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Trujillo, La Libertad, Peru
Un espacio para mostrar ideas y puntos de vista ligados al arte, a la cultura y la vida de una sociedad tanto peruana como universal
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sábado, 21 de diciembre de 2019

ZAÑA Y HUACA RAJADA. PRONTO PAMPAGRANDE



Jueves 01 de agosto. Ya había hablado el día anterior con la agencia de autos de alquiler San José, servicio que hemos utilizado cuando hemos ido a Piura y también en Trujillo. Su central está en el aeropuerto internacional José Abelardo Quiñónez. Ya el hotel nos iba a asignar un lugar para dejar la camioneta (sí, mejor una camioneta) para las noches del jueves y viernes. Este es el vínculo para contactar y no es muy caro: https://rentacar3b.com.pe/?gclid=Cj0KCQiAuefvBRDXARIsAFEOQ9H-RS_QZy4y1odd5xwqCCRA-DFWQO8nNgDCNEr4rHI_l07Qyu8r7bMaAogjEALw_wcB. Fuimos al aeropuerto luego de nuestro desayuno para sacar el vehículo: el único problema era que no tenía apertura o clausura automática, así que teníamos que cerrar o abrir las puertas de manera manual. Pero la camioneta nos iba a ser de gran utilidad. Como visitas previas, decidimos de separar geográficamente las giras: hacia el sur y hacia el norte. Comenzamos por el Sur.
Antes de ir a Zaña, nuestro primer objetivo, fuimos a comprar algunos pertrechos como lo habíamos hecho en oportunidades anteriores cuando vinimos con Orietta y Maria, por ejemplo; o con Isabelle y Maria también. Compramos mucha fruta y agua, lo más importante. Aunque las condiciones de higiene han mejorado considerablemente y la calidad de los productos sí han progresado, incluso en la presentación de sus platos; pese a todo, siempre es bueno tomar medidas de prevención.






