Uno de los más grandes cineastas del siglo XX, no es precisamente un director de masas. Ingmar Bergman es un extraordinario director cuya obra ha sido de una permanente investigación de la naturaleza humana y sus incesantes preguntas sobre la existencia y nuestro lugar en el cosmos. Producto de un rico periodo de post-guerra, casi toda su filmografía la desarrolló en los 60, cuando en Francia había una nouvelle vague; Alemania estaba sumida en una confrontación de ideologías que iba a ofrecer un excelente abanico de directores durante los 70; y el mundo en general se estremecía por una gran variedad de circunstancias, producto del choque de ideologías y el paulatino deshielo de la Guerra Fría. En ese contexto histórico y, quizá, como lo que pasó con los europeos post-descubrimiento de América, las dos guerras mundiales que arrasaron el continente hicieron que sus habitantes entraran en un colapso de valores y certezas...Había que rehacer el mundo. Así pues, cada una de las películas de nuestro maestro, con sus actrices fetiches (Bibi Anderson, Liv Ullman), ha logrado escudriñar un poco más ese intrínseco mundo de la naturaleza de la pareja, la soledad, el miedo por la muerte, la contemplación de nuestro pasado. En realidad, es uno de los directores que más ha trabajado con temas inspirados en su propia vida. Para una persona que hace una reflexión metafísica del tiempo que le ha tocado vivir, creo que tiene mucho material qué ofrecernos. Es por eso que, como el común de los mortales, no esperemos ver filmes en los cuales hay crímenes por doquier, persecuciones, acciones adrenalínicas que nos dejen exhaustos. En fin, lo que no nos ocurre a diario.
El cine comercial americano nos ha acostumbrado a ver ese tipo de película que nos tiene en vilo a cada instante; una acción violenta que nos arrebata del asiento; o algo melifluo, demasiado dulzón hasta los extremos que nos arranca lágrimas incomprensibles. Por eso, “enfrentarse” con el cine de Bergman, para muchos puede ser muy frustrante una primera vez; su discurrir es de contemplación, casi un realismo psicológico que abunda en detalles de nuestro comportamiento general. Nuestra vida cotidiana tiene esa gran conjunto de cosas pequeñas que van construyendo el día y nuestra existencia, con el conjunto de seres queridos y conocidos que van formando el espejo de nuestra memoria, y ese recorrido en solitario que es la vida (casi como Juan Pablo Castel en El Túnel de Sábato).
EL SÉPTIMO SELLO (1956) Considerada la obra maestra de nuestro director, es una interesante reflexión de un hombre del medioevo que retorna de la guerra (Max Von Sydow), desencantado, con su ayudante; y se topa con la muerte. Este insólito encuentro se prolonga gracias a una de las escenas que han quedado para la posteridad: juegan una partida de ajedrez durante la cual surgen un sinfín de preguntas que quedan sin respuestas . Esta es una obra moral, que fue extraída de una pieza escrita por él mismo llamada Pintura en madera, que se inspira en el Libro de las Revelaciones de San Juan el Divino. En los inteligentes parlamentos, los personajes hablan de todos los temores que los humanos tenemos por el futuro y ese conflicto que es la religiosidad, cuando ésta se ve sometida a extremos (como el caso de la plaga de peste bubónica en la Europa medieval). En muchos casos, el cinismo queda como única respuesta ante lo abrumado que puede ser la vida en su inconmensurable realidad.
GRITOS Y SUSURROS (VISKNINGAR OCH ROP) (1973) Un film doloroso de estudio sobre el comportamiento de cuatro mujeres, tres hermanas y una sirvienta, en torno al proceso agónico de una de ellas, Agnès, quien tiene un cáncer terminal. Sus otras dos hermanas, lejos de ayudarla en su lenta agonía, actúan dolorosamente enfrentando sus demonios, sobre todo Karin, quien decide mutilarse con el fin de frustrar sus encuentros sexuales con su esposo. Sólo la sirvienta, Anna, quien había perdido un hijo, comprende la dimensión de la situación y decide ayudarla. Todo en un entorno estético bello que disimula el sentido trágico de la enfermedad, la frustración y la muerte.
El cine comercial americano nos ha acostumbrado a ver ese tipo de película que nos tiene en vilo a cada instante; una acción violenta que nos arrebata del asiento; o algo melifluo, demasiado dulzón hasta los extremos que nos arranca lágrimas incomprensibles. Por eso, “enfrentarse” con el cine de Bergman, para muchos puede ser muy frustrante una primera vez; su discurrir es de contemplación, casi un realismo psicológico que abunda en detalles de nuestro comportamiento general. Nuestra vida cotidiana tiene esa gran conjunto de cosas pequeñas que van construyendo el día y nuestra existencia, con el conjunto de seres queridos y conocidos que van formando el espejo de nuestra memoria, y ese recorrido en solitario que es la vida (casi como Juan Pablo Castel en El Túnel de Sábato).
