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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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viernes, 30 de agosto de 2019

PALENCIA, AMPUDIA, LA OLMEDA, PAREDES DE NAVA. LA VIEJA ESPAÑA




Lunes 28 de enero. Día tranquilo. Carmen tenía actividades en su colegio y me invitó para hablar con los chicos de francés del Bachillerato Internacional al cual pertenece el colegio que ella dirige. Elisa, su hija, me recogió y me llevó al colegio que queda en las afueras de la ciudad. Fue una simpática visita en la que pude visitar el amplio local de un colegio nacional, un sueño que ojalá se pueda llevar a cabo en nuestro país. Las instalaciones son buenas, todas equipadas, con una biblioteca envidiable que Carmen me mostró con mucho cariño para enseñarme el trabajo que había hecho con sus chicos. Luego fui a las clases de francés del Bachillerato para hablar con las chicas y la profesora sobre Perú. Fue una bonita experiencia. Luego de haber concluido las clases, nos fuimos a almorzar a un pequeño pueblo que está cerca del cono urbano de Palencia: Baños de Cerrato. El lugar elegido era el restaurante El Lagar, pues tiene como atracción esta herramienta que se usa para la presión de la uva. La comida fue de calidad, pedimos a la carta. Todo rociado con vino. Al salir y ya despidiéndome de Alisa, Carmen me enseña una joyita del lugar: la iglesia de San Juan de los Baños, la iglesia más antigua de España que se ha mantenido a través de los siglos. Una iglesia visigótica, antes de la invasión árabe a la península. Era un adelanto de lo que íbamos a ver al día siguiente: la visita al Románico Palentino. He aquí un video que ayuda a entender más esta joya: https://www.youtube.com/watch?v=6-WQ6mhkbAY.




Luego de almorzar, nos fuimos a Palencia para descansar un poco y prepararnos a ver un filme. Carmen pertenece al cine club de la ciudad y la película que íbamos a ver era sobre la historia de Egon Schiele, pintor estrambótico, provocativo y genial. Es un filme del 2016, Egon Schiele: la muerte y la doncella. El actor que encarna al pintor es un austríaco de raíces chilenas: Noah Saavedra, cuyo abuelo fue exiliado por Augusto Pinochet. Tras el filme nos fuimos a comer unas tapas y beber unas cañas. La vida en España es muy nocturna. Mientras esperábamos a los amigos de Carmen, ingresamos a ver la iglesia de Santa Clara. Este convento pertenece, obviamente, a las clarisas. Es un edificio de estilo gótico, pero lo más interesante de la iglesia es la imagen de madera de un Cristo yacente de un tenebrismo impresionante. Hay muchas leyendas entorno a esta imagen. Aquí datos del templo y de la imagen de este Cristo doloroso:  https://www.somospalencia.es/monasterio-santa-clara/; https://www.youtube.com/watch?v=haHsvHxFzsA. La noche fue divertida y nos fuimos a un par de bares y comíamos algunos bocados deliciosos. España sabe cómo divertirse, pese a las frías noches de invierno.




Martes 29. Nos íbamos a visitar grandes monumentos del arte románico palentino. Lo que Carmen me había prometido hacer una visita a lugares maravillosos donde podíamos ver monumentos de esta manifestación artística. En el 2013, estuve en la zona de Aragón, y visité el pueblo de Jaca. Estuve en lugares ligados a historia aragonesa y sus monumentos; le comenté sobre esta visita a Carmen y ella me dijo que cuando vaya a Palencia íbamos a ver joyas: Carmen iba a cumplir con su promesa. Además, íbamos a ir a ciertos lugares históricos que los evocaría por la literatura. Era un buen encuentro con el pasado, con mi pasado, el de mi vida escolar y universitaria. Salimos temprano para ir a Ampudia. Este pueblo medieval no se halla lejos de Palencia, nos fuimos por una carretera provincial atravesando los campos castellanos. Ampudia es un pueblo de origen medieval, poco activo en invierno (como lo constatamos) y muy vivo en verano. Por esas circunstancias, solo pudimos ver los exteriores del castillo de la localidad y la Colegiata de San Miguel. El frío era agresivo, cortante. Estuvimos en las afueras del castillo conociendo el entorno, el foso, las torres, las almenas. Este castillo estuvo ligado a los momentos cumbres de la historia española. Sé que hay una colección en el interior que pertenece al actual dueño del mismo: Eugenio Fontaneda, bueno, su familia, quien destinó este castillo para su colección privada (http://www.castillodeampudia.com/eugenio-fontaneda.html). El frío nos hizo huir para ver la colegiata. Esta tiene una torre impresionante que mide 63 metros. Se la podía ver desde la carretera. Es una verdadera atalaya. Este es un edificio que demoró más de dos siglos en construirse. La influencia del Duque de Lerma hizo que esta iglesia se haya convertido en un lugar importante para España. Lástima que esta estaba también cerrada y no pude ver la muestra de arte religioso que tiene y, sobre todo, el órgano que posee y que está activo. (http://ampudia.es/index.php/turismo/lugares-de-interes/colegiata-san-miguel/). Para cerrar nuestra estancia en este lugar, al subir a la camioneta perdí mi bufanda. 