Una vez culminadas nuestras compras nos enrumbamos hacia el sur. La autopista se corta en ciertos tramos y es desesperante, pues el tráfico entre Trujillo y Chiclayo de transporte pesado (camiones y buses) es intenso. La salida de Chiclayo hasta Reque y un poco más allá puede ser una pesadilla a ciertas horas. La entrada o salida de Chiclayo (depende cómo la veamos) es muy estrecha y tiene un tráfico intenso agravado por la cantidad de mototaxis que pululan por la zona. Entre Reque hasta nuestro objetivo se atraviesa el desierto, el cual pronto será zona agrícola. No sé cómo harán con el relleno sanitario que se halla (o hallaba) en el medio de este tramo. Se ve una gran cantidad de bolsas de plástico que las lleva el viento. Chiclayo, así como todas las ciudades peruanas, tienen que luchar con su limpieza y ornatos públicos, los cuales no son tomados con mucha importancia por autoridades y la población. Pese a todo, llegamos a Nuevo Mocupe. Esta población la recuerdo fue totalmente inundada en el Niño de 1982-83. Fue devastador. Una amiga, Sissy Acha, tuvo que trabajar con los pobladores para que aceptasen unas viviendas hechas para apoyar a los pobladores damnificados por las inundaciones. Los pobladores no querían ocupar estas, ya que no reunían las expectativas de sus futuros pobladores. Los ingenieros tuvieron buenas intenciones, pero se olvidaron un punto importante: conocer el destinatario final. Los ingenieros pidieron a mi amiga, socióloga, que pudiese convencer a los pobladores de usarlas. Ella les comentó que su estrategia estaba totalmente equivocada y que habían empezado al revés. Las casas quedaron al abandono por años, hasta que nuevos pobladores llegaron. Recuerdo en muchos viajes pasados el carácter de desolación que el lugar daba; ahora es un pueblo pujante de agricultores. Más detalles de lo que fue ese terrible fenómeno: http://idesep.senamhi.gob.pe/portalidesep/idesep_tema_evento_el_nino_la_nina_nino_82_83.jsp. Este lugar es el cruce para Zaña y Cayaltí. Llegamos a Zaña un poco más de las 10 am. Nos fuimos director a ver las ruinas de la iglesia de La Merced, donde hay centro educativo que recibe apoyo del Gobierno español. Los restos de la iglesia necesitan urgente mantenimiento, no restauración. Es cierto que las ruinas están en propiedad privada; pero viendo en conjunto este complejo, la Región perdería una joya que puede generar muchos más ingresos que los que obtiene en ese estado e involucrar a más población del lugar. Una vez culminada la visita a estas ruinas, nos fuimos a las que quedan de la iglesia de San Francisco y la Catedral (o iglesia matriz). Primero fuimos a San Francisco o lo poco que va quedando de estos restos. Hay un arco de medio punto que queda cerca del altar mayor y lo interesante es ver las inscripciones que se encuentran en los restos de la portada lateral de esta iglesia. Una buena limpieza y hacer un empedrado para poder caminar por la zona sería una buena propuesta. Además, más información de estas iglesias que muestran que la zona era muy importante. Desde ahí nos fuimos a la iglesia Matriz, la cual ha sido protegida con unos aleros que afean mucho los restos. El día se pueda sacar toda esa tierra acumulada y hacer una buena investigación de todas las tumbas que se ubican en esta iglesia. La única es en la que se hallaba el cuerpo de San Antonio de Mogrovejo movilizada la investigación, quizá, más por criterio religioso que por criterios históricos o de otra índole. Este ensayo de Teodoro Hampe nos pueda dar una idea de lo grande que fue Zaña (http://www.revistaandinacbc.com/wp-content/uploads/2016/ra34/ra-34-2002-03.pdf).  Para ver la brutalidad de lo que este gran mega Niño, este texto nos da una mejor idea: https://www.academia.edu/11510290/EL_MEGANI%C3%91O_DE_1720_LA_INUNDACI%C3%93N_DE_ZA%C3%91A_Y_LAS_FALLAS_EN_LA_PLANIFICACI%C3%93N_DEL_USO_DE_LA_TIERRA?auto=download. Y terminamos nuestro periplo en Zaña visitando los restos del convento de San Agustín, el mejor preservado. Este ha sido intervenido y restaurado, pero necesita una limpieza en los muros, pues la humedad está afectando sus muros. Antes se solía subir al coro, en la actualidad esta zona permanece cerrada por seguridad. La iglesia tiene detalles interesantes que muestran, en general, cómo las demás iglesias que ahora yacen en ruinas estaban decoradas. La primera vez que estuve aquí en 1985 vi una tumba que mostraba unos restos con algunos trajes y solían enterrarlos con joyas. Espero que todos estos hallazgos estén a buen recaudo y puedan hacer un buen museo de la ciudad, recogiendo lápidas con las que cubrían estas tumbas y abrir las criptas. Hay tanto por hacer en Zaña.