EL SÉPTIMO SELLO (1956) Considerada la obra maestra de nuestro director, es una interesante reflexión de un hombre del medioevo que retorna de la guerra (Max Von Sydow), desencantado, con su ayudante; y se topa con la muerte. Este insólito encuentro se prolonga gracias a una de las escenas que han quedado para la posteridad: juegan una partida de ajedrez durante la cual surgen un sinfín de preguntas que quedan sin respuestas . Esta es una obra moral, que fue extraída de una pieza escrita por él mismo llamada Pintura en madera, que se inspira en el Libro de las Revelaciones de San Juan el Divino. En los inteligentes parlamentos, los personajes hablan de todos los temores que los humanos tenemos por el futuro y ese conflicto que es la religiosidad, cuando ésta se ve sometida a extremos (como el caso de la plaga de peste bubónica en la Europa medieval). En muchos casos, el cinismo queda como única respuesta ante lo abrumado que puede ser la vida en su inconmensurable realidad.
LAS FRESAS SALVAJES (1957) una extraordinaria película despedida, un profesor (Víctor Sjöstrom) va a recibir una mención a lo largo de su vida académica y decide partir a la Universidad de Lund en un largo viaje en su auto, un viaje a su pasado, al descubrimiento de lo fue y es su devenir, sus relaciones con los padres e hijos, los recuerdos, los días veraniegos largos en su juventud, el rigor de su hogar, el haberse convertido en un viejo intolerante con sus seres queridos, el extenso diálogo con su nuera, el sueño con el verse a sí mismo en la muerte; en fin, un discurso visual de la vida en la cual vamos estableciendo vínculos y también los frustramos. Fue un chispazo el que generó el guión de esta película, un Bergman que un día quiso visitar la casa de su abuela. Quizá el que uno de los grandes del cine sueco, como Víctor Sjöstrom, haya encarnado su último papel, hace a esta película aún más entrañable.
PERSONA (1966) Este es un drama psicológico en la búsqueda de la Fe, búsqueda del alma: ¿existe esta? Hacia el final, la presenta como tal..Pero hay un cierto pesimismo, ya que vemos máscaras o formas que aparentan nuestro ser. Es un excelente estudio de cine para lograr de este las intenciones de un director como Bergman.
TROLLFLÖJTEN (LA FLAUTA MÁGICA) 1975 Una visión muy libre y particular de la ópera de Mozart, cantada en sueco, y que la muestra como originalmente pudo haber sido: un cuento de hadas con algo de esotérico, destinado a divertir al pueblo. Esta ópera, parece ser, tiene una intención popular; para la opinión de José María Triana, esta ópera condensa todo los valores humanos y generales que un carácter sectario no hubiera podido compartir, precisamente por ser sectario. La filosofía sobre la amistad, el verdad y el amor al saber con los pilares que subyacen a lo largo de ella. Es una de las más frecuentemente representadas y tiene arias, dúos, tercetos y coros bellos para todos los timbres de voces. La propuesta escenográfica de Bergman está pensada para un mundo infantil, al cual muchas veces se posterga, dándole al arte una exclusividad para el adulto. Esta visión errada ha hecho que algunos artistas volteen de vez en cuando a los niños, quienes tienen pocos prejuicios para acercarse a una obra maestra, si es que el acercamiento es el adecuado para formar en ellos seres sensibles e inteligentes; es interesante que cada cierto tiempo el adulto artista busca lo que se denomina “naif” (cándido) para presentarlo como una propuesta. En cierta manera, esta propuesta encierra visos de naif, pero también nos muestra en paralelo la vida de los artistas (divos) quienes son seres cotidianos como cualquiera de nosotros.
SONATA DE OTOÑO (1978) muestra una interesante pero dura relación entre una madre - famosa pianista (Ingrid Bergman) y una hija – mediocre pianista (Liv Ullman), una relación muy dolorosa, que termina por aplastar y deteriorar un intento de reencuentro, luego de la viudez de la pianista. Esta es la única oportunidad en la que Ingrid Bergman trabajó con el maestro; también fue para ella, volver a la pantalla sueca (ella era sueca de nacimiento) y hablar su lengua hasta su muerte en 1981. La película tiene, además, una bella fotografía (Sven Nykvist) que permite mostrar un lindo entorno a las terribles situaciones que se pueden crear en el seno familiar, las más oscuras: odios, malos entendidos, frustraciones.
SONATA DE OTOÑO (1978) muestra una interesante pero dura relación entre una madre - famosa pianista (Ingrid Bergman) y una hija – mediocre pianista (Liv Ullman), una relación muy dolorosa, que termina por aplastar y deteriorar un intento de reencuentro, luego de la viudez de la pianista. Esta es la única oportunidad en la que Ingrid Bergman trabajó con el maestro; también fue para ella, volver a la pantalla sueca (ella era sueca de nacimiento) y hablar su lengua hasta su muerte en 1981. La película tiene, además, una bella fotografía (Sven Nykvist) que permite mostrar un lindo entorno a las terribles situaciones que se pueden crear en el seno familiar, las más oscuras: odios, malos entendidos, frustraciones.
FANNY Y ALEXANDER (FANNY OG ALEXANDER) (1983) historia de hermanos, en la que el niño, Alexander, se acerca a una autobiografía de nuestro director; es, según él, una forma sincera de rendir homenaje al teatro, arte al cual ama mucho. Fue concebido para la televisión, por lo que tiene una extensión poco usual para el cine (3 horas). La historia transcurre en 1910, diecisiete años antes de su propia niñez, pero todos los elementos y circunstancias son propios de Bergman, quien tuvo una hermana mayor y otra menor