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Trujillo, La Libertad, Peru
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martes, 18 de febrero de 2014

JACA, EL ESPLENDOR MEDIEVAL ARAGONÉS


La rápida llegada al atardecer del 21 de julio a la pequeña ciudad de Jaca me permitió ver parcialmente esta joya del románico aragonés. Una vez instalados en nuestras habitaciones de la ciudad universitaria y luego de haber participado en un breve recibimiento, nos fuimos a
comer algo. Jaca había sido elegida por la AEPE para hacer su reunión anual que convoca por casi una semana a diversos docentes de español en el mundo no hispánico. Hubo gente que venía de Uzbekistán, Taiwán, Suecia u otros países. Éramos casi 200 personas. Las actividades empezaron el lunes 22 y hacia mediodía hicimos una visita a una de las joyas más bellas que hasta entonces había visto del mundo medieval románico: la Catedral de San Pedro del siglo XI y su extraordinario Museo Diocesano de Arte Románico. Entrar a esta iglesia es retroceder en el tiempo. Desde la portada ya nos iban dando datos importantes de este monumento integrante de la famosa ruta de Santiago. Al ingreso, en el pequeño depósito de piedra de agua bautismal, veíamos el desgaste de la misma por el constante uso de la misma para ungirse esta agua; pero más interesante era la piedra del arco de entrada que usaban para secarse esta agua, totalmente desgastada. Me hizo recordar la piedra (así dice la tradición) que se usó para embalsamar el cuerpo de Jesús, luego de bajarlo de la cruz, en la iglesia del Santo Sepulcro.

La iglesia es un muestrario de periodos históricos artísticos que mostraban su importancia para la corona aragonesa.  Hay manifestaciones góticas y renacentistas, sean en sus construcciones o en los altares que adornan diversas capillas. Pero luego de ingresar a la iglesia, hacia la mano izquierda, se puede visitar el museo que se halla en el claustro de este conjunto arquitectónico.  Al ingresar y recibir ayuda de los guías, pasas al claustro en sí. En sus alas laterales, hallas diversos capiteles que pertenecieron a la iglesia misma o de diversas iglesias de la región, ya perdidas para siempre.  Es una de las misiones de este museo: rescatar el patrimonio románico que se halla en diversas iglesias y capillas derruidas en pueblos y villorrios. Así tenemos la sala Bagüés, murales rescatados de la desaparecida iglesia de santos Julián y Basilisa, perteneciente a la región. Luego pasabas a las capillas claustrales, donde podías ver una extraordinaria muestra de escultura románica y gótica. Un Cristo mostraba un agujero, pensé que era producto de alguna bala o algún daño intencional. No, era una suerte de repositorio para “encargar” milagros a la imagen. Al momento de salir nos encontramos con un coro de la iglesia que ensayaba música sacra.. Es una visita obligada.



CAMINO A JACA POR LOS PIRINEOS

El verano europeo del 2013 tuvo para mí otro objetivo, fuera de la visita a la Alianza Francesa de París: ir al congreso de AEPE en la ciudad de Jaca en el norte de España. Isabelle, quien pertenece a esta Institución, me había comentado al respecto y habíamos organizado nuestro viaje a esta pequeña ciudad desde Rodez. Así, el domingo 21 de julio, provistos de todas las avituallas necesarias, partimos hacia los Pirineos, frontera natural entre Francia y nuestro país de destino. Partimos temprano para llegar a una buena hora a Jaca, haciendo algunas pausas en la ruta. En el auto de Isabelle salimos por las estupendas autopistas francesas en dirección de Toulouse y luego a Pau, lugar en el cual tomaríamos la ruta hacia el sur para ingresar a España. Hicimos un par de altos en el camino: en el primero compré un libro para lectura ligera y algunos caramelos típicos de la región que se hacen con las violetas, flores que abundan en la región; en nuestra segunda parada, almorzamos una buena merienda y luego un breve reposo antes de seguir camino hacia nuestro destino. Las autopistas estaban llenas de vehículos que iban en todas direcciones aprovechando la estación vacacional que es toda una ceremonia en Europa y la cual preparan con mucha prevención meses antes. Europa es muy ordenada; mas, pese a todo, en España íbamos a tener sorpresas positivas que nos salvarían de nuestro descuido preventivo para hacer reservas hoteleras, por ejemplo. El camino fue tranquilo hasta Pau; de ahí “torcimos” hacia el sur en dirección de los Pirineos. Recuerdo este nombre por mis clases de geografía escolar, por la historia (por ejemplo, Aníbal y su ejército con elefantes) y algunas películas que los nombraban, como El gran escape en la que uno de los fugados (James Coburn) llega a una zona pirenaica y pregunta si había llegado a España. Aún en territorio francés, comenzamos a marcar la altura. Años antes, la ruta era penosa, puesto que no había el túnel que se ha hecho para atravesar las montañas rápidamente. Sin embargo, el camino es estrecho y en algunas zonas se estrechaba mucho más, por lo que íbamos con mucho cuidado. El paisaje te permite evocar a nuestros Andes, en versión más pequeña. En la historia y el imaginario histórico que se desarrolló en los siglos XVIII hasta el XX, los Pirineos marcaban el fin de Europa y el inicio de ¿África? ¿El subdesarrollo? ¿Un mundo salvaje? Interesante, esa era la idea que se tenía de esta marca natural, que según la geología, pertenece a una cadena montañosa muy antigua y gastada. Ver algunas pequeñas montañas nevadas era agradable, viniendo yo de un país en el que los Andes marcan fuertemente nuestra identidad cultural.  Seguimos nuestro viaje entre montañas apenas cubiertas por nieve. Imagino cómo será esta zona en invierno. De repente comenzó a llover y esto hizo más accidentado el camino. No hay un tráfico denso, pero hay que ir con cuidado, puesto que puede aparecer algún camión en la ruta, como nos sucedió más de una vez. Al llegar al túnel, ya el clima había mejorado. El túnel Samport tiene sólo 10 años y mide más de 8 kilómetros, totalmente iluminado, con extremas medidas de seguridad y con una fuga cada 600 metros (aprovecha las antiguas instalaciones de un túnel ferroviario, ya en desuso). Europa tiene en su haber varios casos tristes (uno último en Suiza) de accidentes automovilísticos en el interior de algunos con su buena cantidad lamentable de muertos y heridos. De estos ocho kilómetros, hay más de 5 en territorio español, por lo que cuando sales de este (viniendo de Francia, claro) ya estás en España. De ahí a Jaca era cuestión de una hora más o menos dependiendo el tráfico y las exigentes leyes de tránsito que no te permiten manejar alocadamente, pese a que las autopistas españolas te invitan a correr. Así llegas a Canfrac, pequeño poblado aragonés que cuenta con una impresionante estación ferroviaria que tenía una intensa actividad conectiva con Francia. Su decadencia empezó en la  guerra civil, con el sellado del  túnel por parte de los franquistas para evitar la huida de los republicanos hacia Francia o, en su defecto, la posible invasión desde este país contra las tropas falangistas. No muy lejos de ahí sobre la ruta hacia Jaca, se encuentra una impresionante mole llamada Torre de Fusileros, edificio militar del siglo XIX (hubo otra más, ya desaparecida), de carácter defensivo que servía también como una suerte de marca de frontera. Ambos grandes monumentos puedes verlos desde la carretera. Promediando las 5 de la tarde llegamos a Jaca y nos dirigimos a las instalaciones universitarias de la ciudad, ya que en la residencia estudiantil nos íbamos a quedar. Jaca es una antigua ciudad aragonesa e iba a descubrir todo su encanto.