Una vez concluida nuestra visita en Zaña nos fuimos en dirección de la ex hacienda Cayaltí. Esta tuvo entre sus turbios personajes a Héctor Becerril como un matón del grupo económico que compró las instalaciones industriales, grupo que tiene un pasado muy dudoso, grupo Oviedo, ligado al mundo del deporte (fútbol) y que se encuentra metido en muchos casos de corrupción. En una exposición fotográfica que se hizo a fines de año pasado en las instalaciones del Centro Cultural del Banco de la Nación, una de las colecciones expuestas se focalizó en el conflicto social desatado contra este consorcio y el nombre de Becerril aparecía en muros y pancartas de protesta. En realidad, no ingresamos a la población, pues hay un desvío en la carretera antes de entrar a la ciudad, es un camino de herradura bien tenido; este tiene tránsito permanente, desde mototaxis hasta camiones llevando caña de azúcar (nos cruzamos con uno). En el trayecto, nos encontramos con una pareja la cual llevamos para que no caminen el largo trecho que tenían por delante; además, nos indicaron el camino, pues no hay nada de señalética que te permita orientarte (según el mapa de Google, es el tramo 118). Llegamos a nuestra meta: el pueblo de Sipán. Este está no muy bien tenido; pese a todo el turismo que llega, las calles no están asfaltadas, pero cuenta con sistema eléctrico y alcantarillado. La relación con Walter Alva, el arqueólogo, y el poblado no es muy buena. Quizá ese sea el motivo por el cual el museo de Tumbas Reales no se construyó aquí. Pero ahora cuenta con un buen museo de sitio, pues la huaca tiene aún muchos entierros más para ofrecer. Luego del viejo y el joven Señor de Sipán que están en Lambayeque, aquí hay muchas tumbas desenterradas y sistemáticamente estudiadas que se exhiben al público y está la huaca misma. Nos dirigimos primero al museo, al cual iba por tercera vez en menos de cuatro años. Dejamos la camioneta en el exterior y pedí ver la carta del restaurante que está frente a la entrada del museo para que, al salir, almorcemos con calma. El museo es muy bueno, ahora ya estaba reparado el sistema de proyecciones que te representa las imágenes del dios iguana, dios que comunica con el inframundo. Tiene poca iluminación, pues la luz puede dañar los objetos y, además, te da la sensación de que estás entrando a las tumbas que se van a exhibir. La colección es buena y, con paciencia, te puede tomar una hora para recorrer todo. La información es vasta. Aquí la génesis del museo: https://www.youtube.com/watch?v=EAjv6SxZy4I.  Aquí más datos: http://journal.upao.edu.pe/Quingnam/article/view/737/683.
Luego de la visita, nos fuimos a almorzar. Tuvimos como compañeros a varios perros y aves que iban merodeando a la espera de un grano o algo que caiga al suelo. Las chicas dieron una vuelta a ver algún recuerdo para llevar a España. De ahí nos fuimos a la huaca en sí a ver las tumbas que se hallan en este lugar con simulaciones que nos muestran cómo eran enterrados estos dignatarios. Nos fuimos a una suerte de colina que es parte del complejo arqueológico. Hay una bonita vista del valle y las estribaciones andinas.
Al salir tomamos un camino que está muy mal tenido (huecos) para ir a Saltur, pero por desconocimiento debíamos de haber ido a la carretera pavimentada que corre paralela al río Chancay (la 116). Esta carretera nos llevó al lugar que será nuestro próximo objetivo: Pampagrande. Llegamos al lugar casi a las 5 pm. Desde lejos se ve el gran complejo arqueológico. Se puede dejar la camioneta y hacer una caminata, pero ya la hora nos ganaba. Sin embargo, teníamos registrado los datos. El retorno desde Pampagrande a Chiclayo fue rápido, bueno hasta la ex hacienda Pomalca. De ahí el tránsito es lento, penoso. Muchos vehículos que trasgreden las reglas de tráfico: buses, micros, mototaxis. Una real jungla. Felizmente íbamos en una gran camioneta que infundía respeto: una pena que las cosas funcionen así. Adela estaba aterrada, pero llegamos al hotel. No estaban acostumbrados aún a manejar clientes con vehículos, pues quería dejarlo ya para poder manejarnos a pie o en taxi. Tuve que esperar casi unos 10 minutos con un tráfico nada simpático. Felizmente el chico responsable llegó y me llevó al estacionamiento para dejar la camioneta.



Tras una buena ducha, nos fuimos al chifa China para comer algo ligero (una buena sopa) y contemplar los bellos jarrones. Luego nos fuimos a caminar hasta la Plaza de Armas y tuvimos la suerte de hallar la catedral abierta. Entramos y Adela entabló una conversación simpática con una señora feligresa. Dimos una vuelta a la plaza y bajamos por algunas calles a conocer más la ciudad. Al día siguiente nos íbamos al Norte.