De aquí nos fuimos a un lugar que me iba a remontar a mis años escolares: Paredes de Nava. Este pueblo no es solo famoso por la iglesia en la que hay una colección de obras del maestro del barroco español, el Berruguete; sino porque aquí nació Jorge Manrique, autor de Coplas a la muerte de su padre. Nunca estrofas más aprendidas por mí han captado mi atención y recitado con tanta reflexión como estas; las difundí en el colegio desde que enseñaba en el León Pinelo con la música de Paco Ibáñez (https://www.youtube.com/watch?v=TZRkum-TAfA) o haber recitado espontáneamente las primeras estrofas a Olivier Guiral cuando estuve delante de la pintura de Pedro Brueghel: el triunfo de la muerte (https://www.youtube.com/watch?v=S_nswb0Mh14). 


Su canto elegíaco no puede pasar desapercibido y acompañará nuestra lengua y a la humanidad hasta que esta se extinga: https://www.rae.es/sites/default/files/Coplas_a_la_muerte_de_su_padre.pdf. En la plaza principal, frente a la iglesia de Santa Eulalia, hay una escultura suya en la que han puesto una gran pared con algunos fragmentos de sus coplas. La mala suerte nos jugó otra pesada broma, pues la iglesia no abría ese día. Me quedé con las ganas de ver el retablo que destaca en el altar mayor. Me conformaré con estos datos virtuales: http://dentrodemochila.blogspot.com/2015/06/la-iglesia-de-santa-eulalia-paredes-de.html; https://www.youtube.com/watch?v=sBe6nz2Oe3o. Antes de irnos del lugar, nos tomamos un café y un bocadillo en un bar de la zona.
Desde Paredes de Nava nos fuimos a un tesoro en medio del campo: la villa romana de La Olmeda. Esta es una verdadera joya y fue descubierta accidentalmente por un agricultor, Juan Cortes, quien, durante sus labores de labranza, una de sus maquinarias topó con unas rocas. Al iniciar la limpieza, grande fue su sorpresa y el colega que lo ayudaba de ver restos de mosaicos. Era de los descubrimientos arqueológicos más importantes de la zona y de España en general. El lugar cuenta ahora con instalaciones y se ha montado todo un edificio adecuado para albergar laboratorios para las investigaciones. Además, se ha construido un espacio en el que se pueden realizar obras teatrales aprovechando la escenografía natural del lugar. En Portugal estuve en Conimbriga, cerca de Coimbra. Ese lugar le dio en nombre a la ciudad famosa portuguesa y tiene también toda una bella villa romana con un interesante juego de aguas que no se ve aquí; pero los mosaicos que tiene la hacen muy interesante y necesaria visita si uno está de paso por Palencia. Aquí más datos: https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/la-olmeda-una-fastuosa-villa-romana-en-hispania_7510/3 .








