El verano europeo del 2013 tuvo para mí otro objetivo, fuera de la
visita a la Alianza Francesa de París: ir al congreso de AEPE en la ciudad de
Jaca en el norte de España. Isabelle, quien pertenece a esta Institución, me
había comentado al respecto y habíamos organizado nuestro viaje a esta pequeña
ciudad desde Rodez. Así, el domingo 21 de julio, provistos de todas las
avituallas necesarias, partimos hacia los Pirineos, frontera natural entre
Francia y nuestro país de destino. Partimos temprano para llegar a una buena
hora a Jaca, haciendo algunas pausas en la ruta. En el auto de Isabelle salimos
por las estupendas autopistas francesas en dirección de Toulouse y luego a Pau,
lugar en el cual tomaríamos la ruta hacia el sur para ingresar a España.
Hicimos un par de altos en el camino: en el primero compré un libro para
lectura ligera y algunos caramelos típicos de la región que se hacen con las
violetas, flores que abundan en la región; en nuestra segunda parada,
almorzamos una buena merienda y luego un breve reposo antes de seguir camino
hacia nuestro destino. Las autopistas estaban llenas de vehículos que iban en
todas direcciones aprovechando la estación vacacional que es toda una ceremonia
en Europa y la cual preparan con mucha prevención meses antes. Europa es muy
ordenada; mas, pese a todo, en España íbamos a tener sorpresas positivas que
nos salvarían de nuestro descuido preventivo para hacer reservas hoteleras, por
ejemplo. El camino fue tranquilo hasta Pau; de ahí “torcimos” hacia el sur en
dirección de los Pirineos. Recuerdo este nombre por mis clases de geografía
escolar, por la historia (por ejemplo, Aníbal y su ejército con elefantes) y
algunas películas que los nombraban, como El gran escape en la que uno de los
fugados (James Coburn) llega a una zona pirenaica y pregunta si había llegado a
España. Aún en territorio francés, comenzamos a marcar la altura. Años antes,
la ruta era penosa, puesto que no había el túnel que se ha hecho para atravesar
las montañas rápidamente. Sin embargo, el camino es estrecho y en algunas zonas
se estrechaba mucho más, por lo que íbamos con mucho cuidado. El paisaje te
permite evocar a nuestros Andes, en versión más pequeña. En la historia y el
imaginario histórico que se desarrolló en los siglos XVIII hasta el XX, los
Pirineos marcaban el fin de Europa y el inicio de ¿África? ¿El subdesarrollo?
¿Un mundo salvaje? Interesante, esa era la idea que se tenía de esta marca
natural, que según la geología, pertenece a una cadena montañosa muy antigua y
gastada. Ver algunas pequeñas montañas nevadas era agradable, viniendo yo de un
país en el que los Andes marcan fuertemente nuestra identidad cultural. Seguimos nuestro viaje entre montañas apenas
cubiertas por nieve. Imagino cómo será esta zona en invierno. De repente
comenzó a llover y esto hizo más accidentado el camino. No hay un tráfico
denso, pero hay que ir con cuidado, puesto que puede aparecer algún camión en
la ruta, como nos sucedió más de una vez. Al llegar al túnel, ya el clima había
mejorado. El túnel Samport tiene sólo 10 años y mide más de 8 kilómetros,
totalmente iluminado, con extremas medidas de seguridad y con una fuga cada 600
metros (aprovecha las antiguas instalaciones de un túnel ferroviario, ya en
desuso). Europa tiene en su haber varios casos tristes (uno último en Suiza) de
accidentes automovilísticos en el interior de algunos con su buena cantidad
lamentable de muertos y heridos. De estos ocho kilómetros, hay más de 5 en
territorio español, por lo que cuando sales de este (viniendo de Francia,
claro) ya estás en España. De ahí a Jaca era cuestión de una hora más o menos
dependiendo el tráfico y las exigentes leyes de tránsito que no te permiten
manejar alocadamente, pese a que las autopistas españolas te invitan a correr. Así
llegas a Canfrac, pequeño poblado aragonés que cuenta con una impresionante
estación ferroviaria que tenía una intensa actividad conectiva con Francia. Su
decadencia empezó en la guerra civil,
con el sellado del túnel por parte de los
franquistas para evitar la huida de los republicanos hacia Francia o, en su
defecto, la posible invasión desde este país contra las tropas falangistas. No
muy lejos de ahí sobre la ruta hacia Jaca, se encuentra una impresionante mole
llamada Torre de Fusileros, edificio militar del siglo XIX (hubo otra más, ya
desaparecida), de carácter defensivo que servía también como una suerte de
marca de frontera. Ambos grandes monumentos puedes verlos desde la carretera. Promediando
las 5 de la tarde llegamos a Jaca y nos dirigimos a las instalaciones
universitarias de la ciudad, ya que en la residencia estudiantil nos íbamos a
quedar. Jaca es una antigua ciudad aragonesa e iba a descubrir todo su encanto.
Este espacio ha sido creado por Gerardo Cailloma con el fin de difundir mis ideas y poder compartir con el que esté interesado temas sobre cine, música, educación, viajes, literatura y todo aquella diletancia que produzca placer estético (como el buen comer)
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- Gerardo Cailloma
- Trujillo, La Libertad, Peru
- Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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