domingo, 13 de agosto de 2017

VIAJANDO A LA HISTORIA DEL NORTE PERUANO



Las Fiestas Patrias es una buena oportunidad para hacer una buena visita a lugares a los cuales hay que escudriñar con calma y en buena compañía. Esta vez, un grupo de amigas mías, todas peninsulares europeas, y yo, nos íbamos, cual viaje de bodas en viaje relámpago a la ciudad de la amistad. Así, partimos el 27 por la noche y llegamos cerca de las 11 de la noche a Chiclayo. Había hecho ya los arreglos para el hotel y el alquiler de un auto para aprovechar un par de días muy activos por los alrededores. El 28, luego del desayuno, llegó la persona del alquiler de autos para darnos el vehículo que nos iba a dejar por un par de días. Felizmente el auto era automático, lo que tanto a María como a mí nos molestó estas situación, puesto que no solemos manejar uno; por eso pedimos el cambio por otro mecánico. Nos informaron que tenían solo camionetas; hicimos un arreglo por una a buen precio y rentamos una 4x4 que nos iba a cambiar toda la situación. La recogimos del aeropuerto. Una vez hecha la gestión, nos fuimos a recoger a todas las demás amigas que se habían quedado en el hotel. Antes de hacer nuestro primer buen periplo, nos fuimos a Plaza Vea a hacer compras para no tener que gastar tiempo en aglomeraciones en cualquier restaurante y manejar nuestros momentos en días tan cargados de visitantes como lo es fiestas patrias.


Enrumbamos hacia el sur; nos dirigimos a Zaña, nuestro primer objetivo. María ya había estado hace dos años, pero ni Orietta ni Carmen conocían el lugar. Sin embargo, la visita que hizo María en el 2015 fue bastante breve; en esta oportunidad sí íbamos a ir a todos aquellos  lugares que no habíamos visitado anteriormente. Éramos dueños de nuestro tiempo.  Yo había estado allí en 1984 cuando nos encontramos, de manera casual, varios amigos por allí: Pochi Monzón, Sisi Acha, Fanny Muñoz, varios, varios. En ese entonces, Zaña estaba abandonada y los lugares no tenían ninguna señalización ni información como ya la tiene ahora (pero falta mucho aún). En ese entonces, recién terminados la universidad y empezando a tener nuestros pininos laborales, no éramos dueños de muchos recursos. El desplazamiento lo hicimos en bus en ese entonces. Hace tantos años.
Llegamos a Zaña bajo un ligero brillo solar y en vez de ir al Claustro de San Agustín, el punto frecuente de visita, nos dirigimos a los restos de la iglesia de La Merced. Esta se encuentra ubicada en los terrenos de un instituto técnico en cuya entrada vemos dos hileras de árboles frutales, todos oriundos del Perú con unos carteles muy sencillos y descuidados. Y hacia la derecha donde se halla el edificio administrativo, vi una placa interesante: un escudo heráldico con el nombre Mayorga y la ciudad, Zaña. Cuando observaba uno de los árboles, fui picado por un insecto y no pasó de un simple dolor por el aguijón y el escozor propio del ácido inoculado. En realidad, dudo que haya sido una abeja. Felizmente no me causó más estragos que el dolor de unos días en la picadura. Me dirigí hacia las ruinas monumentales para apreciar la imponente fachada que tuvo esta iglesia y el lamentable estado de lo que queda, plagada de nidos de avispas. Las columnas y las bases de la iglesia están ya con todo el ladrillo expuesto. Una de las torres está proceso de colapsar. Un leve sismo puede significar su caída total. Esperemos que las autoridades valoren este patrimonio para rescatarlo y ponerlo en verdadero valor. El sitio es interesante y desde estas ruinas (como iba a suceder luego) teníamos la oportunidad de ver los demás restos eclesiásticos del conjunto arquitectónico de Zaña.   



