, ¿hasta dónde vamos a llegar si cualquier persona, incluso la más ignorante de todas, se permite opinar sobre lo que no sabe? Si no tiene los estudios necesarios es preferible que se calle y deje a los sabedores la responsabilidad de tomar las decisiones más convenientes (¿para quién?).
Sí, a primera vista Apeles tenía razón, pero solo a primera vista. El pintor de Felipe y de Alejandro de Macedonia, considerado un genio en su época, ignoró un aspecto importante de la cuestión: el zapatero tenía rodillas, luego, por definición, era competente en estas articulaciones, aunque fuera solo para quejarse, si ese era el caso, de los dolores que sentía. A estas alturas, el lector atento ya habrá entendido que no es de Apeles ni del zapatero de lo que se trata en estas líneas. Se trata, sí, de la gravísima crisis económica y financiera que está convulsionando el mundo, hasta el punto de que no podemos escapar a la angustiosa sensación de que llegamos al final de una época sin que se consiga vislumbrar qué y cómo será lo que venga a continuación, tras un tiempo intermedio, imposible de predecir antes de que se levanten las ruinas y se abran nuevos caminos. ¿Cómo lo hacemos? ¿Una leyenda antigua para explicar los desastres de hoy? ¿Por qué no? El zapatero somos nosotros, todos nosotros, que presenciamos, impotentes, el avance aplastante de los grandes potentados económicos y financieros, locos por conquistar más y más dinero, más y más poder, con todos los medios legales o ilegales a su alcance, limpios o sucios, normalizados o criminales.
¿Y Apeles? Apeles son, precisamente, los banqueros, los políticos, las aseguradoras, los grandes especuladores que, con la complicidad de los medios de comunicación social, respondieron en los últimos 30 años, cuando tímidamente protestábamos, con la soberbia de quien se considera poseedor de la última sabiduría; es decir, aunque la rodilla nos doliera, no se nos permitía hablar de ella, se nos ridiculizaba, nos señalaban como reos de condena pública. Era el tiempo del imperio absoluto del Mercado, esa entidad presuntamente auto reformable y auto regulable encargada por el inmutable destino de preparar y defender para siempre jamás nuestra felicidad personal y colectiva, aunque la realidad se encargase de desmentirlo cada hora que pasaba.
¿Y ahora? ¿Se van a acabar por fin los paraísos fiscales y las cuentas numeradas? ¿Será implacablemente investigado el origen de gigantescos depósitos bancarios, de ingenierías financieras claramente delictivas, de inversiones opacas que, en muchos casos, no son nada más que masivos lavados de dinero negro, de dinero del narcotráfico? Y ya que hablamos de delitos: ¿tendrán los ciudadanos comunes la satisfacción de ver juzgar y condenar a los responsables directos del terremoto que está sacudiendo nuestras casas, la vida de nuestras familias, o nuestro trabajo? ¿Quién resuelve el problema de los desempleados (no los he contado, pero no dudo de que ya son millones) víctimas del crash y qué desempleados seguirán, durante meses o años, malviviendo de míseros subsidios del Estado mientras los grandes ejecutivos y administradores de empresas deliberadamente conducidas a la quiebra gozan de millones y millones de dólares cubiertos por contratos blindados que las autoridades fiscales, pagadas con el dinero de los contribuyentes, fingen ignorar?
Y la complicidad activa de los gobiernos, ¿quién la demanda? Bush, ese producto maligno de la naturaleza en una de sus peores horas, dirá que su plan ha salvado (¿salvará?) la economía norteamericana, pero las preguntas a las que tendría que responder están en la mente de todos: ¿no sabía lo que pasaba en las lujosas salas de reunión en las que hasta el cine nos ha hecho entrar, y no solo entrar, sino asistir a la toma de decisiones criminales sancionadas por todos los códigos penales del mundo? ¿Para qué le sirven la CIA y el FBI, además de las decenas de otros organismos de seguridad nacional que proliferan en la mal llamada democracia norteamericana, esa donde un viajero, a su entrada en el país, tendrá que entregar a la policía de turno su ordenador para que este copie el respectivo disco duro? ¿No se ha dado cuenta el señor Bush que tenía al enemigo en casa, o, por el contrario, lo sabía y no le importó?
Lo que está pasando es, en todos los aspectos, un crimen contra la humanidad y desde esta perspectiva debe ser objeto de análisis, ya sea en los foros públicos o en las conciencias. No exagero. Crímenes contra la humanidad no son solo los genocidios, los etnocidios, los campos de muerte, las torturas, los asesinatos selectivos, las hambres deliberadamente provocadas, las contaminaciones masivas, las humillaciones como método represivo de la identidad de las víctimas. Crimen contra la humanidad es el que los poderes financieros y económicos de Estados Unidos, con la complicidad efectiva o tácita de su gobierno, fríamente han perpetrado contra millones de personas en todo el mundo, amenazadas de perder el dinero que les queda después de, en muchísimos casos (no dudo de que sean millones), haber perdido su única y cuántas veces escasa fuente de rendimiento, es decir, su trabajo.
Los criminales son conocidos, tienen nombre y apellidos, se trasladan en limusinas cuando van a jugar al golf, y tan seguros están de sí mismos que ni siquiera piensan en esconderse. Son fáciles de sorprender. ¿Quién se atreve a llevar a este gang ante los tribunales? Todos le quedaríamos agradecidos. Sería la señal de que no todo está perdido para las personas honestas.
JOSÉ SARAMAGO