“Todo lo que un hombre puede imaginar,
puede ser realizado por otro hombre”
JULES VERNE
La ficción es el recurso intención base de las artes, en la representación de un contexto o idea; la ficción tiene como base los sueños, las proyecciones o los deseos frustrados de la humanidad, aquellos que anhelamos y que algún día serán realidad, para nuestro bien o…nuestro mal como especie.
En la literatura, grandes escritores del siglo XIX supieron retratar, a través de las letras, los profundos cambios de la Revolución Industrial, así como la fe ciega en la ciencia basada en un estudio sistemático capaz de trasladar ese planteamiento lógico-matemático a la interpretación de las ciencias humanas. Así pues, a la par del desarrollo de las ciencias físicas (bajo la perspectiva filosófica del Positivismo), van apareciendo ciencias como la lingüística, la sociología y la psicología. El espíritu capitalista de procesar el mundo, sea como materia prima o como mercado, lo lleva a rincones insospechados: a descubrimientos geográficos importantes, al acercamiento de sociedades tradicionales y cerradas y a “sacarle el jugo al tiempo”. Es el inicio de la era de las máquinas. Hombres y mujeres de gran imaginación, rodeados de descubrimientos naturales y artificiales del momento, hacen uso de esta para comenzar a proyectar el porvenir. Si Mary Shelley crea un nuevo Prometeo (Frankenstein) que encarna el anhelo de la eternidad por parte de los seres humanos (quizá fascinada por los estudios y descubrimientos de Galvani y Volta) , o Conan Doyle utiliza las ciencias Física y Química para el desarrollo de la Criminología a través de la mente lúcida de Sherlock Holmes; son Jules Verne y H. G. Wells los que, visionariamente, van a ver la sociedad del futuro, aquel con una visión expansiva y dominante; otro, reflexivo y demandante de responsabilidad de lo que el hombre va a hacer de su entorno. Verne nos da la praxis de ese mundo que, como dijo Marx, está ahí para ser transformado, ocupado, dominado. Wells, socialista él, nos advierte que el mal uso de nuestro saber nos puede conducir a la infelicidad.
Ambos pueden ser considerados los padres de la Ciencia Ficción; Verne, el artesano; Wells, el filósofo. Sus obras nos van a mostrar de lo que el hombre puede ser capaz: LA MÁQUINA DEL TIEMPO, DE LA TIERRA A LA LUNA, EL HOMBRE INVISIBLE, VEINTE MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO, LA GUERRA DE LOS MUNDOS, VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA, LA ISLA DEL DR. MOREAU, LA VUELTA AL MUNDO EN OCHENTA DÍAS, son muchas de ellas todo un muestrario de posibilidades para ese entonces; ahora muchas de ellas ya son realidad. Si no existe aún en la vida real un Capitán Nemo varado en una Isla Misteriosa, los norteamericanos no tuvieron mejor idea que rendir un homenaje a nuestro escritor llamando a su primer submarino nuclear NAUTILUS.
Con la aparición del cine a fines del siglo XIX, Méliès va a ser ese genio que va a tomar algunas obras literarias de esta índole y va a abrir el campo a la ficción visual. Es el padre del cine moderno al haber utilizado los trucajes y efectos especiales, primero para divertir; luego para exponer sus ideas. Si uno ve la mayor parte de sus obras, los principios del cine ya están en ellas; lo demás es solo perfeccionamiento tecnológico en este tipo de cine. Es como Johan Sebastian Bach para la música occidental. Son las raíces y hay que volver a ellas de vez en cuando para empezar algo nuevo.
Pero cada cierto tiempo, algunos genios vuelven a esas raíces y le suelen arrancar poesía a la tecnología; además se vuelve un verdadero espacio de ideas, propuestas filosóficas y muchas dudas sobre el hombre en sí. Ya no son un mero entretenimiento, son obras de peso, con toda una visión sociológica y una profunda lectura del alma humana con sus demonios, sus anhelos y temores. Y son obras abiertas, no conclusas que se irán releyendo, a medida que pasen los años, por hombres y mujeres que tendrán las mismas dudas.