domingo, 4 de enero de 2015

CRÓNICAS LAMBAYECANAS: HACIA EL MUNDO DE LA CULTURA LAMBAYEQUE

La idea de visitar Túcume me estuvo rondando todo este año, habida cuenta que habían inaugurado un flamante museo de sitio y eso era una verdadera justificación que movilizaría a algunas personas más para ir a Chiclayo. Tres iban a ser mis secuaces viajeros: María Ramos, Isabelle Lemoal y César Alva. Los cuatro decidimos salir el viernes 14 de noviembre para llegar por la noche y comenzar nuestros periplos por día y medio. Antes había hecho gestiones para alquilar otro auto y fue una buena decisión. El auto nos lo entregaron por la noche del viernes mismo y nos decidimos ir a cenar a Pimentel. Antes de hacerlo, fuimos a un supermercado a premunirnos de todo el material disponible: íbamos a tener un largo sábado y así fue. Pero la ingrata sorpresa la tuvimos esa misma noche: al salir de las compras, nos dirigimos hacia Pimentel, pero no sabía que a lo largo de la amplia autopista que tenían, por obra y gracia del alcalde u otras autoridades incompetentes, habían decidido hacer varios óvalos en una avenida de alta velocidad. Y como las autoridades, varias de ellas, estaban en la cárcel, todo el sistema vial era un caos.  La impresión de mis amigas viajeras no fue nada agradable y nubló lo que pudo ser un viaje muy bonito. Para evitar ir hacia la deriva, decidimos retornar a Chiclayo a cenar.  Había estado una semana antes por invitación de Liz Moreno, organizadora, promotora cultural y artista de teatro y tuve la oportunidad de conocer algunas personas simpáticas. Esa noche nos acompañó a cenar un joven arquitecto, Lyman, quien nos dio algunos consejos para nuestro largo periplo del día siguiente.

El sábado 15 tomamos nuestro desayuno temprano y fuimos por César que estaba en otro hotel. Lo recogimos de la plaza de armas y nos dirigimos hacia Túcume, nuestro objetivo principal de ese día. Atravesamos Lambayeque con un denso tráfico y, desde la desviación hacia Piura, el transporte, sobre todo el pesado, amainó un poco. Sí veíamos muchas camionetas de turistas; en realidad, el nuevo museo es una fuerte atracción turística, pero con esa infraestructura vial no dudo que varios de ellos se habrán ido un poco (o bastante) decepcionados. Los conductores de esos vehículos son bastante irresponsables y corren de manera salvaje. Quizá para muchos de los que iban en ese transporte inseguro era una experiencia de adrenalina, pero esos choferes no reciben sanciones y no creo que lo hayan hecho previamente, ya que de haber sido sancionados o amenazados de despido no lo harían, ¿o sí? Hubo momentos que tenías dos camionetas intentando pasar a un bus y las dos casi en paralelo. Salvajes.

Llegamos a nuestro destino final: el nuevo museo. Por costumbre, ubiqué el auto en la primera instalación; pero ya no está ahí la entrada. Hay una nueva entrada que da directamente al nuevo museo y luego desde ahí tienes dos grandes zonas arqueológicas para visitar. El anterior tenía una arquitectura peculiar que reproduce la usanza de construcción de la zona con adobe, troncos de algarrobo. Ese detalle lo encontramos en la tradicional iglesia de Mórrope, la cual no pudimos visitar esta oportunidad. Pendiente.
El nuevo museo de sitio, abierto en el mes de setiembre, es un verdadero homenaje a la cultura Lambayeque. Este nombre viene de Ñam Pallec (retrato del hijo de Ñam La) y la historia tiñe la identidad de esta región, aunque todavía falta mucho por sensibilizar a la población del rico pasado que tienen y lo que pueden hacer con este. Es una verdadera mina de oro y no solo como última cultura, ya que hay lugares como Ventarrón que se remontan más allá de los cinco mil años. La Región Lambayeque cuenta con cinco grandes museos de civilización precolombina; y hay la posibilidad de convertir uno, Huaca Chotuna, en otro gran museo de sitio y la inclusión de Ventarrón para la construcción de otro. Y otro espacio que puede incluirse en Batán Grande. Es un lugar fascinante, pero hay mucho por hacer. Volviendo al museo, las instalaciones son cómodos, frescas, interactivas (cosa que hay repensar en los demás museos peruanos, así como educar a la gente en el uso de este material que es para el beneficio de todos). La visita puede hacerse de manera personal. Hay buenas maquetas, fotografías y museografía “amable”, si cabe el término. Las salas amplias y vinculan la actualidad con las documentos arqueológicos hallados y la cosmogonía que generalmente conocemos a través de su cerámica pictórica y sus murales. Los datos etnológicos, lingüísticos, geográficos son profusos, acompañado de buena documentación histórica. Además, el museo de por sí es una joyita arquitectónica que ha malogrado el espacio intervenido para la obra. La construcción equidista con los dos puntos más importantes del lugar: las huacas que rodean al cerro Purgatorio (o La Raya) y la huaca Las Balsas.