Retornamos a la camioneta y ahora nos dirigimos hacia la iglesia matriz. Esta está severamente dañada. Está plagada de carteles en homenaje a Santo Toribio de Mogrovejo. Este santo tuvo una misión norteña que lo hizo enfermar en Pacasmayo y morir en Zaña en 1606. En homenaje a este santo, que fue inquisidor (aunque las biografías son benévolas con su accionar), se ha hecho una urna funeraria donde se hallaba la tumba inicial del mismo. La iglesia tiene algunas de sus paredes ruinosas cubiertas con protectores para evitar la lluvia. No sé cuánto más será efectivo eso. Las construcciones de la matriz, la de San Agustín y la de San Francisco son muy parecidas, en sus columnas, hornacinas, la edificación en sí. Luego seguimos un corto camino de trocha y llegamos al pequeño puente colgante de la localidad. Cuando lo visité en 1984, este se ubicaba sobre el lecho de un río seco. Ahora lo veo abundante y rodeado de verde. Consecuencias del reciente Niño costero. Hubo varias personas que lo cruzaban para entretenerse, así como varios bañistas que usaban sus aguas para refrescarse. Ya hacía un poco de calor. Nuestra visita a las ruinas del antiguo Zaña tuvo como últimas rondas a la iglesia de San Francisco, donde uno puede apreciar su bello arco. Tenía la idea errada que este correspondía a la iglesia matriz; este error lo enmendé en esta última visita. Al llegar, descendimos del auto y Orietta tuvo una molestia en su pie; una espina había atravesado su sandalia. Cuando la ayudamos, vimos la dimensión de esta espina que se había adherido al zapato, luego vimos que muchas más estaban clavadas en nuestras zapatillas. Tuvimos que marchar con mucho más cuidado. En el lugar hubo dos turistas que descansaban bajo la sombra. La chica tenía un poco la piel quemada. 











Una vez culminada nuestra visita, nos dirigimos a las ruinas más preservadas: claustro de San Agustín. El espacio está cada vez más recuperado y ha sido poco afectado con el Niño costero. Hacía dos años que María y yo habíamos ido con Isabel y Lorena. En ese entonces un guía nos llevó por las instalaciones. El mismo guía se ofreció y recordó a María luego de una serie de preguntas sobre Europa y sus penínsulas. Fue simpático este reencuentro. Las ocurrencias iban y venían con Orietta a la cabeza.












Después de la visita, nos dirigimos a buscar dulces. Sin querer, ya nos habíamos extendido más de una hora después del mediodía. El tiempo era nuestro. La peregrinación por los postres se dio posteriormente a la visita al museo de la Negritud y Esclavitud. Con Carmen íbamos viendo con detalles todo lo que fue este terrible comercio que fue muy promovido por comerciantes portugueses e ingleses. En realidad, hubo mucho menos población esclava negra en países coloniales españoles que Brasil, Haití (Gran Española) y territorio del sur de los Estados Unidos en el XVIII y XIX. Tras la visita del museo, nos dirigimos a la plaza de armas ante las recomendaciones del Sr. Luis Rocca Torres. El dato de la señora que los hacía fue infructuoso, así que nos dirigimos a una dulcería que se encuentra frente a las ruinas de San Agustín: cocadas, barras de membrillo, fresas y dátiles azucarados; un festín.







Nuestro siguiente destino: Huaca Rajada. Salimos por la ruta asfaltada a Cayaltí. Llegamos a esta ex Hacienda que siempre está en conflicto. Tomamos un camino de trocha hacia nuestro destino. Sipán o Huaca Rajada no estaba lejos, pero no había muchas señales en el camino. Llegamos a nuestro objetivo, más o menos a las 2 pm. Ni Carmen, ni Orietta conocían el museo; según Orietta, había estado en este lugar cuando recién había muerto el Señor de Sipán. El museo es, a pesar de haber perdido algunos recursos técnicos en su inauguración la década pasada, una visita interesante. Tiene una buena museografía y bellas piezas de los diversos entierros de la huaca. En realidad, esa huaca es una gran necrópolis de nobles moche. Luego de la visita, almorzamos con la rica ensalada que había preparado María, quien ya no entró al museo ni a la huaca. 








Luego del almuerzo rociado de cerveza nos fuimos a visitar la fuente de la riqueza del lugar. Ya estaba cayendo la tarde y Ventarrón iba a quedar para otra visita. Partimos cerca de las 5:30 con destino a Pomalca. El camino está todo asfaltado. En el museo de la Esclavitud vi una foto de una capilla en ruinas pero con algunos restos interesantes: Saltur. Cuando salimos de Sipán, cruzamos Saltur, así que entramos a buscar la famosa capilla. Vimos una nueva capilla, no sé si esta sea, pero la curiosidad sí me hará volver al lugar. Llegamos a Chiclayo cerca de las 6:30; luego saldríamos a cenar. Buen primer día.