Por otro lado, hay que llamar la atención que esta conjunción de imagen y sonido ha ido perdiendo paulatinamente el encanto de maravillarnos como lo hizo hace más de 110 años (primero mudo, luego ya con el sonido); ahora es tan cotidiano este trabajo que se necesita de otros elementos o acciones recurrentes para poder volver al asombro; este reto no va solo al cine, sino a todas las artes y, en general, a todo quehacer humano con el fin de hacer atractivo el mensaje que subyace en la obra (he ahí los retos a la educación, la media informativa, la publicidad, etc.). Es un eterno desafío de la forma; si se trabaja en ella, podemos hacer atractivo el mensaje, para capturarnos en la maravilla otra vez.
EL HOMBRE INVISIBLE (1933) JAMES WHALE Una interesante película que tiene como tema el libro que lleva el mismo título de H. G. Wells, libro que apareció dos años antes que fuera descubierto los Rayos X. Es todo un alarde de recursos técnicos y efectos especiales para la época, cómo lograron filmar las escenas en las que nuestro actor era un cuerpo desvanecido y del que solo se veían vendas u otros accesorios. Como trucaje es excelente, todo ideado por este gran Director como lo fue Whale, quien también hizo otras dos grandes obras maestras, FRANKENSTEIN y LA NOVIA DE FRANKENSTEIN. Whale fue un buen artesano que supo recurrir a los efectos especiales de entonces para crear esa fascinación por el misterio. El actor elegido para el papel de hombre invisible, Claude Rains, supo aportar una voz idónea a través de la cual vamos “viendo” su locura.
METRÓPOLIS (1927) FRITZ LANG Este extraordinario filme mudo que nos muestra una ciudad – madre en la cual sus habitantes son acogidos o marginados. Quien haya leído la obra La Máquina del Tiempo de H. G. Wells comprenderá esa división estricta de la clase trabajadora, que habita el subsuelo, y la clase ociosa, rica y débil, la que habita en la superficie, alimentada por la clase trabajadora. El endiosamiento de la máquina, denominada Moloch, pinta de cuerpo entero nuestro mundo moderno, el cual está rodeado de interesantes y sutiles formas de comunicación inductiva, aquí encarnada por una mujer-robot. Pese a los posibles conflictos difíciles de resolver por conciliación, nuestro Director logra una propuesta que no fue del todo bien vista. Debemos entender esta película en el contexto de la Gran Depresión y la fuerte inflación que tuvo Alemania en este entonces, mucho peor que la que vivimos del 85 al 90. Es un film premonitorio y que nos advierte de muchas cosas que todavía faltan por llegar pero están allí, a la vuelta de la esquina.
BLADE RUNNER (1982) RIDLEY SCOTT Una aguda visión del mundo hecha. Una megápolis conformada por la fusión de San Francisco y Los Ángeles nos ofrece esta absurda ciudad con especiales relaciones urbanas, apabullante. Aparición de nuevas lenguas (algo así como el spanglish o el portuñol), presencias vitales de emigrantes y etnias en nuevos espacios, publicidad multiétnica. Además se le agrega una fuerte dosis de acción con una gran metáfora del sentido de la vida en su esencia. Quizá los humanos ya estemos planteando, con esta propuesta cinematográfica y literaria, la idea de lo expuesto por Isaac Asimov en su trilogía de Fundación e Imperio, en la que ya se habla de un planeta – ciudad; pero que no contempla todos los fuertes cambios que le significarían al ser humano como tal. Es una visión un poco ácida de la globalización como pensamiento de la humanidad. Planteamientos como Androides, clonaciones, ingeniería genética son las ideas cotidianas de ese entonces; discusiones éticas, filosóficas y humanísticas se ven a lo largo del discurso tanto del que “retira de circulación” a los Nexus 6 como el de ellos mismos.