Al salir de las instalaciones del museo en sí tienes dos caminos a escoger: hacia la derecha vas al conjunto de huacas; hacia la izquierda, Las Balsas. Optamos por ir hacia la derecha, ya que es un conjunto más grande para visitar.
Segunda parte de nuestra visita. En realidad, lo que se puede ver es el cerro en sí, ya que toda esta zona está en excavaciones, por ejemplo Huaca Larga. Esperemos que estas estén abiertas en los próximos años. Visitar esta zona por la mañana, pese a no ser verano, es fatigante, así que hay que ir con un buen sombrero, mucha crema protectora y zapatos cerrados (no soy muy proclive por sandalias para caminar o subir a lugares donde hay vegetación espinosa). En el trayecto se encuentran dos lugares de interés: un mirador que permite ver el complejo en torno al cerro Purgatorio y un vivero, donde hallas todas las plantas prehispánicas del lugar. Interesante fue ver los diversos tipos de algodón, el cual ha caído en desuso y crece como una suerte de mala hierba. Hay plantas que se usan en la actual culinaria de la región, como el ají o el loche. Varios caminos están “enmarcados” con enredaderas para lo cual se han construido soportes para que puedan adherirse y crear pasajes que dan frescura bajo el intenso calor.


La tercera y última parte de nuestra visita a Túcume culminó con la visita a Las Balsas. Antes de llegar al lugar a través de un camino que pudo haber sido mejor trazado y con material del lugar (punto en contra). En el camino se ha construido una réplica en miniatura de un pueblo de la zona, con su iglesia y todo. Es una zona temática que sería el disfrute de los niños; como no había alguno en el viaje, no sé cómo reaccionarían ante este. Y cerramos nuestra visita a esta bella huaca profusamente decorada de frisos. Esta huaca nunca la había visitado previamente, he estado más de diez veces en este lugar y jamás había recibido información de la misma. El lugar está bastante bien protegido contra las lluvias que suelen asolar esta zona en las visitas de “El Niño”. La zona ha sido protegido gracias al apoyo del fondo contravalor Perú-Francia. Las instalaciones cuentan con un pasadizo colgante que te permiten ver toda la estructura desde una altura cómoda. Además cuenta con carteles informativos que te contextualizan los espacios ya derruidos por el tiempo.



La visita al museo fue un logro, llenó nuestras expectativas. Y teníamos que complementarlo con más.
Así pues tomamos un atajo para llegar a Ferreñafe y ver dos lugares de extraordinario interés: el museo Sicán y el bosque de Pómac. El atajo está muy maltratado (¡Qué han hecho con sus carreteras¡), ya no queda nada del pavimento que te permitía recorrer esto en poco menos de media hora; ahora está muy maltratada. Pese a todo llegamos a Ferreñafe para encontrarnos con otra realidad: todas las calles han sido abiertas para realizar los cambios de tubería de agua y desagüe. Ingresar y salir de esta ciudad es un calvario.

