El pasado viernes 23 de mayo se inauguró una gran exposición denominada El retorno de las Capullanas en el salón de exposiciones del Club Central. En un entorno hostil a la cultura, las artes y a la vida en general, esta exhibición da un amplio respiro a todos los ciudadanos que la han visto y los que la verán. La palabra capullana me trae antiguos recuerdos de niñez. En los 60, Madeleine Hartog Bell ganó para Perú el Miss Mundo 1967; ella promovió, a través de fotos en diversas revistas, unos inmensos aretes de filigrana de plata llamados Dormilonas que se remontan a la época de las capullanas. Fue un primer acercamiento. En los años 80, unos tíos míos se mudaron a una urbanización con muchos piuranos: Las Capullanas. Sus calles lo dicen todo: Simbilá, Tangarará, Cumbibirá, tantos más. Para la mayoría de peruanos, el mundo de las Capullanas les es completamente desconocido. Pero eran mujeres de un mundo poderoso y conciliador, tal como lo han descrito diversos cronistas españoles como Pedro Cieza de León, Fray Reginaldo de Lizárraga y Fray Antonio de Calancha; hasta historiadores actuales como Raúl Porras Barrenechea. Un Perú prehispánico por conocer. Quiero completar esta idea con palabras de Carmen Mc Evoy para comprender la dimensión política y de vida de estas gobernantes: “[..] una jefa tribal cuyo poder político y espiritual le venía por su línea femenina, ejerció un mandato milenario con magnanimidad, pero sobre todo tomando en consideración la preservación de la vida [..]”. Bajo este manto y la batuta de Cynthia Capriata, esta exposición reúne a artistas mujeres tanto de Lima como de las sedes en las que se presentan (ya lo han hecho en Piura, ahora Trujillo y cerrarán en Cajamarca) en las que ellas expresan a través de la pintura, fotografía, grabado, textiles, un poder postergado por siglos y que ahora nos muestras contenidos vitales, dinámicos y admirables. Sí, admirables. Las respuestas obtenidas en Piura, los talleres en Huanchaco, los comentarios durante la exposición van abriendo camino en una sociedad que tiene mucho que conocerse para encontrar respuestas a lo que vivimos. Lo conversado el día sábado en Galería Huaqo es una verdad ruidosa que se cubre de silencio: muchas mujeres artistas buscan un espacio en sus ocupados días para poder pintar, grabar, escribir: una verdadera acción titánica en la que muchas veces los esposos, padres, hermanos e hijos no entendemos. Por eso lo que dice la piurana Lily Ramos Chang es contundente; extraigo esta idea: “[..] las nuevas generaciones de artistas femeninas buscan, desde el arte, desafiar esas restricciones, pero su esfuerzo se enfrenta a un sistema que aún no reconoce plenamente su valía [..]”. Camino complejo por el que 20 artistas en Piura, en Trujillo y quizás otras tantas en Cajamarca deciden recorrer para exponer la invisibilidad y fragilidad de la mujer en nuestra sociedad. La exposición está hasta el 13 de junio. Vayan.