ALPHAVILLE (1965) JEAN LUC GODARD es un filme poético de anticipación, con un actor fetiche para el cine galo de la nouvelle vague francesa, como lo fue Eddie Constantine en el rol del detective Lemmy Caution, quien viaja a Alphaville a destruir este planeta sometido por una computadora llamada Alpha. Logra su plan y salva a una chica que le sirve a su causa gracias a que ella pronuncia las palabras prohibidas: TE AMO. Todo un juego semántico, de imágenes, que se remonta a los expresionistas alemanes que rescata lo humano frente a la lógica fría y calculadora (lo que llamaba a la atención Henry Marcuse). Tiene muchos pasajes que recuerdan los métodos de los que habla George Orwell en su obra 1984.
SOLARIS (1972) ANDREI TARKOVSKI Un film de la era soviética, una bella propuesta para reflexionar. Un planeta que influye en la mente humana, escudriñando sus recuerdos y haciéndoles reales; así pues, seres amados muertos vuelven al círculo íntimo de uno. Desata una crisis en la tripulación, ya que uno no puede controlar el campo de las emociones; en su lento desarrollo, vemos cómo el retorno del pasado nos hace meditar sobre ese inmenso campo de la psique humana, plagado de emociones, recuerdos, impresiones; y también es saldar con lo ido para poder empezar algo nuevo. Es una madura observación de los pasados personales, cargados de momentos que muchas veces no queremos ver, ni abrir.
puede ser realizado por otro hombre”
JULES VERNE
La ficción es el recurso intención base de las artes, en la representación de un contexto o idea; la ficción tiene como base los sueños, las proyecciones o los deseos frustrados de la humanidad, aquellos que anhelamos y que algún día serán realidad, para nuestro bien o…nuestro mal como especie.
En la literatura, grandes escritores del siglo XIX supieron retratar, a través de las letras, los profundos cambios de la Revolución Industrial, así como la fe ciega en la ciencia basada en un estudio sistemático capaz de trasladar ese planteamiento lógico-matemático a la interpretación de las ciencias humanas. Así pues, a la par del desarrollo de las ciencias físicas (bajo la perspectiva filosófica del Positivismo), van apareciendo ciencias como la lingüística, la sociología y la psicología. El espíritu capitalista de procesar el mundo, sea como materia prima o como mercado, lo lleva a rincones insospechados: a descubrimientos geográficos importantes, al acercamiento de sociedades tradicionales y cerradas y a “sacarle el jugo al tiempo”. Es el inicio de la era de las máquinas. Hombres y mujeres de gran imaginación, rodeados de descubrimientos naturales y artificiales del momento, hacen uso de esta para comenzar a proyectar el porvenir. Si Mary Shelley crea un nuevo Prometeo (Frankenstein) que encarna el anhelo de la eternidad por parte de los seres humanos (quizá fascinada por los estudios y descubrimientos de Galvani y Volta) , o Conan Doyle utiliza las ciencias Física y Química para el desarrollo de la Criminología a través de la mente lúcida de Sherlock Holmes; son Jules Verne y H. G. Wells los que, visionariamente, van a ver la sociedad del futuro, aquel con una visión expansiva y dominante; otro, reflexivo y demandante de responsabilidad de lo que el hombre va a hacer de su entorno. Verne nos da la praxis de ese mundo que, como dijo Marx, está ahí para ser transformado, ocupado, dominado. Wells, socialista él, nos advierte que el mal uso de nuestro saber nos puede conducir a la infelicidad.
Ambos pueden ser considerados los padres de la Ciencia Ficción; Verne, el artesano; Wells, el filósofo. Sus obras nos van a mostrar de lo que el hombre puede ser capaz: LA MÁQUINA DEL TIEMPO, DE LA TIERRA A LA LUNA, EL HOMBRE INVISIBLE, VEINTE MIL LEGUAS DE VIAJE SUBMARINO, LA GUERRA DE LOS MUNDOS, VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA, LA ISLA DEL DR. MOREAU, LA VUELTA AL MUNDO EN OCHENTA DÍAS, son muchas de ellas todo un muestrario de posibilidades para ese entonces; ahora muchas de ellas ya son realidad. Si no existe aún en la vida real un Capitán Nemo varado en una Isla Misteriosa, los norteamericanos no tuvieron mejor idea que rendir un homenaje a nuestro escritor llamando a su primer submarino nuclear NAUTILUS.