Alcanzamos el museo y lo visitamos sin contratiempos. El lugar es pequeño y la construcción no es tan apabullante como otros museos de la Región, pero la colección amerita una visita pausada; como el museo de Kuntur Wasi en Cajamarca, este también está dirigido por japoneses, pulcros en sus observaciones y profusos en la información. Las réplicas de las técnicas empleadas son buenas y mejor todo lo que uno va a encontrar en este lugar: el entierro de un soberano degollado y su cuerpo de cabeza como si se intentara regresarlo al vientre materno. Es un entierro único en el mundo. Lo triste es ver las dos docenas de mujeres que fueron sacrificadas para acompañar a este soberano, algunas de las cuales eran sus parientes directas por el estudio hecho de ADN. Además el tesoro que encierra, aunque no llega a la riqueza de las Tumbas Reales de Sipán, no deja de ser interesante, sobre todo las famosas máscaras de ojos alados que representaron la identidad arqueológica de esta zona con el famoso tumi, que fue robado del Museo de Arqueología de Lima y fundido por el inefable ladrón que quiso venderlo como oro puro. Francamente, si hay que desaparecer gente… Las escenificaciones de las técnicas metalúrgicas son buenas. Pero indudablemente, luego de visitar este museo, se debe ir al lugar donde se hallaron todos estos objetos: el bosque de Pómac.



Y para cerrar la visita nos fuimos a Pómac. La carretera sí está buena, salvo un tramo y se puede visitar el lugar con el mismo auto. Llegamos un cuarto de hora más tarde y quedaba menos de una hora que cierren las instalaciones. Pómac es un bosque seco la mayor parte del año y ha sido depredado por sus árboles. Ahora cuenta con protección y las visitas turísticas han generado conciencia entre sus pobladores de lo que significa preservar este lugar. Las numerosas huacas están en medio de la vegetación y hace recordar esas vistas de las pirámides mayas en Yucatán o América Central. Logramos ir hasta la huaca El Oro o El Loro y ver sus ruinas, como parte del inmenso complejo que es Batán Grande. Luego de esta visita a la huaca nos fuimos al gran mirador que nos permite tener una visión del valle del río La Leche. Hubo varios turistas que llegaban al lugar a pie. Hay lugares para hospedarse.



Así decidimos regresar a Chiclayo. María condujo hasta la entrada de la ciudad. Nos fuimos a descansar para estar listo para nuestra visita del domingo 16 y retorno a Trujillo.