Con la aparición del cine a fines del siglo XIX, Méliès va a ser ese genio que va a tomar algunas obras literarias de esta índole y va a abrir el campo a la ficción visual. Es el padre del cine moderno al haber utilizado los trucajes y efectos especiales, primero para divertir; luego para exponer sus ideas. Si uno ve la mayor parte de sus obras, los principios del cine ya están en ellas; lo demás es solo perfeccionamiento tecnológico en este tipo de cine. Es como Johan Sebastian Bach para la música occidental. Son las raíces y hay que volver a ellas de vez en cuando para empezar algo nuevo.
Pero cada cierto tiempo, algunos genios vuelven a esas raíces y le suelen arrancar poesía a la tecnología; además se vuelve un verdadero espacio de ideas, propuestas filosóficas y muchas dudas sobre el hombre en sí. Ya no son un mero entretenimiento, son obras de peso, con toda una visión sociológica y una profunda lectura del alma humana con sus demonios, sus anhelos y temores. Y son obras abiertas, no conclusas que se irán releyendo, a medida que pasen los años, por hombres y mujeres que tendrán las mismas dudas.
Por otro lado, hay que llamar la atención que esta conjunción de imagen y sonido ha ido perdiendo paulatinamente el encanto de maravillarnos como lo hizo hace más de 110 años (primero mudo, luego ya con el sonido); ahora es tan cotidiano este trabajo que se necesita de otros elementos o acciones recurrentes para poder volver al asombro; este reto no va solo al cine, sino a todas las artes y, en general, a todo quehacer humano con el fin de hacer atractivo el mensaje que subyace en la obra (he ahí los retos a la educación, la media informativa, la publicidad, etc.). Es un eterno desafío de la forma; si se trabaja en ella, podemos hacer atractivo el mensaje, para capturarnos en la maravilla otra vez.
EL HOMBRE INVISIBLE (1933) JAMES WHALE Una interesante película que tiene como tema el libro que lleva el mismo título de H. G. Wells, libro que apareció dos años antes que fuera descubierto los Rayos X. Es todo un alarde de recursos técnicos y efectos especiales para la época, cómo lograron filmar las escenas en las que nuestro actor era un cuerpo desvanecido y del que solo se veían vendas u otros accesorios. Como trucaje es excelente, todo ideado por este gran Director como lo fue Whale, quien también hizo otras dos grandes obras maestras, FRANKENSTEIN y LA NOVIA DE FRANKENSTEIN. Whale fue un buen artesano que supo recurrir a los efectos especiales de entonces para crear esa fascinación por el misterio. El actor elegido para el papel de hombre invisible, Claude Rains, supo aportar una voz idónea a través de la cual vamos “viendo” su locura.
METRÓPOLIS (1927) FRITZ LANG Este extraordinario filme mudo que nos muestra una ciudad – madre en la cual sus habitantes son acogidos o marginados. Quien haya leído la obra La Máquina del Tiempo de H. G. Wells comprenderá esa división estricta de la clase trabajadora, que habita el subsuelo, y la clase ociosa, rica y débil, la que habita en la superficie, alimentada por la clase trabajadora. El endiosamiento de la máquina, denominada Moloch, pinta de cuerpo entero nuestro mundo moderno, el cual está rodeado de interesantes y sutiles formas de comunicación inductiva, aquí encarnada por una mujer-robot. Pese a los posibles conflictos difíciles de resolver por conciliación, nuestro Director logra una propuesta que no fue del todo bien vista. Debemos entender esta película en el contexto de la Gran Depresión y la fuerte inflación que tuvo Alemania en este entonces, mucho peor que la que vivimos del 85 al 90. Es un film premonitorio y que nos advierte de muchas cosas que todavía faltan por llegar pero están allí, a la vuelta de la esquina.
BLADE RUNNER (1982) RIDLEY SCOTT Una aguda visión del mundo hecha. Una megápolis conformada por la fusión de San Francisco y Los Ángeles nos ofrece esta absurda ciudad con especiales relaciones urbanas, apabullante. Aparición de nuevas lenguas (algo así como el spanglish o el portuñol), presencias vitales de emigrantes y etnias en nuevos espacios, publicidad multiétnica. Además se le agrega una fuerte dosis de acción con una gran metáfora del sentido de la vida en su esencia. Quizá los humanos ya estemos planteando, con esta propuesta cinematográfica y literaria, la idea de lo expuesto por Isaac Asimov en su trilogía de Fundación e Imperio, en la que ya se habla de un planeta – ciudad; pero que no contempla todos los fuertes cambios que le significarían al ser humano como tal. Es una visión un poco ácida de la globalización como pensamiento de la humanidad. Planteamientos como Androides, clonaciones, ingeniería genética son las ideas cotidianas de ese entonces; discusiones éticas, filosóficas y humanísticas se ven a lo largo del discurso tanto del que “retira de circulación” a los Nexus 6 como el de ellos mismos.
ALPHAVILLE (1965) JEAN LUC GODARD es un filme poético de anticipación, con un actor fetiche para el cine galo de la nouvelle vague francesa, como lo fue Eddie Constantine en el rol del detective Lemmy Caution, quien viaja a Alphaville a destruir este planeta sometido por una computadora llamada Alpha. Logra su plan y salva a una chica que le sirve a su causa gracias a que ella pronuncia las palabras prohibidas: TE AMO. Todo un juego semántico, de imágenes, que se remonta a los expresionistas alemanes que rescata lo humano frente a la lógica fría y calculadora (lo que llamaba a la atención Henry Marcuse). Tiene muchos pasajes que recuerdan los métodos de los que habla George Orwell en su obra 1984.
SOLARIS (1972) ANDREI TARKOVSKI Un film de la era soviética, una bella propuesta para reflexionar. Un planeta que influye en la mente humana, escudriñando sus recuerdos y haciéndoles reales; así pues, seres amados muertos vuelven al círculo íntimo de uno. Desata una crisis en la tripulación, ya que uno no puede controlar el campo de las emociones; en su lento desarrollo, vemos cómo el retorno del pasado nos hace meditar sobre ese inmenso campo de la psique humana, plagado de emociones, recuerdos, impresiones; y también es saldar con lo ido para poder empezar algo nuevo. Es una madura observación de los pasados personales, cargados de momentos que muchas veces no queremos ver, ni abrir.
2001, ODISEA DEL ESPACIO (1968) STANLEY KUBRICK Sobre esta película se ha escrito tanto: casi un fracaso económico en sus inicios, 2001 es una obra maestra; con ella el género de la Ciencia Ficción llega a su madurez y deja de ser una historieta hecha animación. Además con ella inaugura un trabajo feliz entre el mundo de las escenas y la música culta. Magistral es el uso de ALSO SPRACH ZARATUSTRA de Richard Strauss, como el inmortal DANUBIO AZUL, de Johann Strauss: las escenas en movimiento giratorio no tuvieron música más feliz que este vals, y esto es uno de los tantos méritos de este filme. En las entrevistas que se hicieron tanto a Arthur Clarke como a György Ligetti, ambos expresaron su admiración sobre la misma así como el extraordinario trabajo cotidiano de nuestro director, preocupado por la perfección, casi hasta la obsesión. Como obra maestra, la película tiene muchas lecturas. Para entender el inicio hay que remontarse al pequeño folleto que alguna vez hayamos leído de Friedrich Engels, “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, todo contenido en la más bella elipsis mejor lograda en toda la historia del cine: el paso del hueso-instrumento a la nave espacial. Simplemente genial. Otra maravillosa sensación, así como agobiante, es la del hombre frente a la inmensidad, tanto del espacio como del planeta en que habitamos. En el patrimonio fílmico norteamericano, se la considera entre las 10 mejores películas de todos los tiempos. Justa elección y de visión imprescindible.