domingo, 19 de enero de 2014

VISITA AL VIÑEDO DE FRANCIA

El verano del 2013 fue para mí todo un descubrimiento europeo. Las anteriores oportunidades que había visitado Europa, siempre lo había hecho en invierno. Las ciudades y el paisaje eran oscuras y frías, contrarrestado todo con la belleza y la historia que cargan las mismas. El brillo solar y el calor hacen que la gente viva en las calles y las plazas para aprovechar los largos días que trae el verano. Era muy gracioso ver en París que tiendas y negocios cerraban a las 7 de la “noche” en pleno esplendor solar. Pero también caminar bajo el sol tiene sus consecuencias. Nada es perfecto en esta vida. Ya instalado en Rodez en casa de Isabelle y antes de partir a España para el curso en Jaca, visitamos los alrededores de esta bella zona. El Aveyron es totalmente diferente en verano. Se ven los campos fértiles, listos para las cosechas de agosto. Pero, no todo es perfecto, los agricultores utilizan el abono natural, esto es, estiércol; por esa razón, hay un abundante enjambre de moscas que pululan por todas partes. Y también grandes bandadas de golondrinas que vuelan cerca de estos enjambres para tener un banquete con los molestosos insectos. Habíamos quedado ese sábado, luego de haber estado en Conques, encontrarnos con Olivier para almorzar y luego ir a Cahors para ver la antigua iglesia. Pero antes, Isabelle me llevó a un lugar insospechado: Figeac. Es una pequeña población, fuera de los límites del Aveyron, ya en el Dpto. de Lot. Es muy pequeña, no más de diez mil personas (se incrementa en verano por los visitantes), que tiene poco atractivo arquitectónico, pero sí histórico. En la ciudad no hubo acontecimiento relevante para la historia de la Francia moderna, pero sí para la arqueología mundial: es la cuna de Jacques-Joseph Champollion, quien nación en 1790. Así que nos fuimos a conocer su casa, actualmente convertida en un museo extraordinario de cuatro plantas. Desde afuera de la casa, frente a la plaza que se halla frente a la misma, vimos los carteles que anunciaban la exposición. Cerca de ahí hay una imitación, muy grande, de la famosa piedra rosette, la que se halla en el Museo
Británico. Nos dirigimos a ver  la misma y se halla en el suelo de una pequeña plaza, hecha como un recodo en una estrecha calle que va al costado de la casa. La estructura urbana del lugar se ha conservado. Las calles están como lo estuvieron en los últimos doscientos años y, espero, estarán así por muchos más. Los franceses son muy celosos de la conservación de su patrimonio, además que significa la motivación, movilización y el ingreso que hace de Francia una de las potencias del mundo: el turismo. Ojalá en el Perú veamos a largo plazo lo que significa tener patrimonio y no derrocharlo como lo han hecho muchos irresponsables, sea por inacción o por acción dolosa. En fin. Terminada la breve visita a la maqueta, nos fuimos al museo. Cuatro plantas en una casa que de afuera vemos solo dos pisos: interesante intervención arquitectónica, fuera de la dinámica y atractiva museografía del local. El museo cuenta con siete salas; una dedicada exclusivamente a Champollion y su actividad en Egipto. La sala cuenta con apuntes originales del egiptólogo y lingüista que trataba de descifrar los jeroglíficos. Hay cartas a su hermano en las que reflexiona sobre su viaje y las penurias de la distancia. Hay fragmentos de estatuas, de vendajes, de momias, un sarcófago. Es un verdadero viaje a la historia, al pasado, a las lenguas comparadas, a la hermenéutica textual, a la arqueología. Las demás salas (de haber sido el jovencito que estaba en las aulas de lingüística en la PUCP, hubiera desmayado o entrado en éxtasis) muestran la evolución de las diversas escrituras del mundo y, con ellas, el desarrollo del intelecto humano a través de la palabra escrita, hasta nuestros días. De manera didáctica, nos invita a reflexionar sobre ese momento en que el hombre realizó un trazo para crear la primera abstracción de un sonido, de una palabra o de una idea: ¿Cuándo, cómo? Y desde ahí, la aventura intelectual que nos permitió contar las piezas de ganado, preservar la historia, narrar, crear cuentos, crear jurisdicción, escribir libros religiosos. Esa capacidad de abstracción que en algún planteó Engels en su pequeño e inconcluso tratado “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, cuando el hombre comenzó a manipular una herramienta y que sintetiza increíblemente Stanley Kubrick en 2001, esa capacidad es la que vemos a lo largo de las otras seis salas: el nacimiento de la escritura, los alfabetos, el libro, el conocimiento y el poder ciudadano, y las nuevas tendencias. Un viaje contundente de la humanidad.
Cargados de  historia, fuimos a buscar a Olivier y almorzamos en Cajarc. El calor apretaba. Un delicioso almuerzo me levantó para continuar con el viaje hacia la zona de viñedos y tierra de los ancestros de Maxime, nuestro actual Director en la Alianza Francesa. Cahors es la capital de la provincia de Quercy en el Midi-Pyrénées, zona de cátaros y de buen vino, así como de buena comida. Pero el objetivo que había focalizado Isabelle era su catedral. La ciudad tuvo un esplendor en el siglo XIII, pero bajo el dominio de los ingleses, cayó en la ruina. Previamente había sido invadida por los musulmanes, por lo que se fortificó la ciudad (¿Qué ciudad antigua de Europa no era fortificada?) y se construyó un puente con un detalle: un diablo que fue capturado y que yace colgado de una de las paredes de este viejo puente.
Pero su catedral es muy interesante. Está dedicada a San Esteban y fue hecha en el siglo X y tiene muchos detalles románicos (como su pesada portada y su portal, aunque no respeta la estructura de una iglesia como tal), bizantinos (una inmensa cúpula como no he visto en otras iglesias de la zona) y góticas. La construcción es imponente y logramos ingresar a su claustro, el cual sí es gótico, dedicado a Saint Étienne. La estructura es alta y bastante oscura, pese a sus vitrales.

Salimos de la iglesia y seguí los consejos de Olivier e Isabelle: comprar ropa ligera y un par de sandalias. Como las tiendas estaban en remates (soldes), seguí mi espíritu consumista. Antes de visitar a la familia del difunto esposo de Isabelle, nos fuimos a ver el simpático puente. Ahí estaba, tan viejo y con historia como cuando fue edificado en el siglo XIII. Una visita radiante bajo el sol francés de este verano caluroso.